28/12/2022
-Soliloquio en acto único-
Hice silencio, pues era el coloso, el gran teatro Colón.
Desde las sillas, el Coco dirigiendo, pero desde los palcos, los fantasmas de mi infancia jodiendo, alharacando ¡Imprudentes! Aquí vi zarzuela junto a mí abuelito, y aún así no respetan ¡Insensibles, hoscos, majaderos! Me dan ganas de parar el ensayo e ir a conjurarlos con un oratorio de insultos que me sé... Sin embargo se van, asustados, los fantasmas, aunque no quise ser violento.
Igual no volvieron... Y es que nada ni nadie debe soportar las iras de un desgarbado sobre la escena, ni siquiera los fantasmas. Eso es violencia.
Estoy molesto, luego me lo guardo para mí, así que charlo conmigo, -vamos bien Prieto, respirando, serenos, no le dijimos nada al sujeto que nos está azotando desde el penúltimo ensayo- y, pues sí, al tipo apenas lo miré de reojo, pero lloré en los brazos de Karla ¡Lo quería cascar! Dejé de charlar conmigo, porque yo me distraigo conmigo, pero yo amo el teatro, así que no hay tiempo para la distracción.
Luego aquello que estoy haciendo no es actuación, aún no, porque de esa bóveda llena de utileria en desuso que es mí cabeza, nada sale.
De hecho nada ha salido.
El Coco me retorna a la realidad ¡Que tipazo! Ojalá yo hubiese tenido un amigo así en mis épocas de niño cuasiadulto, pues seguro me habría alentado a ser un luchador enmascarado o corista de una orquesta tropical, mis opciones dos y tres cuando entendí que no sería médico.
Pero me tocaron tres garzupias que me dijeron que yo tenía talento para actuar, - pa decir mentiras será -, les dije siempre, entonces salía el negro Agamez y decía que el papá de él aseguraba que yo iba a ser presidente, porque era muy fluido, - y también mentiroso - seguía pensando yo.
Eso sigo pensando yo.
Recuerdos pendejos, época rara, pero feliz, no entiendo porqué, en fin, ahora sobre el escenario solo importa lo que dice Coco.
Él y César, el otro director, son puntuales, gente chévere, punkeros de espíritu, luego mis compas de residencia olvidan que en este escenario somos actores, no directores, y todos dirigen.
Los directores me dijeron que yo sería un Meneses cantante de fonda, del tipo piano man, derrotado en los bajos, ahuevado y esforzado, silencioso, pues el ejercicio de rotación debe ser así, y así lo haré, me dije para mí.
Pero nada, empezaban las cátedras extracurriculares: te sugiero ser más expresivo, te sugiero cantar más sucio porque la voz te sale por encima del nivel, y nos opacas... ¿Y es que el combo de cuatro actores que nos vienen haciendo curaduria a varios de los más adultos, ahora son críticos de ópera? Pero la gente hermosa de la música, la que sí sabía, entonces me orientaba, - canta así, baja aquí, pon la voz débil allí - y breve, porque la vida es breve, y además perfecta, diría él, Coco.
La función se realizó, y la residencia finalizó. Descubrí mucha gente linda entre quienes pude conocer, así que volví a llorar en los bracitos de Karla, pues me sentí mal por esos pensamientos pecaminosos, - es que uno no debe estar pensando en pegarle a la gente cita -, y el consabido - sí mi amor, lo bueno es que lo reflexione - y yo preguntándole que porqué en onces días de estadía no habíamos hecho el amor sino tres veces, teniendo semejante cama, buen hotel, con todo pago y suculentos banquetes, y entonces comprendí que hay una violencia que nos rebasa, y que se llama angustia, ante la cual Karla, duerme profundamente, y ante la cual yo, abro los ojos más y más para encontrar no se qué solución en medio de la oscuridad.
Otra torpeza muy propia de mí.
Violencia también es querer vivir a profundidad once días de escuela pura, pero tener los sesos hurgando en los bolsillo vacíos.
Menos mal que tengo una cabeza que sirve de bóveda, y está escasa de sesos, así que al teatro Colón le pienso y le digo que nos volveremos a ver, ora como un piojo actor, de los que se empeñan más en hacer que parecer, ora en medio de la juvenil energía de las nuevas generaciones de actores y directores, que desbordan talento.
Si no, teatro Colón, nos veremos en mí pronta calidad de fantasma, pero que nos vemos nos vemos, porque ya nos vimos.
Cae el telón.