18/01/2024
I Corintios 13:1-13
[1] Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad,
soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
[2] Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad,
nada soy.
[3] Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
[4] La caridad es paciente, es servicial;
la caridad no es envidiosa,
no es jactanciosa, no se engríe;
[5] es decorosa;
no busca su interés;
no se irrita;
no toma en cuenta el mal;
[6] no se alegra de la injusticia;
se alegra con la verdad.
[7] Todo lo excusa.
Todo lo cree.
Todo lo espera.
Todo lo soporta.
[8] La caridad no acaba nunca.
Desaparecerán las profecías.
Cesarán las lenguas.
Desaparecerá la ciencia.
[9] Porque parcial es nuestra ciencia
y parcial nuestra profecía.
[10] Cuando vendrá lo perfecto,
desaparecerá lo parcial.
[11] Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño.
Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.
[12] Ahora vemos en un espejo, en enigma.
Entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco de un modo parcial,
pero entonces conoceré como soy conocido.
[13] Ahora subsisten la fe, la esperanza
y la caridad, estas tres.
Pero la mayor de todas ellas es la caridad.
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