15/09/2024
𝐊𝐚𝐦𝐚𝐥𝐚 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐢𝐬 𝐥𝐞 𝐠𝐚𝐧𝐨́ 𝐞𝐥 𝐝𝐞𝐛𝐚𝐭𝐞 𝐚 𝐃𝐨𝐧𝐚𝐥𝐝 𝐓𝐫𝐮𝐦𝐩: ¿𝐥𝐞 𝐚𝐥𝐜𝐚𝐧𝐳𝐚𝐫𝐚́ 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫𝐬𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐫𝐞𝐬𝐢𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐄𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨𝐬?
𝑺𝒐𝒏𝒅𝒆𝒐𝒔 𝒓𝒂́𝒑𝒊𝒅𝒐𝒔 𝒚 𝒂𝒏𝒂𝒍𝒊𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒔𝒆𝒈𝒖𝒓𝒂𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒄𝒂𝒏𝒅𝒊𝒅𝒂𝒕𝒂 𝒅𝒆𝒎𝒐́𝒄𝒓𝒂𝒕𝒂 𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒖𝒏 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒎𝒑𝒆𝒏̃𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒆𝒙𝒑𝒓𝒆𝒔𝒊𝒅𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒄𝒂𝒓𝒂 𝒂 𝒄𝒂𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒔𝒆𝒎𝒂𝒏𝒂. 𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒏𝒄𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒖́𝒏 𝒎𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂𝒏 𝒖𝒏𝒂 𝒄𝒂𝒓𝒓𝒆𝒓𝒂 𝒎𝒖𝒚 𝒂𝒑𝒓𝒆𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒆𝒏 𝒍𝒐𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒅𝒐𝒔 𝒑𝒆𝒏𝒅𝒖𝒍𝒂𝒓𝒆𝒔. 𝑨𝒏𝒂́𝒍𝒊𝒔𝒊𝒔.
Sergio Gomez Maseri
Corresponsal de EL TIEMPO en Washington
Poco antes del debate del martes en Filadelfia entre Kamala Harris y Donald Trump, los asesores del expresidente republicano lo equipararon con el boxeador Mohammed Ali, quizás el más grande peso pesado de todos los tiempos y reconocido por su velocidad e improvisación a la hora de golpear a sus oponentes.
“Trump es como Alí. Puedes prepararte todo lo que quieras, como lo viene haciendo Harris, pero es poco lo que puedes hacer cuando estas frente a una máquina que te dispara desde todos los ángulos”, dijo Jason Miller, uno de sus más cercanos colaboradores.
Sin embargo, tras los “doce asaltos”, o los 100 minutos que duró el esperando encuentro entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, el resultado no pudo ser más distante de esa realidad.
O como lo puso el estratega demócrata David Axelrod siguiendo con las analogías del boxeo: “Esto fue como la tunda que le dio Trevor Berbick a Ali en su última pelea en 1981 cuando perdió por decisión unánime”.
Y aunque Trump salió del encuentro citando encuestas inexistentes que lo daban como triunfador, todos los sondeos posteriores, analistas, medios de comunicación e incluso voces republicanas confirmaron la gran velada de Harris frente a un expresidente que se pasó a la defensiva y esquivando jabs y ganchos de izquierda.
Las encuestas
Para la muestra, el botón que aportó la encuesta de Reuters-Ipsos, tomada tras el debate entre más de 1.500 personas. Un 53 por ciento le dio el triunfo a la vicepresidenta frente a un 24 por ciento de Trump. La diferencia, de 29 puntos porcentuales, es una de las más grandes registradas en la historia de este tipo de enfrentamientos.
Más aún, un 47 por ciento de los interrogados dijo que votaría por la demócrata vs. un 42 por ciento por el republicano al que muchos (otro 52 por ciento) lo encontraron “muy viejo” para comandar la Casa Blanca.
Resultados similares arrojaron encuestas de CNN, el Washington Post (entre independientes) y otras donde la diferencia entre ganador y perdedor fue aún más grande.
“Diría que Harris claramente ganó el debate. Fue capaz de meterse en la piel de Trump con sus ataques bien preparados, espichar sus botones y ponerlo a la defensiva durante la mayor parte del tiempo”, manifestó el estratega republicano Ron Bonjean.
Las diferencias fueron notables en varios frentes. Primero, el corporal. Desde el saludo –un estrechón de manos buscado por Harris– pasando por la compostura a la hora de responder, la vicepresidenta lució en control y presidenciable. En contraste con un Trump, malhumorado y de gesto agrio.
Una imagen importante dada la brevedad de su campaña (solo lleva siete semanas desde que el presidente Joe Biden se retiró intempestivamente) y las dudas que aún despierta su candidatura entre un sector de los estadounidenses.
Ya más en sustancia, Harris mostró conocimiento en política exterior al hablar de Oriente Próximo, China, Rusia y Ucrania –los temas que más resuenan en la campaña–, propuestas concretas en el plano de economía y una aguerrida defensa en temas de la agenda interna, como el derecho al ab**to y la preservación de la democracia que, según ella, está en riesgo ante las tendencias autocráticas del expresidente.
Pero lo que más destacaron los analistas fue su capacidad a la hora de irritar a Trump, a quien toreó insinuando que sus campañas eran aburridas, provocando frases que se convirtieron en memes instantáneos.
Como cuando Trump dijo que en un pueblo de Ohio los inmigrantes haitianos se estaban “comiendo a perros y gatos” o que solo tenía un “concepto de plan” para la prestación del servicio de salud.
Por supuesto, Trump también encajó golpes. Especialmente hacia el final del encuentro cuando le sacó a Harris en cara que era solo un clon de Biden y que ahora prometía un montón de cosas que debió haber cumplido durante los tres años y medio que ya llevaba en la Casa Blanca.
Sin embargo, en sumatoria, fueron más los malos momentos para Trump. Tanto así, que el jueves, dos días después, un iracundo expresidente descartó un posible segundo debate.
En el tono grandilocuente que lo caracteriza, el expresidente rechazó el posible encuentro –pedido por Harris– alegando que tras triunfar en los dos primeros –el otro fue contra Biden– un tercero era innecesario.
“No es que tengamos miedo. Es que tenemos mejores oportunidades a través de entrevistas individuales, a través de mítines políticos y visitas a los estados que en eventos donde Trump está en desventaja”, explicó Bryan Lanza, un portavoz de su campaña.
Pero en la esquina demócrata es claro que Trump no quiere dar otra oportunidad a Harris, pues teme que se confirme lo que los estadounidenses vieron el martes.
“Trump está débil y desesperado. Otro mal debate sería el fin de su carrera”, apuntó el gobernador de Illinois, J.B. Pritzker.
En todo caso, muchos creen que terminará cambiando de parecer. Sobre todo, si los ataques de Harris –ya lo están llamando una “gallina”– terminan teniendo impacto.
La vicepresidenta, además, cerró la semana con dos noticias que podrían tener alto impacto en los 50 días que les restan a las elecciones.
Por un lado, el apoyo ofrecido por la popular cantante Taylor Swift, que cuenta con millones de fieles seguidores, especialmente jóvenes mujeres de raza blanca.
Si bien no está cuantificado si el apoyo de este tipo de celebridades realmente termina influyendo en el voto, en las 48 horas que siguieron al anuncio de Swift casi un millón de personas, en general nuevos sufragantes, consultaron las páginas oficiales para inscribirse.
Algo que podría pesar en estados oscilantes como Pensilvania, donde nació Swift, y que podrían inclinar la balanza este próximo 5 de noviembre.
Paralelamente, y producto del debate, la campaña de Harris recaudó casi 50 millones de dólares en donaciones durante un solo día –la cifra más alta desde que anunció su candidatura en julio– lo cual le permite entrar a una recta final con más de 400 millones de dólares frente a los 295 millones que tiene Trump en sus arcas.
Fondos que, como se sabe, son claves en este tipo de campañas, pues les permite comprar más avisos publicitarios y hacer presencia en los estados que pesan.
Una carrera apretada
Dicho todo lo anterior, nada indica que Harris, pese a su gran noche, sea ahora la favorita.
Los analistas, de entrada, recuerdan cómo claros ganadores en debates anteriores (Hillary Clinton en 2016 o Mitt Romney en 2012) terminaron luego perdiendo las elecciones.
En el caso de Clinton contra el propio Trump, mientras que Romney se desinfló frente a un presidente Barack Obama que se recuperó en los debates posteriores.
“Aunque los debates pueden tener un efecto trampolín, este a veces es solo temporal. Algo probable en este caso donde una gran mayoría de votantes ya tiene una clara idea de sus preferencias y en un ambiente tan polarizado”, afirma Larry Sabato, de la Universidad de Virginia.
En la misma encuesta de CNN, por ejemplo, solo un 4 por ciento de los televidentes indicaron que el encuentro los había hecho cambiar de opinión –hacia Harris–.
Y si bien las percepciones tras este tipo de encuentros tardan tiempo en reflejarse de manera fidedigna en los sondeos, lo que existe en este momento habla de una carrera extremadamente apretada.
En los promedios de encuestas nacionales que sacan portales como 538 y Race to The White House, Harris le saca a Trump entre 2,6 por ciento y 3 por ciento. Para ponerlo en contexto, a esta altura de la carrera, Clinton aventajaba a Trump por 5 puntos e igual terminó perdiendo.
Adicionalmente, los últimos sondeos previos al debate tanto del New York Times y Sienna College como de Yougov ya pintaban una carrera empatada o incluso favoreciendo a Trump (en la del Times).
Y la situación en los siete estados que van a definir estas elecciones (Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Carolina del Norte, Arizona, Georgia y Nevada) era de comerse las uñas con Harris adelante en los tres primeros, por uno o dos puntos, y Trump, en los otros cuatro, por la misma diferencia y dentro del margen de error.
“La mejor manera de pensar sobre esto, por más anticlimático que suene, es que las elecciones estaban apretadas antes del debate y seguirán apretadas después. No hubo un golpe demoledor o un nocaut. Tampoco es claro que su desempeño haya convencido a los pocos indecisos que quedan en este ciclo”, sostiene Bonjean, el estratega republicano.
De hecho, si algo ha demostrado Trump a lo largo de los años es su resiliencia. Nada, ni juicios de destitución, procesos judiciales, acusaciones de violación sexual y abuso, o esfuerzos por desconocer los resultados de las elecciones del 2020 han modificado la percepción de su base de votantes, que sigue siendo firme y al parecer inamovible.
Así mismo, Harris, por muy buen debate que haya tenido y pese a venderse como la candidata del cambio, arrastra con todos los problemas de la administración Biden, de la que hace parte.
Especialmente, los relacionados con el alto costo de vida por la inflación y la crisis de inmigrantes en la frontera sur, los dos temas que más están pensando entre los electores, según la mayoría de las encuestas.
La vicepresidenta, sostienen los analistas, es la que más espacio tiene para crecer y nadie duda que está fue una buena semana. Pero, al mismo tiempo, nadie sabe tampoco si le será suficiente.