11/08/2016
"El niño ama muchísimo al adulto. Cuando va a la cama, siempre quiere que una persona amada esté con él. Sin embargo, la persona amada dice: “Hay que impedir este capricho: el niño no debe adquirir esta mala costumbre de no saber dormirse sin que alguien esté cerca”. Un día, tristemente diremos: “No hay nadie que llore por el deseo de tenerme cerca cuando está por dormirse. Todos piensan en sí mismos, se duermen llenos de pensamientos del día transcurrido, ¡nadie se acuerda de mí!
Sólo el niño se acuerda y todas las noches dice: “¡No me dejes, quédate cerca de mí!” , y el adulto responde: “No puedo, tengo qué hacer, ¿qué es este capricho?” Entonces piensa en corregirlo, porque de lo contrario ¡nos haría a todos esclavos de su amor!
En ocasiones el niño se despierta en la mañana y va a despertar a papá y a mamá que quisieran dormir: este es el capricho del que todos se quejan. Pero el niño que baja de la cama es un ser puro que hace aquello que deberían hacer todos: Cuando sale el sol todos deberían levantarse, pero los padres todavía duermen y este pequeño ser va, como si dijera: “Aprendan a vivir sanamente, en la mañana se deben despertar”. Pero el niño no es un maestro, solamente va a verlos porque los ama; apenas se despierta, su deseo lo lleva a las personas que ama; tal vez tendrá que atravesar cuartos aún oscuros, cerrados para no dejar entrar la luz demasiado temprano; el niño va, se tropieza, no tiene miedo de la oscuridad, no tiene miedo de las puertas medio cerradas y llega cerca al padre y a la madre y los toca dulcemente. Cuántas veces le dicen: “¡Niño, no me despiertes en la mañana!” y el niño responde “¡No te desperté, sólo te di un beso!” y los padres piensan en cómo corregirlo. Pero ¿en qué otra ocasión durante nuestra vida sucederá que alguien, apenas se despierte, desee correr hacia nosotros, superando cualquier dificultad, sin la intención de despertarnos, sino de darnos solamente un beso? ¿Quién más hace esto por nosotros?"
(María Montessori - El niño y la família)