24/02/2023
Cuando quieres puedes. El resto son excusas
Todos los seres humanos con el sólo hecho de estar en este mundo, tenemos un sinnúmero de capacidades que debemos aprovechar al máximo mientras el tiempo va pasando.
Quizás al momento de vivir adversidades, vamos desistiendo de algún sueño u objetivo sin saber que, con el sólo hecho de soñarlo, también podemos hacerlo realidad.
Debemos vivir la vida de manera que no haya espacio para las excusas, para el desánimo y dejar que nos invada la constancia para realizarnos. Somos los únicos capaces de impedir o dar paso a lo que queremos lograr, sólo debemos tener voluntad, mantenernos y dar todo de nosotros hasta ver el logro anhelado.
Aprovechemos cada segundo, cada paso de tiempo en nuestras vidas y veremos que al final del camino, mejor siempre va a resultar "haberlo intentado".
Todos hemos conocido o tenemos cerca a alguien habituado a poner excusas casi con cada circunstancia. Ese sutil, pero llamativo arte, para eludir cualquier tipo de responsabilidad, agota y desgasta. Algo así genera serios problemas a nivel laboral, familiar y sobre todo a nivel personal.
Esqueísmo: Dícese de la tendencia humana a buscar justificaciones (excusas) a su conducta tóxica en lugar de buscar soluciones o aprendizajes.
El problema del «esqueísmo» o de esa sucesión de «es que...», «es que...» y «es que...» que nos impide actuar y nos aleja de ser quienes queremos ser es que, damos una veracidad y una credibilidad a todo lo que nace de nuestro cerebro basada en la supuesta autenticidad, es decir, nos creemos a nuestra voz interna, a la voz de nuestros pensamientos porque pensamos que somos realmente nosotros los que hablamos. Pero en realidad nuestra mente no funciona de esta manera, «Tenemos pensamientos constantes. Cada tres segundos pueden llegar a nuestra mente cientos de pensamientos. Y ni todos son racionales ni todos tienen valor, ni todos son verídicos ni reales. Por tanto lo que tenemos que hacer es desmontarlos, no justificarlos. Tenemos que analizar qué es lo que hay detrás de esos pensamientos». Pero esto implica llevar a cabo un trabajo de gestión y de autoconocimiento, pues detrás de ese «síndrome del esqueísmo» está un fenómeno que se llama disonancia cognitiva. Y esto lleva a que cuando tienes comportamientos tóxicos y tomas conciencia de ello generas un malestar contigo mismo. Y eso no le gusta a tu cerebro, pues existe una incongruencia entre «lo que haces» y «lo que dices que quieres hacer».
Por tanto, frente a la amenaza del «síndrome del esqueísmo» tenemos dos opciones.
Una es aceptar que lo que estamos haciendo es ponernos excusas para no hacer lo que realmente queremos y aprender de ello. «Esto es doloroso a corto plazo pero beneficioso en el largo plazo».
Y la otra es dejarnos llevar por el esqueísmo poniendo excusas que nos eliminen el malestar y que nos hagan creernos nuestras propias mentiras para sentirnos mejor en el corto plazo con nosotros mismos o frente a otros. «¿Qué opción crees que te hará feliz?».
Vamos que todo se puede si así realmente lo queremos.
Buen despacho
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