24/01/2023
Al Gran AJEF Don Fernando Suárez Núñez iniciador y sostenedor de la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad
La palabra modesta y sencilla, vehículo del pensamiento que juzga con alardes de asimilación y matices de cordura, ha de brotar de nuestros labios hoy, con más pureza y sinceridad que nunca, con la nobleza que su causa le brinda, para rendir homenaje a la excelsa figura de Don Fernando Suárez Núñez, al ciego del grupo que buscó la luz como símbolo de pureza y verdad, y que vio más que todos, y la disfrutó mejor porque para recibirla y divulgarla solo necesito su corazón presto a toda bondad y su férreo carácter dispuesto a sostenerla.
Plasmar en unas cuantas cuartillas notas bibliográficas de Don Fernando Suárez Núñez resulta labor casi imposible, ya que su existencia múltiple y agitada no puede encerrarse totalmente en unas pocas páginas. Pero el tiempo apremia y la labor exige ser realizada.
Nació Don Fernando el 7 de mayo de 1882, en La Habana, teniendo un humildísimo origen por su cuna. La pobreza de sus padres les impidió darle una instrucción acabada, como supo él dársela a sus hijos y obtenerla para sí mismo, ya que fue de esos hombres que todo lo debieron a su esfuerzo personal. Su oficio fue el de herrero y eso mismo, probablemente, nos explica ese carácter de forjador de su personalidad, primero y, con el tiempo, de las juveniles estructuras que plasmó más tarde en la AJEF.
Tomada su vida a grandes rasgos, lo vemos como de herrero se eleva, por el espíritu de superación a Concejal del Ayuntamiento de la Habana en 1910 y allí haciéndose sentir siempre como masón logró una donación de $1.000.00 para la recién fundada Biblioteca de la Gran Logia y obtuvo también que la calle situada al costado de la Gran Logia fuera designada con el nombre de Fraternidad. Si su acción como miembro de la Cámara Municipal Habanera fue de importancia, no menos lo fue la de miembro del cuerpo de bomberos voluntarios de la Habana, la de fundador en Cuba de la Cruz Roja, y la de presidente de la Unión de Industriales Metalúrgicos, de la Junta Directiva del Centro de Dependientes, etc.
Solamente con 18 años, por ser hijo de masón, fue iniciado en la Logia Amparadora el 23 de marzo de 1901, y el 20 de mayo de 1902 en unión de otros hermanos fundó la Logia Juventud y Progreso. Más tarde se regularizó en la Logia Hijos de América, donde fue orador y se dio de baja para aspirar a Concejal para realizar más tarde obra masónica a total plenitud. Regresa a la institución en la Logia Minerva, de donde pasa a Juventud y Progreso el 22 de febrero de 1911, siendo su Maestro desde 1912 hasta 1919, en cuyo año se retiró para ingresar en la logia Perseverancia hasta su muerte, de la cual fue maestro desde 1921 hasta 1928.
Citar sus obras masónicas resulta labor interminable, ya que en toda labor noble y constructiva encontramos el nombre de Don Fernando, por lo que solo haremos mención de algunas de ellas: la construcción de dos mausoleos en la Necrópolis de Colón destinados a los miembros y familiares de los masones, obra está que tuviera su antecedente en la realizada por el propio Don Fernando para la Logia Juventud y Progreso, que fuera el primero construido con todos sus atributos masónicos, burlando la intransigencia religiosa que prohibía la más ligera mención a la masonería, la creación del fondo de Ahorros, la construcción del comedor de la Casa de Beneficencia de Matanzas, Premio a la Asistencia con medallas y diplomas, Diputado a Gran Maestro de la Provincia de la Habana, Diputado del Quinto Distrito, fundó la Asociación de ex-Venerables Maestros y desempeñó el cargo de Tesorero de la Asociación de Escritores Masónicos, Presidente y Secretario de la Junta de Patronos de la Gran Logia de Cuba y Gran Segundo Diácono de la misma, recibiendo Titulo de Honor de dicho cargo, cooperó con el doctor Enrique Llansó en la construcción del Asilo Nacional Masónico y prestó ayuda a diversas logias para la construcción de sus templos, Gran Representante de la Gran Logia de Escocia, del Oriente Español y de las Grandes Logias de San Salvador y Saskatchewan; autor entre otras obras de la Liturgia de Aprendiz, Ceremoniales: Fúnebre, de Consagración de Edificios, de Banquetes Masónicos, de Recepción de Panteones Masónicos y Liturgias para la Asociación Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, autor también del Cuadro Lógico Ilustrado y Biográfico de la Logia Juventud y Progreso, Impresiones de Viajes de la Excursión Masónica a los Estados Unidos y del folleto El Por Qué del Nombre de Nuestras Logias; Presidente de la Comisión de Jurisprudencia y Asuntos Generales de la Gran Logia de Cuba, creó la Asociación Jóvenes Esperanza de la Fraternidad y de la Masonería Cubana obtuvo el título de Benemérito de la Orden con placa de oro y del Ajefismo el de Gran Ajef, de ambos la más alta distinción.
De esta manera llegó el día 24 de enero de 1946 y a la 1:55 de la tarde en su casa de Márquez González, número 513, altos, entre Pocito y Jesús Peregrino, en la ciudad de la Habana, cesó de latir, cansado y agotado, aquel corazón grande y generoso que fuera Don Fernando; al mismo tiempo que reposaba para siempre el incansable balancín, de su constante movimiento de péndulo, que fuera por muchos años el incansable compañero del viejo luchador; y por último el teléfono confundido y anonadado no escuchó más la voz de enfermo del maestro, que se iba, acaso presuroso, pero con la serenidad del Justo, de acogerse a los brazos de la INMORTALIDAD.
Redacción por:
V.H Yang López Secretario de la Comisión Asesora Nacional del Ajefismo e Instructor de la Logia AJEF "Mariana Grajales".