Vaso Roto Ediciones nace en 2003 cuando me encontraba traduciendo una serie de poetas anglosajones que más tarde recogería en: La escuela de Wallace Stevens. Entre estos encontré a un William Merwin dolido, directo, pujante de cuyos versos emanaban voces, voces lejanas evocando otros poemas y otros poetas, que podía reconocer de mis lecturas anteriores. No se trataba solo de una suma de voces sino
de un mapa de poéticas en donde no había límites ni fronteras. La poesía norteamericana no era, pensé, un resuello de vivencias vanas, ni la cruel ceguera de quienes viven en un Imperio. Por Merwin, Stevens, Wright, Merrill… entre otros poetas, entendí que precisamente porque han vivido en el Imperio es que pueden alzarse con una voz propia. Cada poética elegida me fue atravesando, todos mis huesos atravesaba; fue algo que se permeó hasta asentarse en mi más lastimada interioridad. Ese año 2003 visité Barcelona en donde encontré al artista plástico Víctor Ramírez. Juntos leímos cuatro de los salmos de William Merwin, los
mismos que había mostrado a diversos poetas y editores y que a ninguno le había interesado, alegaban que Merwin no les atraía como autor. Me di cuenta de que lo que mueve a alguien, no necesariamente impacta de igual manera a los otros. Comprendí también que la lectura, al igual que la escritura, es un acto de soledad. Y creo que lo es también la edición. Vaso Roto inicia con el fin de dar a ver algo que nos pareció bello, estético y que, de alguna manera, necesitaba ser leído por otros poetas. La poesía es un intento de recuperación del ser por medio del arte. Los Salmos daban esa visión de recogimiento, proximidad, silencio. Víctor y yo buscamos la forma de reunir estos poemas bajo dos miradas vinculadas por un mismo fin: concretar un libro que uniera la poesía como plegaria con la estética de la palabra. Se proyectó ese mismo año la creación del Espacio Vaso Roto, una escultura de acero situada en los jardines del Parque Fundidora de Monterrey que lleva inscritos algunos fragmentos de Los Salmos. Rodeada de árboles, estos llevan el nombre de un poeta que con su obra nos han ayudado a vivir mejor. El primer libro editado por Vaso Roto es ese, Los Salmos, al que seguirá Cuerpo de amor de Alda Merini, y posteriormente aparecieron libros de autores diversos entre los que se encuentran Joumana Haddad, Hugo Mujica, Charles Wright, Clara Janés, Amancio Prada, Charles Simic, entre otros. Editar un libro es un privilegio y una hazaña. Es aprender a repensar el mundo, las librerías, libreros, lectores pero es, ante todo, entender la propia visión. Carenciados como somos los humanos, cada autor, cada traductor sentirá que su proyecto es el mejor, que su obra es esencial, que lo que tiene que decir o lo que ha descubierto, es. Aquí entra la parte humana, empática, seria, diríamos, puesto que no se puede publicar todo, tampoco lo que se “va a vender”. No es el criterio de las editoriales independientes, que por eso lo son. En toda comunión hay una contradicción, pero también un diálogo. Cada libro que publicamos nos religa, con otros autores, con los humanos, con nosotros mismos, esa parte sagrada que nos une en un solo canto, evocando la primera ausencia, el primer latido que nos lleva a lo que San Agustín reconoce como el lenguaje de la devoción. Vaso Roto toma su nombre de dos fuentes: un poema de James Merrill: “The Broken Bowl” y también de Hölderlin: Dejad que la vasija rompa el vaso para que todo lo divino se convierta en cosa humana. Es nuestro deseo y por este hemos venido luchando. Creemos que el acto poético prepara el camino para la construcción del verdadero ser. Esperamos que por éste, nuestros lectores escuchen esa resonancia y con ella su palabra. Jeannette Lozano