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03/02/2025
En la dirección específica dedicada a la recepción de manuscritos ([email protected]) tenemos programado un mensaje automático en el que acusamos el recibo del libro que nos hayan querido trasladar y de paso se ofrecen unas breves (y realistas) pautas de expectativa para que el aspirante a ser publicado no pierda su lozanía juvenil -si es que aún le quedara tal cosa- aguardando una posible respuesta nuestra. Si en el plazo de un trimestre aproximadamente no ha recibido respuesta expresa probablemente no la reciba nunca, o, quién sabe, en el mejor de los casos, algún insólito día se desempolve su texto y, de parecernos bueno, nos pongamos en contacto con él a deshora, con todas las urgencias del mundo, cuando nadie nos espere ya, por ver si sigue inédita la «criatura».
Ese mensaje automático a modo de respuesta/acuse que el escritor recibe aspira a aplacar el runrún de nuestra conciencia, sin lograrlo, pues el primor con el que se confeccionan y redactan una buena parte de los correos que nos llegan bien merecerían una respuesta expresa, no automática ni "de plantilla" y colmada de delicadeza, cortesía y tacto, particularmente en el caso -¡ay!- de los inevitables rechazos. La escasez de tiempo y la falta de medios nos impiden tener estos gestos de cortesía, que serían tan deseables. Desde aquí pedimos sinceras disculpas a tanta gente que haya podido tener una experiencia comunicativa deficitaria con nosotros o que aprecie el abrigo de una expectativa no satisfecha, abandonada al olvido, al silencio...
Acabaré mi espontánea reflexión diciendo que lo más triste de ser una microeditorial es contar con un presupuesto tan exiguo para tu programación anual que llegas hasta donde llegas y se acabó, y lo digo con tristeza, porque en ese flujo incesante de textos que nos entran casi a diario, entre la abundante paja y la mediocridad ausente de brillo alguno, despunta de cuando en cuando un manuscrito potente y prometedor, que tienes que rechazar por causas realmente dolorosas para el que rechaza, como es la falta de medios financieros. Entre ofrecer la publicación a 18 o 20 meses vista o insertar temerariamente el proyecto en la temporada actual, saltándote las estimaciones presupuestarias, a día de hoy nos quedamos con lo primero (si es que el autor acepta la espera). Se ve que nos hacemos viejos. El escritor italiano Pitigrilli escribía: «De tejas hacia arriba, gatos y filosofía; de tejas para abajo, jamones y billetes de mil».