28/10/2024
Imagina.
Imagina una ciudad sin eros. Eso es lo que quiero decir. Me ha costado más de tres décadas saber lo que quiero decir. Imagina una ciudad sin deseo, una ciudad sin imaginación. Una ciudad donde todo es como siempre será. Donde la gente solo piensa en lo que ya sabe. Solo quiere lo que ya conoce. Solo aspira a lo útil.
En esa ciudad de periferia donde solo puede verse más acá de lo que ya existe crecimos varios millones de adolescentes en los noventa. En esa ciudad de periferia, ansiosa sin saberlo de belleza, consuelo y deseo por la vida, obsesionada sin ser consciente con el porvenir, atrapada entre el fin de mes y el principio de una nueva era, pasamos las tardes miles de adolescentes, sentados en el banco del parque, removiendo el tiempo en la olla para que no se pegase abajo con el fuego, comiendo pipas como una orquesta, un escuadrón de dragones con hambre, preguntándonos qué maravillas (y otros monstruos) habría más allá de tierra conocida.
Más allá de la autovía.
Y esa es una forma muy concreta de crecer.
Una forma muy concreta de mirar.
No era nuestro el mar, pero casi.
[Extracto de la novela «Pipas»]
***
Esther L. Calderón
Pipas
Coedición con Los aciertos ediciones
www.pepitas.net/libro/pipas