23/01/2025
"Quizá nos hayamos querido demasiado"...
Richard Burton fue el último en incorporarse al elenco de Cleopatra. Cuando Elizabeth Taylor salió del hospital tras haber superado una terrible neumonía que casi la mata, Fox decidió trasladar el rodaje de Londres a Roma y rodar en los Estudios Cinecittá. El equipo de decorados trabajó a contrarreloj y el equipo de producción terminaba de completar al grupo de protagonistas. Tenían a la Taylor como la reina egipcia, a Rex Harrison como Julio César y faltaba el actor que daría vida a Marco Antonio. Richard Burton era la gran opción, pero llevaba años sin hacer cine metido de lleno en el teatro. Le convencieron y se unió al equipo, aunque realmente a quien se unió fue a Elizabeth Taylor.
Existen varias versiones sobre cómo empezó el romance. Unos dicen qué Burton quedó perdido nada más al ver a Liz y otros dicen que era ella quien se lanzó a la conquista. Fuera como fuera, el flechazo derivó en pasión y la pasión en amor, un amor que hizo correr ríos de tinta. Fue hasta marzo de 1962, el romance ya era de dominio público y los paparazzi trabajaban a marchas forzadas para atrapar a la pareja, la más famosa del momento. Hasta el Vaticano se metió en el asunto, calificando a los amantes de “vagabundos eróticos”. Liz y Richard se volvieron inseparables y tras divorciarse de sus parejas, se casaron. La boda fue el 15 de marzo de 1964 y se celebró en el Ritz-Carlton de Montreal. La prensa lo llamó 'El matrimonio del siglo'. Liz tenía dos hijos, Michael y Christopher, fruto de su matrimonio con su segundo esposo, Michael Wilding, y también una niña, Liza, de su tercer matrimonio, con Michael Todd. Richard Burton y su esposa Sibil estaban en pleno proceso de adopción de una niña alemana, que se pasaría a llamar María Burton. Su amor se veía en las revistas del corazón y en el cine, ya que rodaron juntos 11 películas.
Como en mucjos matrimonios se amaron y se terminaron odiando, pero no pudieron escapar de aquel magnetismo envenenado y acabaron protagonizando una de las historias de amor (o desamor) más turbulenas de Hollywood. Lo que sentían el uno por el otro fue desenfrenado y colérico. Con peleas bajo los efectos del alcohol, altibajos y riñas insoportables, su atración era tan fuerte como su tóxicidad. Empezaban a beber en el desayuno y no paraban hasta la madrugada: formidables borracheras y discusiones que no tenían reparo en mostrar a gritos y en público. La prensa se frotaba las manos cuando se filtraba algún detalle íntimo o se veía a la actriz luciendo una nueva joya. Tras diez años turbulentos juntos se separaron, el divorcio llegó en 1974.
La separación derrumbó a la actriz, aquel año sólo grabó un film, La masoquista, en 1975 no tocó un solo plató de cine. Parecían vivir un eterno, "ni contigo, ni sin ti". Elizabeth se fue a vivir a Nueva York mientras él se establecía en Los Ángeles. En un comunicado, Liz afirmó: “Quizá nos hayamos querido demasiado”. Solo 18 meses después de su divorcio, la pareja volvió a casarse. Liz retomó también su carrera profesional, pero como ocurrió con su matrimonio, aquello solo fue un espejismo y sus apuestas un fracaso. La segunda boda se celebró el 10 de octubre del 1975 a orillas del río Chobe, en Botusana. Dicen que de aquella unión, solo fueron testigo los hipopótamos de la zona. Trataron, sin suerte, de dejar el alcohol. Las broncas volvieron a repetirse hasta que llegó de nuevo el divorcio.