16/11/2024
Según la leyenda, Isabel y Diego fueron amigos desde pequeños en Teruel durante el siglo XIII. Los dos venían de familias nobles en la ciudad. Ella era la hija de un rico comerciante llamado Don Pedro de Segura. Él pertenecía a los Marcilla, una familia de abolengo que perdió su extensa propiedad debido a una plaga de langostas que azotó la región en 1208. A medida que los dos amigos crecían, también crecía el amor que compartían.
Un día, Diego le pidió a Isabel que se casara con él para sellar su amor. Don Pedro de Segura no estuvo de acuerdo con la idea en lo más mínimo. No podía aceptar que su hija se casara con alguien que no perteneciera a su misma clase social. Los dos amantes se sintieron muy tristes. Hasta que se presentó una oportunidad para solucionar el problema. No está claro quién tuvo la idea, si fue de Isabel y Diego o del padre de ella. Isabel decidió esperar durante cinco años a que Diego pudiera conseguir dinero y reconocimiento. Con su mano derecha, prometieron esperar a Diego y no besarse hasta que él regresara.
Diego se enlistó para pelear en las cruzadas. Cuentan que estuvo en las Navas de Tolosa y también en Muret. Por cinco años Isabel estuvo sola, esperando sin saber qué le deparaba el destino a Diego. Dijeron que después de la batalla de Muret no quedaba nadie con vida. Se rumorea que la familia de Segura contrató a un mendigo de Teruel para difundir el rumor de que había presenciado la muerte de Diego en el campo de batalla. De alguna manera, Isabel se enteró de esas desgracias.
Al cumplirse los cinco años acordados y con la presión de su padre para que se casara, la joven finalmente aceptó casarse con don Pedro de Azagra. Persona elegida por el padre como futuro esposo y importante líder en Albarracín. Cinco años después de que unos jóvenes prometieron amor eterno, la ciudad se adornó para celebrar una boda importante. Todos estaban felices y celebrando, excepto Isabel que se sentía triste.
Diego regresaba a Teruel justo en aquel día, gracias a los caprichos del destino. Feliz y seguro, con éxito y fortuna, emocionado por reunirse con su amada Isabel. El sonido de campanas y música lo captó, entonces se preguntó qué ocurría. Le informaron de que la ciudad estaba celebrando la boda de Isabel de Segura con don Pedro de Azagra, quien era el señor de Albarracín. En ese momento, Diego sintió una profunda angustia al ver que su amada no lo había esperado.
Sin embargo, Isabel se calmó al darse cuenta de que no había incumplido el acuerdo. El tiempo límite se había superado. Entonces decidió ir a su nueva casa y pedirle el beso que tanto había deseado durante años de pelea. Subió al balcón de la nueva esposa y la despertó para pedirle un último gesto de amor. Isabel se negó a romper los votos que acababa de hacer porque no se sentía capaz. Diego murió al instante cuando el rechazo lo golpeó en lo más profundo de su ser.
La muerte de Diego conmocionó a toda la ciudad y motivó a mucha gente a acudir a los servicios religiosos en su memoria. Isabel, triste por la pérdida de su verdadero amor, se coló en el funeral para poder darle el beso que nunca pudo darle en vida. Se acercó al cadáver de su amor y le dio un beso apasionado. En ese momento, todos vieron como ella caía mu**ta sobre el difunto.
Las familias decidieron enterrar juntos a los fallecidos para que nunca más vuelvan a separarse, debido al impacto de los acontecimientos. Y siguen descansando hasta hoy. Según la gente del lugar, esta historia no es trágica, ya que el amor es el que gana al final. Al final, Isabel y Diego descansan juntos para siempre.