24/10/2024
La perversa Teología Marxista de la Liberación y el INMENSO mal que hasta hoy se sigue causando. Este señor debe estar rindiendo cuentas a Dios por toda la distorsión que provoco y cuantas almas se perdieron por sus enormes estupideces.
En ocasión de la muerte de Gustavo Gutierrez, vuelvo a publicar lo que escribí sobre la "Teología Latinoamericana de Liberación".
Bendiciones para cada uno de ustedes.
LA TEOLOGÍA LATINOAMERICANA DE LIBERACIÓN
Mucha gente a veces me escribe un poco confundida, preguntándome si la teología de la liberación es algo bueno y si se puede comulgar con ella. Quiero responder un poco a esas preguntas.
Se podría definir la teología de la liberación de muchas maneras, pero yo voy a elegir una que si bien puede sonar “simplista”, creo que la pueden entender desde el más erudito de los intelectuales hasta la persona más sencilla: la teología de la liberación sería mezclar marxismo con catolicismo. Hay que decir que esta mezcla NO ES POSIBLE, ya que como decía el Papa Pío XII: “el marxismo es una ideología intrínsecamente mala, y nadie que se declare católico puede profesarla” (Divini Redemptoris, 19 de Marzo de 1937). El marxismo y el catolicismo no pueden tener ningún tipo de reconciliación, como no la pueden tener Cristo y Satanás.
Hay que decir lo que la teología latinoamericana de liberación NO ES.
NO ES TEOLOGÍA: la teología tiene como objeto formal a Dios como último fin y hacia lo cual todo debe ser dirigido. La teología de la liberación no es teología ya que busca reducir todo misterio revelado por Dios (Encarnación, Trinidad, Virginidad de María) al plano humano-temporal. Por dar un ejemplo: Gustavo Gutierrez afirmaba (basado en Karl Rahner) que si bien Cristo es quien más gracia tiene delante de Dios, todos estamos llamados a crecer en gracia, y aunque todavía la gracia de Cristo no ha sido superada, podría llegar a serlo por otros seres humanos que participen intensamente de esa comunión divina (pone ejemplos como Gandhi, Mahoma, etc). Decir esto es reducir a Cristo a una simple persona humana, cuando el Señor no es solo hombre, sino también Dios (además, Gandhi y Mahoma no están al nivel de Jesús ni siquiera del punto de vista humano, amén de que Cristo es la verdad y estas personas estaban en el error). En definitiva, la teología de la liberación humaniza todo lo que es divino, y diviniza todo lo que es humano. Y lo hace no como lo hacían los medievales, cuyo fin era no la explicación del misterio en si, sino más bien mostrar la no contradicción entre lo racional y lo divino; sino que la teología de la liberación busca que los misterios divinos sean reducidos al plano “simplemente racional e inmanente” (es decir, el misterio deja de ser tal y se encierra en la pobre mente humana). Haciendo esto, se quita del medio a Dios y solo queda el hombre.
NO ES LATINOAMERICANA: sus principales pensadores no son de América Latina, pues su filosofía inmanentista es hegeliana (Friedrich Hegel era alemán), y su teología es en gran parte rahnereana (Karl Rahner era alemán también)
NO ES DE LIBERACIÓN: la verdadera liberación que Cristo hace es la del pecado. Por lo tanto, si bien la Iglesia también debe buscar ayudar a los pobres del punto de vista material, eso no sirve de nada si uno no busca la salvación de sus almas en primer lugar. Al marxismo no le interesan los pobres, simplemente los necesita para generar la dialéctica entre los burgueses y los indigentes. Si fuese que el marxismo buscase realmente solucionar esa gran desigualdad entre ricos y pobres, ahí no estaría el problema. La dificultad se presenta porque para el marxismo, los pobres no son más que un instrumento para alcanzar el poder político.
Cuando un comunista llega al poder, su gobierno se convierte en un capitalismo de estado, porque lo que hacen los gobiernos marxistas son sacrificar a su pueblo para fortalecer al gobierno, y de esa manera no solo NO se soluciona el problema de la pobreza sino que lo agudiza, pues todo el pueblo termina viviendo en la indigencia (excepto el estado, obviamente). Los únicos comunistas felices que conozco son aquellos que no viven en un país marxista.
La teología de la liberación, al ir de la mano con el marxismo, termina siendo cómplice de las barbaridades del comunismo (el comunismo dejó más de 100 millones de mu***os en el siglo XX, además de haber prohibido las libertades fundamentales, en especial la religiosa), que no hace más que reducir al ser humano a la tuerca de un engranaje social dominado por un estado totalitario.
Pero lo más grave de la teología de la liberación es que, en el mejor de los casos, se ocupa de los cuerpos de los hombres pero no de sus almas, y como dijo Cristo: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? (Mc 8, 36). La verdadera liberación se da en el confesionario, cuando un hombre se arrepiente de sus pecados y busca cambiar su vida pecaminosa por la gracia divina. De nada le sirve a un hombre salir de la pobreza material para luego condenar su alma en el in****no. La teología de la liberación elimina en el hombre sea el pecado original como los pecados personales. También elimina a la Iglesia como único camino de salvación ya que profesa que todas las religiones son iguales. Y más grave aún: la teología de la liberación hace creer a los hombres que su problema principal está en el cuerpo, cuando en realidad está en el alma, pues como dijo Jesús: “No temáis a los que matan el cuerpo. Temed más bien a quien puede arrojar vuestras almas en el in****no” (Mt 10, 28).
Contra los errores de esta nefasta ideología, hay que decir que la única liberación está en Cristo y en la Iglesia Católica, sin la cual no hay salvación. El único modo que el hombre puede ser liberado es arrepintiéndose de sus pecados, confesándose y buscando vivir una vida según los mandamientos divinos. La verdadera esclavitud no está en la pobreza, sino en el pecado.
Obviamente, hay que buscar con todas las fuerzas que los hombres no vivan en la pobreza material, y hay que luchar para que los más marginados y débiles puedan salir de situaciones que son tremendas para sus vidas. Sin embargo, nunca hay que olvidarse de lo siguiente: es mejor morir pobre materialmente pero en gracia de Dios, que morir lleno de oro pero en pecado mortal. El que muere pobre materialmente pero con la gracia en su alma, recibirá su compensación en el Reino de los Cielos. En cambio quien muere lleno de oro pero fuera de la amistad de Dios, vivirá en la terrible pobreza espiritual que es el in****no. Nunca dejemos de ayudar a los pobres, pero preocupémonos en primer lugar de la pobreza espiritual. Esa es la primera misión de la Iglesia.
Bendiciones para todos.