
18/01/2025
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UNA VIDA INCANSABLE, UNA LUCHA INCANSABLE
DOCUMNETAL HASTA QUE LA VIDA NOS ALCANCE.
Mujeres Caminando por la Verdad una apuesta colectiva de resistencia y memoria en la Comuna 13
“Con las situaciones de violencia en la 13, uno no sabía cómo abordar el acompañamiento a estas mujeres, realmente la guerra lo coge a uno de imprevisto”.
Hermana Rosa Cadavid
En las épocas de mayor dinámica del conflicto armado en la Comuna 13, las mujeres habitantes del territorio comenzaron a llegar a las puertas del Convento de la Madre Laura, buscando un lugar seguro para huir de la guerra y un espacio donde poder dar testimonio de lo que estaba padeciendo la sociedad civil.
La Comunidad Religiosa de las Lauritas con el liderazgo de la Hermana Rosa Cadavid, se convirtieron en un oasis para las comunidades que padecían los rigores de una guerra que ya conocían, pero no en las dimensiones y en la crudeza de ese año 2002.
“Fueron momentos muy difíciles porque cuando se generó toda esa época de violencia una no sabía cómo abordar la ayuda a las víctimas, porque vivieron una época donde desafortunadamente no tenían como quien los ayudara y entraron como en shock. Si recuerdan en esos tiempos la gente tampoco podían salir mucho a contar lo que les estaba pasando y tampoco nadie podía entrar en los barrios, prácticamente estaba confinada toda la zona. Antes de que empezaran las operaciones militares que fueron tan fuertes, que se dieran esta situaciones tan dolorosas, nosotras ya veníamos trabajando con un grupo de mujeres, haciendo tal vez un esfuerzo de resistir a la violencia, las confrontaciones, los enfrentamientos, el asedio a las comunidades y los desplazamientos se convirtieron en parte de la cotidianidad de los barrios. La gente sentía un miedo aterrador y surge con nosotros un grupo de mujeres que hicieron resistencia a ese momento y dicen no nos vamos a dejar sacar del barrio, esto es nuestro”, relata la Hermana Rosa Cadavid.
En aquellos inicios de la guerra y de la peor historia del conflicto armado que haya vivido la Comuna 13, en épocas en que se generaron todas las rupturas sociales a causa del miedo, en los años que las confianzas tejidas empezaron a romperse, en ese mismo año de la barbarie, paradójicamente nació una de las más bellas juntanzas de mujeres que se han gestado en el territorio, mujeres que 20 años después siguen caminando juntas y alzando su voz ante las indiferencias, los silencios y los olvidos.
Juntas en un mismo caminar colectivizaron sus ausencias, sus tristezas, sus esperanzas y sus sueños. Unidas han construido hermosas quimeras a pesar de que llevan más de dos décadas llorando a sus ausentes y luchando para que la frágil memoria no olvide a sus mu***os y sus seres amados desaparecidos.
Las mujeres en la 13 han sido ejemplo en la historia de poblamiento y desarrollo del territorio, en la gestación de movimientos y organizaciones sociales que le han apostado a la transformación de las realidades sociales de los barrios, en resistir desde la no violencia al actuar de los grupos armados legales e ilegales, nunca se han callado, no han dejado que el frio silencio opaque el recuerdo de lo amado, han mantenido la palabra viva y un espíritu rebelde que no se ha doblegado ante el miedo y la amenaza, nunca se han resignado ante la desesperanza y su largo andar por más de dos décadas han logrado que perviva por siempre la memoria.
Ante la desaparición forzada de los seres queridos y otros hechos victimizantes que vivieron las mujeres en la Comuna 13, el colectivo de Mujeres Caminando por la Verdad se convirtió un espacio donde las mujeres encontraron un consuelo en medio de sus pérdidas y ausencias, aprendieron a escuchar sus historias, a hacer catarsis de los vacíos y las tristezas, a solidarizarse en sus luchas y reclamos, se hicieron fuertes y su voz se levantó con dignidad en medio de la afonía indiferente de esta sociedad.
“Ese es un miedo constante en nuestras vidas que nos llegue la muerte sin poder saber nada de nuestros seres queridos, las mujeres que buscamos a nuestros desaparecidos tememos que cuando ya no estemos, ya nadie siga esta lucha en que hemos puesto tantos años de nuestras vidas”, expresa Margarita Restrepo, Integrante del Colectivo Mujeres Caminando por la Verdad.
Durante este caminar de dos décadas muchas mujeres han sentido el peso de cargar con tantas tristezas acumuladas, de tantos recuerdos albergados en cada rincón de la memoria, mujeres que la vida les ha dejado cicatrices en los rostros y en el alma, mujeres que no renuncian a la utopía del reencuentro con los ausentes, mujeres que aunque las fuerzas se agoten, no renuncian a seguir caminando en busca de la verdad.
“Una de las preocupaciones que tenemos en el grupo es verlas como también las fuerzas físicas, emocionales y mentales se van desgastando y muchas señoras se han mu**to desafortunadamente sin saber la verdad. Y cuando se nos mueren las mujeres, muchas veces de repente, pero no es de repente es de tanto sufrir, en el grupo ahí mismo se siente el bajonazo, y dicen ya nos va a pasar a nosotras lo mismo y ni siquiera nuestros hijos van a poder a continuar con este tarea, porque se van a quebrar ante tanto dolor y tantas incertidumbres. Yo tengo un registro de 25 integrantes de nuestro grupo que se han mu**to en este caminar sin saber la verdad y creemos que tampoco es justo, es que ya son demasiados años para sufrir”, relata la Hermana Rosa Cadavid.
Alejandra Balvín, mira hacia atrás y descubre las heridas y ausencias que ha dejado en su vida la guerra, está convencida que al lado de tantas mujeres del colectivo seguirá honrando las luchas de su madre y que sus pasos y voz seguirán andando hasta saber la verdad y encontrar los desaparecidos de la Comuna 13.
“A mí la guerra me quitó mi familia, porque primero me desaparecen a mi papá, luego mi hermano y me quitan a mi mamá, porque mi mamá somatiza ese dolor de todas esas cosas y esas angustias y todo una búsqueda que somatizó todo su dolor y su tristeza en un cáncer que se encargó de llevársela. Después de que mi mamá faltó, yo dije: hijueputa a mi mamá se la llevó la guerra, a mí me faltó mi familia a causa de la guerra, Es muy teso que te toque seguir en una lucha constante, buscando respuestas porque esa es la dinámica y el país en que te tocó vivir. Pero también mi madre me dejó una herencia hermosa que es este grupo de mujeres y en la lucha de cada una de ellas están las luchas y las esperanzas de mi madre”.
Esta guerra dejó el alma en harapos de tantas mujeres, trató de borrar el rastro de tantos seres queridos, quisieron acallar sus voces, silenciarlas, pero no contaron que de las cenizas de la barbarie resurgió la memoria en el andar y en la voz de las mujeres.
Cuántos años se necesitará para saber la verdad, para curar las heridas de la infamia, cuántos sueños y proyectos de vida perdidos a causa de la guerra, cuánta incertidumbre y tristezas puede albergar el corazón de una madre. Cuánta perseverancia hay en estas mujeres que en medio de la desesperanza nunca han desfallecido, cuánta valentía y persistencia se necesita para mantener viva la memoria de los ausentes que nos dejó la absurda guerra.
En honor a esas mujeres que se marcharon sin poder encontrar a sus seres queridos y sin saber la verdad. Larga vida para las que siguen aún luchando y alzando la voz en medio de la afonía de esta ciudad.
“Con las situaciones de violencia en la 13, uno no sabía cómo abordar el acompañamiento a estas mujeres, realmente la guerra lo coge a uno de imprevisto”.Her...