13/11/2024
Un día como hoy 9 de noviembre 1978, mientras cantaba en pleno escenario del Hotel Tequendama de Bogotá, Colombia, falleció Miguelito Valdés, “Mister Babalú”. Con nombre de pila Miguel Ángel Eugenio Lázaro Zacarías Izquierdo Valdés Hernández, había nacido en La Habana, Cuba, el 6 de septiembre de 1912. Excepcional Sonero que se inició con el “Sexteto Habanero Juvenil” para después formar parte del “Sexteto Jóvenes del Cayo”, “Sexteto Occidente”, “Orquesta Casino de la Playa”, “Orquesta Havana Riverside”, “Orquesta de Xavier Cugat”, "Orquesta de Noro Morales", “Machito y sus Afro-Cubans” y su propia Orquesta.
Para los que someramente reconocen su voz, Miguelito Valdés fue apenas una referencia en la música cubana. Para la posteridad, para los degustadores de la música cubana, en cambio, es una de las figuras más brillantes de la historia del son, de la rumba, del bolero, del canto afro...
Su influencia fue decisiva sobre Benny Moré, Cascarita, Tito Rodríguez y muchos otros. Su enfoque sin limitaciones de lo que debía ser la melodía, la armonía y el ritmo así como su técnica vocal percusiva, siguen siendo apreciadas mientras su voz da vueltas y vueltas en reproductores divulgando la sabrosura, el entusiasmo y la energía que le dieron amplia ventaja sobre cualquier otra figura en su género e idioma.
A su regreso a La Habana pronto fue llamado por el saxofonista Manolo Castro para que hiciese parte, como baterista y cantante, de la Orquesta de los Hermanos Castro, la primera big band de la isla, que se presentaba por esos días en el club privado del millonario Alfredo Hornedo, una de las mejores del momento y muy apetecida en las sociedades blancas. Con los Hermanos Castro comenzó a imponer su estilo vocal singular de interpretar las canciones de tinte africano, o simplemente “afros”.
En junio de 1937, junto a seis integrantes de dicha orquesta que buscaban mejorar su status, ampliar repertorio y tener mejores arreglos, fundaron la Orquesta Casino de La Playa. Estaban a las puertas de provocar un ciclón musical en el Caribe. La orquesta, considerada por muchos como la más importante nacida en Cuba en todos los tiempos, estuvo integrada por Guillermo Portela (director y violín), Miguelito Valdés (vocalista, percusión, guitarra y administrador), Anselmo Sacasas (piano y arreglos), Walfredo de los Reyes -también cantaba- y Luis Rubio (trompetas), José M. Peña (trombón), Unésimo González (contrabajo), Liduvino Pereira, A. Rodríguez y Alfredo Sáenz (saxofones) y Ernesto de la Vega (guitarra y maracas). La orquesta, de músicos blancos y de carácter cooperativo, tomó el nombre del exclusivo lugar en la playa de Marianao que los contrató por 5 años a cambio de que adoptaran el nombre del Club.
En el mismo mes, mientras se estaban organizando, seleccionando repertorio y en los primeros ensayos, exactamente el 17 de junio, grabó Miguelito con la Casino para la RCA Victor sus primeros temas: “Bruca maniguá” y “Ben acá tomá” de Arsenio Rodríguez, “Cachita” de Rafael Hernández, “Taboga” de Ricardo Fábregas y “Dolor cobarde” del propio Miguelito, su primera composición registrada. Fueron muchas las grabaciones que se convirtieron en éxitos indiscutibles de todos los tiempos. Según Valdés “durante tres años grabábamos ocho temas cada dos semanas”. En realidad grabó con ellos 76 canciones según confirma la inmensa discografía de la música cubana de Cristóbal Díaz Ayala, las últimas el 21 de octubre de 1940.
En ese mismo 1937 debutaron en la CMQ radio en el programa “El Show del Jabón Candado”. Entre grabaciones y presentaciones la fama de la orquesta se disparó. Visitaron en giras triunfales a Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela, Curazao, Colombia -a Barranquilla y Cartagena llegaron en agosto de 1939 invitados por las Emisoras Unidas y Emisora Fuentes de ambas ciudades con presentaciones también en teatros y clubes-, para concluir en Panamá, desde donde regresaron a Cuba.
La fama y la consolidación de Miguelito como cantante de afros se acrecentó cuando grabó en febrero de 1939 “Babalú” de Margarita Lecuona. La grabación fue conocida en todos los rincones, hasta en Estados Unidos, eje de distribución de la RCA Victor. En Nueva York fue popularizado por el cubano Desi Arnaz en una versión edulcorada para los medios masivos norteamericanos y los clubes. Esta situación, y buscando mejores remuneraciones artísticas y económicas, motivó su deseo de abandonar la orquesta y partir hacia los Estados Unidos, aunado con su inquieta personalidad incapaz de no permanecer por mucho tiempo en un mismo sitio. El investigador Max Salazar aseguraba que su salida se debió al racismo imperante siendo él un mulato en una orquesta de blancos. Otros aseguran que fue por diferencias con el director Guillermo Portela y otros porque atendió una oferta que le hizo el hábil empresario y líder de orquesta Xavier Cugat en esos días en La Habana.
A Nueva York
En la Gran Metrópoli comenzó a trabajar con la orquesta Siboney de Alberto Iznaga donde otra vez se encontró con su amigo, el inmenso Machito. Dos semanas después fue contratado por Xavier Cugat y debutó con ellos el 12 de mayo en el Sert Room del Hotel Waldorf Astoria, cantando en las tardes en el Paramount Theater y en las noches en el Starlight Roof, del mismo hotel, presentando la Camel Cigarette Show Rumba R***e.
El 27 de mayo empezó grabaciones con la orquesta de Cugat para la RCA Victor con los temas “Blen blen blen” de Chano Pozo, “Macurije” de Juan Manuel Guerrero y las composiciones propias “Rumba rumbero”, y “Nueva conga”. Después siguieron una cadena de éxitos con el catalán entre los cuales recordamos “La negra Leonó” de Ñico Saquito, “Anna Boroco Tinde” de Chano Pozo, “Ecó” de Gilberto Valdés, “Yo tá namorá” de Arsenio Rodríguez, “Los hijos de Buda” de Rafael Hernández, una nueva versión de “Babalú” y otros tantos más también popularizados antes con su voz con la Casino de la Playa.
En los últimos días de 1941, con Cugat, se trasladó a Hollywood para participar en la película “You were never lovelier” (en Latinoamérica se conoció como “Bailando nace el amor”), junto a Rita Hayworth y Fred Astaire. Su éxito con las grabaciones y presentaciones con la orquesta de Cugat, le ganó el apelativo de Mister. Babalú, con el cual fue reconocido en todos los círculos latinoamericanos y norteamericanos, incluyendo la Casa Blanca. Se dice insistentemente que este apodo se lo puso Harry S. Truman, presidente de la Unión entre 1945 y 1953, quien en una presentación benéfica como candidato presidencial, le pidió que cantara “Babalú”, su canción preferida, y durante toda la noche saludó al artista “Hello Mister Babalú”. También circula la versión de que el apelativo se lo puso John F. Kennedy en un club de Nueva York a donde lo llevó Frank Sinatra, en los tiempos de candidato presidencial.
Su estilo de cantante afrocubano con giros y gestos de los vocalistas norteamericanos de jazz lo llevaron a compararlo con éstos y a calificarlo igualmente como “El Cab Calloway latino”. Su imagen llegó a ser incluso portada de la revista Billboard. A su salida de la orquesta de Cugat -fue reemplazado por Tito Rodríguez-, en 1942, por diferencias con el catalán que sentía opacada su presencia, pasó a realizar grabaciones con Machito y sus Afrocubanos para el sello Decca. Fueron 24 temas la mayoría previamente grabadas con la Casino La Playa y la orquesta de Cugat, y grabados en un tiempo record de 48 horas. Con una orquesta que armaba cuando obtenía contratos se presentaba regularmente en los clubes El Mocambo, La Martinica, La Conga y Hollywood de Nueva York. En 1943 regresó a Cuba contratado por Amado Trinidad Velazco, el magnate de la emisora RHC Cadena Azul.
Por fin organizó su propia orquesta, en agosto de 1948, para grabaciones con los sellos Verne y Coda-SMC de Gabriel Oller. Con esta última grabó 22 temas, entre ellas una composición propia dedicada a Chano, y contó en las sesiones con los pianistas René Hernández, Eddie Cano y Al Escobar y con los percusionistas Ray "Little Ray" Romero, Carlos Vidal, Luis Miranda y Modesto Calderón. En otras grabaciones con su orquesta tuvo como saxofonistas a los jóvenes Stan Getz (tenor) y Gerry Mulligan (barítono) y a los trompetistas Al Stewart y Al Porcino. Los arreglos los hacían Eddie Sauter, Chico O'Farrill, Pérez Prado y René Hernández. Grabó igualmente con los sellos Monogram, en 1950, y Tico, en 1953, ahora respaldado por la orquesta del pianista cubano René Touzet. También grabó algunos temas con "La Sonora Matancera", entre ellos el conocido "Arroz con Manteca".
Realizó luego grabaciones para la RCA Victor con la orquesta del arreglista cubano Chico O´farrill y con la del pianista puertorriqueño Noro Morales -en 1951- y en unas vacaciones en La Habana, también en 1951, grabó con la Sonora Matancera para la Seeco, entre ellos “Arroz con manteca”, “A pasarse un pollo” y el sabroso “Se formó el rumbón”. Con su orquesta grabó para la MGM en 1952 y continuó con ella por varios años hasta que debido a las dificultades de manejar una gran orquesta redujo la nómina y a mediados de los 50 la disolvió. Siguió con un pequeño combo, otras veces con el pianista boricua Luisito Benjamín y el bongosero Ray Romero cumplía los diferentes compromisos.
En 1957 es contratado para una temporada en el Cabaret Tropicana en La Habana junto a la intérprete Lucy Fabery. Ese mismo año se residenció nuevamente en México y años después grabó un larga duración para Tico, “México, yo te canto”, con el Mariachi Tenochtitlán. En la nueva década fue llamado por Machito, en 1963, para una serie de grabaciones con Tico, publicados en el LP “Reunión”. El éxito del tema “Que pena me da”, otra de sus composiciones, una proclama por la unidad de los músicos latinos en Nueva York, revitalizó brevemente la carrera de Valdés.
El resto de la década del sesenta y en forma intermitente continuó presentándose por todos los escenarios y acrecentando sus grabaciones, destacándose las realizadas con la orquesta de Mariano Mercerón -pachangas, para entrar a tono con la época-, con la Sonora Mexicana, de nuevo con la orquesta de Chico O´farrill para los álbumes “Bien casado” e “Inolvidables”, para el sello Verve, y con la orquesta de Tito Puente para el picaresco álbum “Canciones que mi mamá no me enseñó”. En esos años apareció como conductor en varios programas de televisión del canal 47 de New York y fijó su residencia definitiva en Los Ángeles.
En marzo de 1978 sufrió un preinfarto cardíaco en México. Dos meses después, el 26 de mayo, recibió un homenaje en el Roseland Ballroom de la Latin Music Industry de Nueva York por sus 42 años de labor artística. Días después, en Puerto Rico, junto a la orquesta de Machito, Charlie Palmieri, Johnny Pacheco, Ray Barretto y Lalo Rodríguez, participó en una gira por la isla, que, a pesar de tanta luminaria junta, terminó en un fracaso económico. Aún así, en noviembre de ese año fue contratado por el cantante y ahora empresario René Cabel para una temporada por varias ciudades colombianas, que incluyó la grabación de un álbum con la orquesta de José María “Curro” Fuentes para el sello Phillips, con merengues, porros y cumbias de Santander Díaz, José Barros, Mario Gareña, Jesús Lara Pérez y Lucho Bermúdez. También incluyeron composiciones del propio Miguelito Valdés y el imprescindible de Chano Pozo.
La noche del jueves 9 de noviembre de 1978, se marchó de la vida cantando en pleno escenario del Salón Monserrate del Hotel Tequendama de Bogotá. Acompañado por la orquesta de Tomás de Santi cantaba un mosaico de canciones, que interrumpió pidiendo excusas antes de desplomarse víctima de un ataque cardíaco.
Su cadáver fue cuidadosamente preparado en el Hospital Militar de la capital y, dos días después, enviado a la ciudad de Los Ángeles donde residía con su segunda esposa Elyana, con quien tuvo dos hijos. Ingresaba así a los predios eternos Mr. Babalú compartiendo su sagrario de recuerdos y música con sus santos yorubas.¡Qué en paz descanse y gloria eterna para él!