10/12/2020
¡Hola a todos!
Desde Lazo Psicoanalítico nos complace invitarlos a leer esta nota escrita por Diana Liceth Castro para nuestras redes sociales en el marco de la línea de trabajo .
Diana es psicóloga clínica de orientación psicoanalítica y Maestrante en Psicología Clínica con profundización en psicoanálisis. Ella comparte con nosotros la siguiente nota a propósito de la amistad:
ACOMPAÑANTES DE SOLEDADES
Diana Liceth Castro Sotelo
La vida del neurótico (los considerados “normales”), va constituyéndose en experiencias que singulariza y que configuran historias que cada uno en su debido momento decide contar a alguien, experiencias matizadas de sufrimientos, angustias, alegrías, festejos… todo un cóctel de vivencias cuya función es hacernos vibrar para sentirnos vivos, pero aquí es donde puedo precisar que el decidir contarle las propias angustias a alguien no es gratuito, pues el valor de la palabra y la tramitación de aquello que causa malestar, a quien decide hablar, produce un efecto balsámico que le genera cierta tranquilidad cuando es a un amigo a quien se le cuenta estas cosas.
Aquí me permito advertir que no es equiparable la relación que se tiene con un otro semejante (amigo), a cuando en el ámbito clínico, se decide contar los sufrimientos a un psicólogo o a un psicoanalista (este acto es una forma distinta de ser acompañado en las soledades de quien sufre o goza).
Entonces ¿qué es un amigo? ¿un amigo es el que escucha? ¿un amigo es aquel en quien se deposita algo de lo propio? No me detendré en describir una respuesta a estos interrogantes, no existe una lista de cualidades que determinen y fijen lo que sea Ser amigo, ya estaríamos cayendo en el campo del ideal, pues cada quien en su singularidad y en su realidad psíquica ha ido elaborando una idea que define qué es un amigo, ese es sin dudas un lugar que se construye, y aquí quiero introducir un lugar desde dos posiciones: lo que se considera como un amigo, es decir, quién es mi amigo, pero por otro lado, el lugar que yo ocupo como amigo, ¿cómo soy como amigo? Una pregunta que dejaré formulada para que cada uno piense en sus propias respuestas.
Quiero mencionar que hacer amigos para algunos es más fácil que para otros, tal vez en tiempos de vida como la adolescencia, la amistad se eleva a un plano primordial en el individuo, y no es gratuito que los amigos sean elegidos, pues allí operan asuntos identificatorios que han pasado de la escena familiar hacia lo particular, de lo íntimo de las relaciones edípicas (familiares) a lo público de las relaciones exogámicas, aunque, en el tejido de la amistad, se van dando pasos agigantados hacia lo íntimo. Pero aquellos que les toma más trabajo hacerse amigo y hacerse a un amigo, se permitirán o no, de acuerdo a sus posibilidades, hacer otras formas que, para sí, sea una amistad.
Finalmente, en las historias, habrán algunos amigos de fiestas, amigos de estudios, amigos de momentos, de confidencias, amigos que ya no son amigos, y es precisamente esta la particularidad de la amistad, un acompañamiento de soledades no sofocantes, solo de algunas soledades, solo con algunos amigos, solo en algunos momentos, porque en la amistad solo es posible su existencia a partir de su sostén en las distancias, un respeto por el otro, por las diferencias, es una forma de amor que no incluye la apropiación del otro en su Ser.
¡Unos acompañantes de soledades, eso, pueden ser los amigos!