14/05/2024
El relevo político generacional: retos y oportunidades
Por. Patricia Arache
República Dominicana posee una población mayoritariamente joven. Informes de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) indican que el 60.63% de las personas nacidas en este territorio, son de edades comprendidas entre 0 y 34 años.
Esa realidad se manifiesta en los equipos gerenciales de bancos, consorcios comerciales, agencias inmobiliarias, bufetes de abogados, constructoras, organizaciones sociales, instituciones públicas y, por supuesto, en la política, una de las principales actividades de participación masiva en el país.
El relevo político generacional comenzó a tomar cancha cuando el 5 de julio del año 2020, en elecciones extraordinarias generales presidenciales y vicepresidenciales, Luis Abinader Corona, obtuvo el triunfo para convertirse en el primer mandatario de la nación, nacido después del ajusticiamiento del tirano Rafael Leonidas Trujillo, ocurrido el 30 de mayo de 1961.
Asumió la presidencia de la República el 16 de agosto del 2020, con 53 años, recién cumplidos el 12 de julio, día del año 1967, en el que nació.
Siempre ha habido presencia juvenil en todos los ámbitos, claro, que sí, pero su explosión en la política y en la conducción de organizaciones públicas y privadas es mucho más evidente en estos tiempos, en los que, además, paradójicamente, la población tiene una tendencia hacia el envejecimiento por la reducción de la fecundidad, la disminución de la mortalidad y el aumento de la esperanza de vida al nacer.
Las elecciones presidenciales y congresuales del próximo domingo, 19 de mayo, están cargadas de ofertas juveniles de todos los partidos y movimientos políticos que terciarán en ese proceso, sobre el cual hay muchas expectativas de que todo prosiga con la paz, la tranquilidad y la certidumbre con la que se ha desarrollado la campaña proselitista.
Es oportuno resaltar retos y oportunidades que tiene el relevo político generacional que en su momento tendrá la responsabilidad de conducir los destinos de la nación, en una etapa caracterizada por diversos y disímiles procesos de transformación en todos los sentidos, incluyendo, en el aspiracional colectivo.
Entre los retos, sin dudas, figura la adopción de prácticas que les permita establecer estrategias de diferenciación entre los viejos y los nuevos liderazgos; así como la implementación de mecanismos que contribuyan a reducir las inequidades sociales y de oportunidades que históricamente han predominado en la sociedad.
Como oportunidades, todas las posibles, esencialmente, la de demostrar que los jóvenes son más que teteos, francachelas, exhibicionismos y tendencias.
Abrir los espacios para la participación ciudadana, asirse de los avances tecnológicos para impulsar políticas públicas a favor de las mayorías, impulsar la inclusión y el respeto de la gente y a la gente, en cualquier circunstancia, elevar la calidad de la educación y de la formación para todos.
También, generar compromisos de la sociedad para la protección y cuidado del medio ambiente y los recursos naturales; impulsar el trabajo interinstitucional y alcanzar, en fin y por fin, un Estado eficaz, innovador y proactivo.
Es al relevo generacional que le corresponde, además, sepultar las viejas prácticas que políticos tradicionales, aunque sean intelectuales y visionarios, no han logrado superar y que suelen activarlas con mayor fuerza y frecuencia en épocas electorales, entre ellas, la demagogia, la falacia, el populismo y la falta de coherencia entre lo que se hace y lo que se dice.
Los jóvenes pueden y deben seguir impulsando cambios, antes ya lo han hecho y fundamentalmente, con humildad y conciencia, aprovechando la experiencia de quienes han transitado antes por el camino que les correspondería a ellos trazar los pasos y que lo han hecho con decencia y sin exhibir grandes máculas. Los ejemplos no sobran en República Dominicana, pero existen.