15/03/2023
Que solitaria se vuelve la maternidad a veces, entre pañales y leche, entre juguetes y ojeras. Que incomprendida se hace la rutina de una madre que ya no tiene tiempo para nada ni energía para todo. Que dureza el trato con el que a veces se recibe una confesión de cansancio, un pedido de ayuda, una necesidad impostergable.
Y es que mamá es fuerte. Mamá está llena de miedos, pero ahuyenta los de los niños primero. Mamá siente angustia y llora por lo bajo porque sabe que mañana es otro día, mañana habrá más horas, más posibilidades, más ganas. Mamá siente culpa hasta de quejarse, porque si, porque no es que no los ama, no es que no sea feliz, sólo esta agotada. Mamá pelea con el tiempo porque el tiempo vuela, pelea con el cuerpo lleno de cambios a los que ama pero no por eso dejan de ser duros. Mamá arrulla al bebé, vence al sueño propio milagrosamente. Mamá tiene miles de brazos. Mamá está en todas partes antes que todos. Tal vez por eso pocos la ven.
Que ambigua es la “profesión" más hermosa del mundo, el silencio que se necesita ahora es el que se odiará mañana y la dependencia que pesa todos los días es la independencia que dolerá dulcemente algún día. No durará por siempre, la ropa se irá yendo de casa, los sonajeros se convertirán en bicicletas o en autos, aparecerán otros amores, la casa se hará más grande. Parece una locura que la vida de una madre sea vivir enfrentada a sí misma todo el tiempo, siempre aguardando revanchas.
Si, la maternidad se vuelve solitaria, llena de consejos que no se piden y de opinólogos a los que nadie invitó. Cada quién viene a decir pero no a hacer, no a colaborar. Todos a juzgar con el dedo, pero ninguno a dar la mano. Benditos los que se quedan y aceptan cambiar el baile del sábado por la película en casa el viernes. Benditas las amistades que adaptan todo a la nueva realidad momentánea. Benditos los que aparecen a preguntar cómo estás o cómo te sentís porque saben que nada es sencillo y que a veces la solución es un café y una charla.
A veces todo es tan caótico en esta sociedad que promulga solidaridad pero ejecuta abandono, en esta sociedad dónde se puede decir lo que se siente siempre y cuando eso no moleste a nadie. Y aún así, a pesar de todo esto y de lo que se calla, mamá sabe que mejor es estar sola que mal acompañada, que la magia de sacar sonrisas, parches, cuentos...sigue intacta, porque mamá es mamá pero nunca dejó de ser mujer.
Amy Rodriguez
Más allá del olvido