31/12/2024
82 años
MACHALEÑOS QUEMAN AÑOS VIEJOS
Por Alberto Chávez Cruz
A partir del año 1942, los machaleños empezaron a mostrar, en puertas y ventanas, muñecos elaborados con madera, aserrín y ropa usada que, a las doce de la noche del 31 de diciembre, tras escucharse las campanadas de la iglesia y reloj público de la vieja casona municipal, eran incinerados para dejar atrás energías negativas y recibir con optimismo el nuevo año, bebiendo champaña, luego rompope o aguardiente, compartir cena de pavo o con gallina y baile con música que salían de las radios portátiles.
Esta costumbre, la quema de un muñeco, llena de humor, creatividad, alegría y festiva que durante 82 años une a las familias de la capital de la provincia de El Oro, fue traída a Latinoamérica por los conquistadores españoles para pedir a Dios nuevo año de prosperidad; luego para representar la quema del judío a quienes culparon de la crucifixión de Cristo.
El Diario El Tiempo de Guayaquil, en la edición del 1 de enero de 1901 describe que, el 31 de diciembre de 1900 por las calles Colón y Caridad varios muchachos cargaron un muñeco representante al año viejo y que llorando y la con lamentos despedían el año viejo y recibir el nuevo centenario, desde entonces cada fin de año se queman los “años viejos”.
EN MACHALA
Los machaleños, que hasta antes de la invasión militar peruana a la provincia de El Oro en 1941 viajaban permanente al Puerto de Guayaquil por muchas razones, observaron esta costumbre y fue en el fin de año de 1942 que comenzaron a elaborar y exhibir en ventanas o puertas los muñecos usando ropa vieja, aserrín y en la noche del 31 de diciembre procedían a quemarlos rociando kerex (combustible) y al grito de ¡viva el año nuevo!, estrechar abrazos mutuamente, desearse mejores días y servirse aguado o seco de gallina criolla.
En 1944, pasada la invasión militar peruana, Machala empezó a levantarse en población y actividad.
Ese año a lado de la ex residencia de la doctora Matilde Hidalgo de Procel (Avenida 25 de Junio entre Nueve de Mayo y Guayas), donde ahora se levanta el almacén “la Ganga", funcionó la peluquería del maestro "Ruíz", físicamente identificado por su larga nariz, que en la parte final de la misma descansaban sus viejos anteojos.
Él fue el primer artesano que colocó en la acera que eran portales de madera el primer “año viejo” con careta, le agregó una mesa, silla, una botella de licor y dos vasos, arreglo que llamaba la atención de los machaleños que paseaban por el lugar durante los tres últimos días de cada diciembre.
TRADICION
Esta novedosa forma de despedir el fin de año fue tomando el carácter de tradición.
En 1950, el señor Felipe Batallas, que trabajaba en la Empresa de Ferrocarriles de El Oro, ubicado en la esquina de las calles Bolívar y Juan Montalvo, elaboró "el año viejo", usando pantalón y camisa blanca usada, rellenarlo de aserrín de madera, le colocaba 2 ramas de palmeras a los costados, sentado en una silla vieja de madera y colocarle en la boca un ci******lo y al frente una mesa con una botella llena de aguardiente.
Esto causaba asombro y alegría a los pasajeros que usaban el ferrocarril que llegaban de los sectores rurales de Machala y de los cantones Guabo, Pasaje, Arenillas.
Al siguiente año, el señor Próspero Parrales, conocido carnicero que mataba cerdos, vendía salchicha y caldo de tubo, también colocó varios muñecos exhibiéndolos en un solar donde funcionó “Ferretería Salgado” (Calle Juan Montalvo entre Rocafuerte y Bolívar).
En 1958, elaborar muñecos agradaba para los habitantes machaleños se hizo costumbre sana, entonces aparece el sastre de apellido "Arévalo" que tuvo su taller para atender al público, en la esquina donde ahora se levanta el edificio central del Banco de Machala, lució bonitos “años viejos”.
El recordado "gr**go" Parales, muy famoso por sus incoherentes cuentos y chistes, en la casa de la esquina Ayacucho y 25 de Junio, tuvo una tienda en cuyo portal presentaba dos o tres muñecos adornados con palmas de coco y colocaba un tarro para que los visitantes dejen su monedita para la “viuda” del viejo.
LA CASA DEL PUEBLO
Pero fue en 1959, cuando Don Bolívar Jara, ciudadano de pequeña estatura, gordo, tez blanca y de cachetes rojos que levantó un negocio en su casa de madera donde vendía desde un alfiler hasta el más sofisticado electrodoméstico de la época, a ese almacén le puso el nombre de "La Casa del Pueblo", hasta ahora continua ubicada en la media cuadra de la calle Juan Montalvo, entre Sucre y 25 de Junio a lado de la Residencial Almache, quien se encargó de año a año realizar verdaderos festivales frente al almacén de su propiedad para despedir, junto al pueblo, el fin de año y recibir el nuevo.
El señor Jara, quiso dar alegría a la gente que lo estaba tratando bien, es decir que se habían convertido en sus mejores clientes. Presentaba al público los novedosos muñecos que alcanzaban casi los tres metros de altura que asustaban a la gente y los niños no se atrevían acercarse, se diría que la gente hasta sentía miedo por la estructura alta de los “años viejos”.
Cada año quería que su exposición tenga más alegría y por eso decidió mandar a confeccionar los muñecos a la ciudad de Guayaquil, ordenaba que se los hagan grandes y con caretas de políticos conocidos a quienes pedía permiso para hacerlos.
Esos muñecos caracterizaban al ex presidente José María Velasco Ibarra, su amigo cercano que durante las cinco presidencias de la república lo designaba Comisario Nacional de Policía de Machala o Intendente General de Policía de El Oro; cuando el mandatario visitaba Machala, él lo recibía, atendía y acompañaba en los recorridos.
Otras veces sus muñecos caracterizaban a Don Asad Bucaram, ex presidente del H. Congreso Nacional, porque el señor Jara fue gran amigo de la familia Bucaram en especial de Don Jacobo a quien le compraba la mercadería para su almacén” La Casa del Pueblo”, pero mucho más amigo fue de Don Asaad.
En cierta ocasión habló con Don Buca, su amigo del alma, y le solicitó permiso para hacer un monigote parecido a él.
Bucaram riéndose le respondió que sí y que no habría problema alguno. Don Asad le mandó un terno de él para que vista su monigote y así fue exhibido en Machala.
Cada fin de año mejoraba la presentación de los muñecos, recreó el ambiente con la instalación de una vitrola y un altoparlante que afloraba alegre música por los cuatro vientos, invitando a compartir la fiesta de fin de año y la venida de uno nuevo.
Exhibirlos en gran número, armar una fiesta popular, realizar concursos para niños, quemar castillos, involucrarse en el perseguimiento de la tradicional vaca loca, escuchar la lectura del testamento mientras la viuda lloraba inconsolablemente y quemarlos en el momento en que la iglesia matriz y el reloj del municipio sonaban las doce campanadas se convirtió a partir de 1959 en el lugar de concentración de las familias machaleñas y porteñas.
Para mejorar e innovar la exposición de los “viejos” o grandes muñecos, el señor Jara, empezó, con el paso de los años, traer de Guayaquil unas enormes cabezas de los Siete Enanitos de Blanca Nieves que se colocaban los jóvenes que por un buen dinero se disfrazaban dando vida a los personajes, eso dio más confianza a la gente para que se acercaran.
También contrataba a la retreta o banda de músicos del maestro Rodríguez que había en esa época en la ciudad, es decir las fiestas de fin de año eran muy sonadas y mucha gente venía de otros cantones.
FESTIVALES
El éxito festivo totalmente gratuito que ofreció a los machaleños Bolívar Jara, fue copiado luego por dirigentes de la Confederación Obrera de Machala, que también comenzó en 1962 a confeccionar sus propios muñecos y añadir los bailables de fin de año en la pista de la institución.
Y comercialmente, para 1965 aparece el T. Kaybara, primer salón social de baile que estuvo ubicado en los bajos de un hotel que funcionó donde hoy se levanta “Almacenes Galarza” donde la sociedad se congregaba para festejar con orquestas traídas de Guayaquil, el baile de Fin de Año.
En Puerto Bolívar, luego de 1970 la tradición comenzó a tomar más cuerpo festivo en dos sectores, el uno en la pista del Yath Club, que estuvo ubicado en el malecón de Puerto Bolívar “Alférez Víctor Naranjo Fiallos”, sitio de reunión de los personajes políticos y de las familias pudientes de la época.
El segundo baile, presentación y quema de “años viejos” se realizaba frente a las calles lodosos del Sindicato Único de Trabajadores en Embarques de Frutas (Sutef) donde las familias de los trabajadores portuarios se divertían con la exposición de los “años viejos” y la molestosa presencia de las "viudas".
A partir de 1980 la tradicional exposición, la fiesta bailable y quema de “viejos” se cambió a la calle Nueve de Mayo donde artesanos machaleños decidieron elaborar estos muñecos para comercializarlos y fue la familia del carpintero y Comandante de Bomberos David Alonso que confeccionaban muñecos con ropa vieja, aserrín, la cabeza era elaborada con una media de nylon muy utilizada por las mujeres, luego en una cartulina le pintaba ojos, boca, nariz y cabello, las manos se copiaba igual que las de un ser humano y se hacían con pedazos de cartón o cartulina.
En Puerto Bolívar el profesor Fernando Guijarro ideó y presentó los años viejos vivientes, o sea personas disfrazadas que semejaban los muñecos que se movían deleitando a quienes pudieron admirarlo en su residencia ubicada a lado del Cuerpo de Bomberos.
MODERNOS
La tradición de quema de “años viejos, los bailes pasaron a convertirse en fiesta barriales y en los domicilios de los machaleños.
A partir de 1985 esta fiesta fue motivada por los concursos anuales de años viejos que se iniciaron a lo largo de la calle Nueve de Mayo, luego en el Parque Central de Machala, posteriormente pasó a realizarse en el Malecón de Puerto Bolívar, auspiciados por la I. Municipalidad de Machala y por Diario El Nacional.
Hoy el viejo muñeco de madera, ropa vieja y aserrín que apareció en Machala en el año de 1942 y que nadie lo confecciona, ahora ha sido reemplazado por el almidón, papel y la pintura opacando una tradición manual que convertía a las familias en verdaderos artesanos, hoy es un gran negocio.
El “año viejo” ha sido reemplazado por el “monigote” de cartón, papel, goma y pintura y sobre todo muchos explosivos para hacer ruidoso la quema del año viejo, tratando de sintetizar el fin de 365 días de frustraciones o éxitos y dar paso a los deseos de bienestar y mejores días en el próximo año.
Han transcurrido 82 años y la quema de los viejos se mantiene, aunque cada generación de habitantes hace cambios de forma.
FELIZ AÑO NUEVO 2025