18/05/2023
"Mi fantasía“
Él, sí, él es mi completa fantasía, ese hombre perfecto que sueñas en tu mente, el verdugo de tus sueños, y del conjunto de rarezas que un día anhelas tener, un sueño hecho realidad.
Se viste y camina como rey, con el porte de todo un señor. Su perfume, ¡su perfume!, destila desde lejos llegándote ese aroma que te hace despertar la feromona, sabiendo que es él sin verle, su boca, una boca de ésas que provocan. Su barba limpia y afeitada lo suficiente para ser visible; sus ojos, ojos negros como la noche, que te hacen perder en su oscuro mar; ¿Y qué decir de la manera en que habla? es de esas que te matan y te hacen mojar en un instante de emoción. Su piel, tersa, suave, como la de un bebé, su pecho, mi sueño, con vello, no tanto, pero lo suficiente para despertar a la fiera, y esa pícardia que roba suspiros en tan solo un instante, en fin me quedo corta para expresar qué es mi fantasía, mi sueño imposible, aquel ser prohibido, el pecado de Eva y el motín de mi cuerpo.
Hace tiempo me habla, sin dejar en evidencia esta fuerza que nos conecta y nos desespera, pero las miradas son hambrientas y asesinªs.
Creo que él siente lo mismo que yo, lo presiento, lo siento en mi torrente sanguíneo, en los poros de mi cuerpo y en mi aliento, al respirar su mismo aire, al estar de pie a mi lado.
El tiempo pasó y un día ocurrió lo inevitable, lo irresistible, lo prohibido, lo soñado y anhelado,
—Él me hizo suya—, y luego huyó lejos de mí, tan lejos que no volví a saber de él.
En ese momento fue lo mejor, no quería ser un problema en su vida, y él no quería obsesionarse con mis besos y con mi cuerpo.
Pasó un año, y por cosas del destino, nos vimos, aunque yo no sabía que él era quién conducía una camioneta que por poco se estrella por verme cruzar la calle.
Ese día me escribió, me dijo:
—¡Me paralizas!, solo puedo huir una vez más de ti
Y yo simplemente le respondí :
—Me parece bien que lo hagas así. Yo tampoco podría controlar el deseo al tenerte a mi lado.
Pasaron dos años largos y la casualidad nos vuelve a jugar una mala pasada, solo lo ignoré, hice que no lo vi y él hizo lo mismo. En ese momento pensé, ¿todo ese fuego ya murió? Pero para mí sorpresa, dos semanas después, me llegó un mensaje:
—Hola, como estás, esta vez no me paralice en tu presencia.
—Hola, todo imaginaba, menos volver a hablar contigo, me parece bien que ya no te paralices en mi presencia, eso quiere decir que ya todo paso.
(Risas nerviosas sonaron en el mensaje)
–Delante ti, no podría sostenerme, no olvido nada de lo que pasó, menos tu gemido y la manera en que te hice mía.
(Risas y más risas)
—Pero saliste huyendo, y no hay nada que hacer a eso, quizás es mejor así.
—¿Te puedo ver?, ¿Solo para charlar?
(Más risas)
—Claro, estamos en distanciamiento social, como quieras.
La cita quedó acordada, la hora precisa y el mensaje de ya voy llegando, ya estacioné, estoy en camino, y yo pendiente de él.
Cuando lo vi venir, la que se paralizó fui yo, en un momento todo pasó como un dejavu, un mar de sentimientos se despertaron, ¡no lo podía creer!, sentía con más intensidad que ayer el deseo de tenerle, lo veía caminar de lejos y yo ya moría de ansiedad, de nervios y de lujuria por él.
Entró, nos saludamos como un par de desconocidos, empezamos a hablar en distanciamiento social, pero mientras nuestros ojos se gritaban de una manera exagerada, nos comíamos a miradas, él se perdían en mi alma y yo en su mar, nos empapamos en segundos, y ni siquiera no habíamos tocado el cuerpo, pero las miradas ya nos habíamos desnudando.
Él me dice:
—Tienes cinta en la camiseta
—¡Quítala! — y me tocó un pecho.
Suspiró y dijo:
—Ojalá tengas más cinta.
simplemente sonreí y le susurré:
—Porqué no revisas y de paso tocas más...
Todo se salió de control, de un momento a otro él ya bebía como un niño mu**to de hambre de mis pechos, ya mordía ansioso la cúspide de mis montañas, ya recorría mi cuerpo con sus manos, sus besos subían y bajaban de mi boca a mi pecho, las lenguas se entrelazaban en un juego infernal de ch**ar, lamer, subir y bajar con tanta intensidad, que parecíamos fieras que devoran su presa sin piedad.
En un instante y como por arte de magia, lo corrí al rincón, le bajé el pantalón y quedé de rodillas a sus pies, ahora era yo la que me bebía su ser, la que saciaba esa hambre, ese placer por hacerle estremecer, era yo la que dominaba a pesar de estar de rodillas, era él quién entrelazaba mi pelo en sus manos y me jalaba para adentro, todo su falo estaba dentro de mí, todo su ser lo succionaba, todo lo lamia y lo chupaba, estaba desenfrenada por ese sabor, por esa mezcla de lujuria que goteaba de él, por esos sonidos desgarradores que emanaban de su garganta, mientras lo hacía mío y solo mío, todo era intensidad, placer, pecado y lujuria, y en instantes..., ¡todo se derramó en mí y para mí!, todo me lo bebí, no desperdicie ni una gota de su miel.
A él le temblaban las piernas, no podía de tanto jadeo, se le iba la respiración, solo me miraba y pronunciaba mi nombre, solo decía:
—Esto es una locura.
Y mi nombre en sus labios, qué bello se le veían.
Lo senté para que se calmara, y yo en medio de sus piernas le besaba todo, su pecho, sus piernas, su ombligo, su gloria y él me miraba con una ternura que no pensé ver en sus ojos, me acariciaba el rostro, mientras yo me impregnaba más de su olor y de su sabor, mientras me atragantaba de toda su hombría y solo se oía mi nombre entre los suspiros de los dos, hasta que exhaló fuertemente, de esos que te llevan la vida, que te quitan el aliento, que te dejan con las piernas temblando y yo, yo solo me limpié la boca sin dejar escurrir una sola gota.
—Te lo debía, suspirando me lo decía.
y yo sonriendo le respondí:
—'Sí', y no saliste huyendo.
Después de unos minutos, toma aliento, se levanta, se asicala, se arregla como si no hubiese pasado nada.
—Me tengo que ir
Y y yo sonriendo
—Dame un beso de despedida
Y y él me besa el alma, se marcha sin mirar atrás, sin saber si algún día el destino, lo pondrá nuevamente en mi camino.
Hoy todavía huelo a él, y lo pienso más que nunca, no dejo de sorprenderme de la cacería de carne en la que nos convertimos, en sentir esas sensaciones que pensé no volver a sentir jamás y que creí estaban muertas ya, es impresionante vivir el cielo y el in****no en carne y hueso en tan solo un momento que la vida me regaló, para recordarme quién soy y que estoy viva, llena de vida y de placer y de amor por entregar.
Quizás algún día llegué alguien dispuesto a morir entre mis piernas, de la misma manera que yo moriré en ellas...
