08/07/2024
Pocas veces puede uno presumir de contar con gente extraordinaria alrededor, haciendo cosas estupendas. La broma final, la ópera prima de Rafael G. Rivas (aquí ), es una frenética bajada a los infiernos de casi cuatrocientas páginas, de escritura ágil y lectura veloz, que no sucede en el corazón de un pueblecito de Arkansas o en Edimburgo, sino que tiene como escenarios de fondo la costa cantábrica y la Castilla de siempre (Aranda, Palencia, Valladolid, Miranda), con su poquito de isla, su poquito de Calpe y su poquito de Madrid. Una suerte de road movie llena de lugares comunes, que nos conduce a través de una voz narradora en primera persona de quien sabemos casi todo excepto su nombre, por los bajos fondos de un mundo que, paso en falso arriba o abajo, podría llegar a convertirse en el de casi cualquiera, juntando algunas malas decisiones.
La droga, el amor, el trabajo, la familia, los amigos, los vínculos, el deporte, el cuerpo -también como escenario de todo lo anterior-, como acicate liberador u opresivo yugo. A veces no es tan fácil apreciar las diferencias. Saber si todos los trozos que a una le quedan por armar son salvación o condena; solución o disparate. Tal vez solo la foto de nuestro perro sea asidero seguro contra la tormenta.
Una novela escrita a ritmo de Sonorama y música indie, con banda sonora incluida (cada capítulo es el título de una canción y puedes descargarte la playlist de la novela en Spotify; un movidote😍) salpicada de referencias a la cultura pop, la filosofía o el cine.
Editado maravillosamente bien, como siempre, claro, por , con portada maravillosa de y vendido también maravillosamente, por .
Dije que mis amigos son gente extraordinaria y por eso ustedes no pueden dejar de leer “La broma final”, deben ver ustedes, comprobar que no es ninguna broma lo que digo.
Y si quieren que el autor les firme un ejemplar , adquiéranlo en su librería, , cuando pasen por León y hagan gasto, que es verano y las tardes son largas. Que leer es barato y no hacerlo sale caro.
La 📸 Top es de