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ActualidadHECHOS TRASCENDENTALES EN ESTE NOVIEMBRE 2024Por Juan Vicente Gutiérrez MagallanesPrimero. Se puso en vigencia...
13/11/2024

Actualidad
HECHOS TRASCENDENTALES EN ESTE NOVIEMBRE 2024

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

Primero. Se puso en vigencia la Ley 57 de 1910, mediante la cual el 11 de Noviembre se declara “Día Festivo Nacional, por motivos del Grito de Independencia del 11 de Noviembre, dado en Cartagena de Indias, donde la Provincia de Cartagena declaró la Independencia Absoluta de la Corona Española”. Hecho que se constituye en el de mayor trascendencia enfrentado al 20 de Julio, pues en esta fecha sólo hubo una manifestación “engañosa” de descontento, donde solicitaban continuar bajo el Régimen Español.

Desde hace mucho tiempo atrás se venía solicitando. Darle el verdadero valor que el 11 de Noviembre de 1811 representa para la ciudad. Los profesores de Historia, deben hacer énfasis en este hecho, y explicar ampliamente el porqué el 11 de Noviembre fue festivo.

Segundo. Durante los días de la celebración, no se escucharon los íconos musicales de las Fiestas Novembrinas, se olvidaron de los Porros, Fandangos y otros aires de compositores como Rufo Garrido, alegrando las fiestas con sus canciones: “Angeles Somos”. “La Vaca Vieja”. “Compadrito”. “Vuélvelo a Poné”. “Falta la Plata”. “La Palenquerita”.

Clímaco Sarmiento, también estuvo en el olvido, no se escucharon: “Cumbia Sabrosa”. “La Cigarra”. “Bombo y Maraca”. “Guiro y Guacharaca”.

Fueron unas Fiestas donde se olvidaron de las inquietudes del difunto Emery Badel, que para estas celebraciones recordaba las canciones de Pedro Laza y sus Pelayeros: “Que Bello”. “Cumbia Barulera”. “La Ñeca”. “El Cebú”. “El Buré”.

Este 2024 solo se escucharon canciones de la música Urbana y una que otra Champeta. ¡Pobre Cartagena, se olvidaron de la Cumbia, el Merengue, El Fandango, el Porro y otros géneros que le dieron vida a las Fiestas de Noviembre!

Pacho Galán fue otro olvidado, nada de: “Ay Rosita Linda”. “Cumbia Panorámica”. “La Butifarra de Pacho”. “El Merecumbé”.

Yo esperaba que, al menos, la Emisora de la Universidad de Cartagena, rindiera tributo a los compositores arriba nombrados.

Pasadas las fiestas de Noviembre, sólo queda esperar el próximo año y, en este diciembre, a que no se vayan a olvidar de la Música propia de las Navidades.

En buen momento ha sido elegida Ximena Silva Padilla, Reina Popular del barrio Fredonia, un amplio sector abandonado de la urbe, donde Su Majestad, estudiante de psicología, deberá cumplir un papel muy fuerte y tenaz sobre la divulgación de la Cultura y Educación cartageneras, en pro de ganarse el derecho a ser elegida Concejal de Cartagena.

EMILY FERRER(Del Libro EL AMOR ASESINO Y OTROS CUENTOS)Por Gilberto García MercadoCuando alcance la colina y observe all...
04/11/2024

EMILY FERRER
(Del Libro EL AMOR ASESINO Y OTROS CUENTOS)

Por Gilberto García Mercado

Cuando alcance la colina y observe allá abajo la fachada de la Tienda Girasol, se calmarán estos deseos irresistibles de ver a Emily Ferrer, sonriendo detrás del mostrador e indagando al interesado sobre qué desea adquirir en esta mañana calurosa de agosto. A veces llego hasta el lugar, no para que me edite algún documento en el ordenador, sino para mirar exclusivamente a la joven. La primera vez que la vi me sorprendieron los rasgos finos y dulces de su fisonomía de adolescente. Una fuerte lluvia que se desgajaba sobre la ciudad me había obligado a buscar refugio en la Tienda Girasol. Entonces, al alzar los ojos y sacudir las gotas de lluvia de mi camisa tropecé con los ojos verdes oliva de Emily Ferrer. «Ni que fuera una aparición del otro mundo», sonrío la chica un poco divertida. Y fue tal el asombro por su belleza que en tres o cuatro minutos no articulé palabra alguna. En un rincón del local, tres colegialas conversaban indiferentes al diluvio que caía, un joven alto y flaco, de cabellos rubios, a intervalos se asomaba a la vastedad de la lluvia. Su rostro reflejaba la contrariedad de quien no quiere faltar a clases en una tarde asaltada por el invierno. Tampoco yo las quería perder. «Ni siquiera lo intentes», dijo una voz detrás del mostrador al observar que el joven alto y flaco amenazaba con salir fuera y abandonarse a los vaivenes de la lluvia, «El Centro Meteorológico acaba de informar que lloverá hasta las seis: olvidémonos de ir a clases hoy, Samuel». El que hablaba era un chico mayor que Emily Ferrer, quien guardaba cierta semejanza con la chica. «Debe de ser su hermano», pensé. Esa tarde estuve evitando las miradas de la joven, desde la elevada silla, en medio del local, detrás del mostrador, y como si se hallara en una garita, ella contemplaba sin pestañear todo lo que sucedía en el local, afuera, el aguacero bramaba como si fuera una bestia infernal herida de muerte.

Nunca había llovido tanto como aquel día. Cuando creíamos que el diluvio aflojaba, más se acrecentaba la intensidad de los vientos. En hora y media de hallarnos sitiados por octubre, por fin habíamos aceptado el faltar a clases aquella tarde.

— ¿A qué hora cierran la tienda? —dije a Emily Ferrer, un poco incómodo, pues en el local apenas quedaban, ella, su hermano y yo.

—A las seis—agregó la chica con la complacencia de quien está acostumbrada a cualquier eventualidad—Tendremos que salir a la lluvia. No hay señal alguna que indique que el aguacero vaya a amainar.

A las cinco y media colocó cada cosa en su lugar, desenchufó algunos aparatos eléctricos, contó minuciosamente el dinero de las ventas del día y, como si yo no estuviera presente, aventuró la frase que me heriría por siempre en el corazón:

—Espero que no seas como los chicos revoltosos de la Universidad. Inventan cualquier pretexto para faltar a clases. Un día dicen que tienen conflictos en casa, otro que sus padres no tienen en donde caerse mu***os, en fin, como ahora que llueve y muchos optaron por no ir a clases.

—No soy como ellos—protesté—Hay algo en tus ojos que me ha obligado a mirarte.

Quizás nadie en la vida le había hablado francamente como yo. La expresión tuvo el efecto de unir a dos seres que se querían mucho, pero que, paradójicamente, no se conocían. Algo me dijo que tenía que salir de la Tienda Girasol antes de que el enojo en la chica pasara a mayores. Abandonarme a las contingencias de un aguacero en el que comenzaría a fraguarse una serie de experiencias que girarian en torno a la vida de Emily Ferrer. Comprendiendo entonces el significado del sortilegio, me asomé a la ciudad exangüe, las gotas frías que salpicaron mi rostro me devolvieron a la realidad de una Emily Ferrer que me contemplaba anhelando una agradable despedida. Fue entonces cuando entré de nuevo al local y, armándome de valor, la besé intempestivo en la mejilla, al tiempo que gritaba:

—No soy como los demás y me encantaría ser tu amigo.

La lluvia y una sutil oscuridad, por aún no haberse encendido el alumbrado público, me acompañaron por la avenida en donde estaba la casa de mis padres. En el recorrido, reflexioné sobre los extraños fenómenos de la vida. Muy a pesar de vivir en una ciudad, desde siempre, nunca me había tropezado con unos ojos verdes de una Emily Ferrer y, ahora, bajo una borrasca impetuosa, me reprochaba de mil maneras distintas, no haber conocido a tan hermosa criatura, sino hasta estos momentos. «Son las trampas del destino que le encanta jugar con la gente», me decía desconcertado, «A veces tenemos nuestro complemento a unos cuantos pasos de nosotros mismos, y somos ciegos, sordos y mudos, frente a una realidad». Cuántas veces no llegué hasta la Tienda Girasol, cuántos años me negué a su existencia, cuántas veces, ante la invitación de un amigo, le decía con sorna y desprecio, «¡no, en ese lugar, no! ¡Mejor veámonos en otra parte!». Estamos aquí y no, vivimos inmersos en nosotros mismos, sin saber que, a nuestro lado, separados por muros invisibles, se halla nuestro complemento. Una Emily Ferrer como la protagonista de esta historia, engañada también por el destino, haciéndola creer que todos los chicos que concurren a su tienda son unos revoltosos sin remedio.

Estuve por una semana indeciso, pasaba por el sitio y, un miedo a descubrir que jamás había estado en aquella tienda de mi invierno, me entristecía. Por la época había descubierto mis dotes de escritor y no sería extraño que esas virtudes estuvieran forjando en mi entorno la imaginación de un novelista. No era entonces descabellado que lo sucedido en aquella tarde de octubre no fuera más que la ficción de un escritor maquinando su propio relato para no sucumbir ante una hoja en blanco. Quizás yo me estuviera paseando por las líneas de mi propia novela. Tal vez estaba atrapado entre la Tienda Girasol y mi vida. Me angustiaba el solo hecho de ver gente agolpada en el local que regentaba Emily Ferrer, a veces me detenía a veinte o treinta metros del lugar, y si veía salir a alguien lo abordaba atosigándolo con alguna pregunta:

—Dime, amigo. ¿Hay alguna chica de ojos verdes atendiendo en el mostrador? Tiene el cabello rubio y es bonita…

—Pero ¿por qué no lo comprueba usted mismo? —me decía el interlocutor, cuando la inquietud y la calma en mi rostro, dependían de lo que me pudieran contar sobre la hermosa administradora del lugar. Sin embargo, algunas veces, alguien parecía seguirme el juego y se desbordaba en descripciones sobre lo que sucedía a cuarenta o cincuenta metros de mí. A veces, respuestas como, «sí, es una joven de cabello rubio en compañía de su novio. Se ve que se quieren mucho», contribuían a entristecerme.

Desde que conocí a Emily Ferrer, la vida no sería la misma, si no contemplaba a la hermosa criatura. Aún recordaba la mansedumbre de sus ojos, cuando la besé en la mejilla, aquel día de mi naufragio.

Ganar entonces la colina se convertiría en mil excusas de parte mía para no perder de vista a la muchacha. Por lo demás, a la gente le agradó la iniciativa de subir constantemente la pendiente, si con eso el cuerpo se ejercitaba y era ejemplo para los demás chicos de la zona. Lejos estaban de imaginar que el cambio producido en mi vida se debía a los ojos verdes de Emily Ferrer. No sé cuántas veces estuve viendo mi rostro en sus ojos fulgurosos. No sé cuántas veces llegué con un miedo enorme, sospechando que en algún momento ella apagara la felicidad de esos días, con la frase lacónica: «Tú eres un chico revoltoso, Efraím».

Ahora, allá abajo, se vislumbra, a un lado de la Avenida Principal, la Tienda Girasol. Ardo en deseos de llegar al local, como la primera vez y, observar desde el rincón de mi silencio, a la bella Emily Ferrer. El calor de agosto me tortura y en el suéter se observan algunos mapas de humedad. Sin embargo, sé que desde el mismo instante en que contemple a la chica, toda tortura y desasosiego por no verla desaparecerán.

— ¡Otra vez por aquí, abuelo Efraím! —se escucha una voz al interior de la tienda—Le he dicho que la señora Emily Ferrer si vivió aquí, pero de eso hace más de cincuenta años. A propósito: hoy me han traído noticias de que la pobre vieja murió en un asilo en Bogotá. Olvídese de ello, viejo Efraím. ¡Sé que fueron grandes amigos, pero hasta ahí, olvídelo!

—He de acatar tu consejo—le digo al propietario de la Tienda Girasol.

Y mientras me devuelvo por la pendiente, creo escuchar la voz del propietario, quien comenta:

«Pobre, el señor Efraím, mañana otra vez preguntará por Emily Ferrer».

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De Una Nueva HistoriaPERSONAJES IMPORTANTES QUE DEBENESTAR EN EL NUEVO CHAMBACÚPor Juan Vicente Gutiérrez Magallanes All...
24/10/2024

De Una Nueva Historia
PERSONAJES IMPORTANTES QUE DEBEN
ESTAR EN EL NUEVO CHAMBACÚ

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

Allí, en aquel amplio espacio, muchas veces recorrido por Manuel Zapata Olivella, cuando iba a visitar a su abuela Ángela Vásquez, en la casa de los Pitalúa Villa, ubicada en el Callejón del Esfuerzo, era esperado Manuel.

El pensamiento de Zapata Olivella era que en aquel amplísimo terreno se construyera el Parque de las Américas, donde estuvieran las efigies de líderes, tales como Benkos Biohó y otros.

Hoy, cuando el Señor Alcalde Dumek Turbay Paz, presenta un proyecto con el cual se construirá el «Nuevo Chambacú», debe ser justo que allí haya un sitio donde se encuentre la Efigie de Manuel Zapata Olivella, y un relato sobre personajes que vivieron y dieron gloria a Colombia, tales como los boxeadores Antonio Cervantes (Kid Pambelé), Bernardo Caraballo, Dinamita Pum, el Paye Atómico, y, otros, como el beisbolista, José Magallanes.

El Nuevo Chambacú, debe llevar la impronta de lo que fue aquel sitio. Donde estuvo el mayor tugurio de Cartagena, allí tenía su residencia el Agente de Policía Aguirre, que impartía el orden en la cárcel de varones, ubicada en el barrio de Sandiego.

El antiguo tugurio de Chambacú hace parte de la Historia de la Ciudad, este dio motivo para escribir la ejemplar novela «Chambacú corral de Negros». Y muchas canciones como «Chambacú» del Maestro Antonio María Peñaloza.

Estamos de acuerdo con que se construya el proyecto del «Nuevo Chambacú», sin olvidar hechos que son fundamentales, allí debe estar la Efigie de Manuel Zapata Olivella, un escritor de grandes proyecciones, mostrado en diferentes continentes, como se ha hecho en Senegal, donde en su capital, Dakar, se realiza un Congreso en el cual se resalta la vida y obra de Manuel Zapata Olivella.

Los viejos chambaculeros que vivieron en aquel tugurio, esperan la edificación de la estatua de Manuel.

ESTE 2024 DEDÍCATE A SACAR EL ANIMALDE ESCRITOR QUE LLEVAS CONTIGO: ESCRIBE ¿Tienes un manuscrito? Si eres de los que ll...
17/10/2024

ESTE 2024 DEDÍCATE A SACAR EL ANIMAL
DE ESCRITOR QUE LLEVAS CONTIGO: ESCRIBE

¿Tienes un manuscrito? Si eres de los que llevan un diario, que registras los eventos importantes de tu vida en un cuaderno. O, acaso posees alguna novela o un volumen de cuentos o poemario al que no le tienes fe, quizás por el temor que se apodera de ti cuando escuchas la palabra escritor, poeta, cronista o ensayista, déjame decirte que con nuestra ayuda podemos convertir tu manuscrito olvidado en una gaveta a los rigores del tiempo, en una novela o texto publicado que puedes legar a las generaciones futuras.

En Con-Fines Culturales nos dedicamos a rescatar esas sueños e ideas recogidos en una libreta y le damos, mediante un tratamiento especial, forma de libro. No olvides que un buen libro sobrevive a los embates del tiempo y te da una presencia intemporal. Además, quién quita que esta motivación que hoy te transmitimos no descubra el animal de escritor que, tú sin sospecharlo, llevas contigo.

Deja tu trabajo en nuestras manos. Somos un equipo que goza con el respaldo de la Asociación de Escritores de la Costa. Entre otros servicios ofrecemos informes de lectura, corrección de estilo, Asesoría en cuanto a Derechos de Autor, publicamos en Amazon tu trabajo, abrimos una cuenta en la que podrás observar cómo se comporta la venta de tu libro en el mundo.

Interactuamos tu trabajo con las redes sociales, y te orientamos para que puedas concursar en los principales concursos en lengua castellana. Con casi 900.000 visitas contamos con La Calvaria Literatura, https://lacalvarialiteratura.blogspot.com.co una revista digital en donde podemos divulgar tu trabajo, La Web de Las Letras, ¡Entre Notas y Cuartillas! y cinco blogs más que te darán en poco tiempo representación a nivel hispánico y latino.

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Más Allá De Una Línea Divisoria“"LA DIÁSPORA DEL HOMBRE EN LA BÚSQUEDADE LA CIUDAD PROMETIDA POR DIOS"Por Juan Vicente G...
14/10/2024

Más Allá De Una Línea Divisoria

"LA DIÁSPORA DEL HOMBRE EN LA BÚSQUEDA
DE LA CIUDAD PROMETIDA POR DIOS"

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

“Más allá de una línea divisoria”, es el encuentro del ser que añora vivir en un mundo, soñado, donde prevalecen y perduran las nobles costumbres, colmado de espiritualidad en la vivencia fundamentada en Cristo.

Cansados del desenfrenado consumismo de las ciudades inmersas en la tecnología, cruzamos la línea de esa ciudad consumista carente de espiritualidad, para encontrarnos seres dispuestos a dar bienes que van a colmar el corazón de agradecimiento. El samaritano que brinda bienes para satisfacer las necesidades de su prójimo. Los jóvenes creyentes, de fácil comunicación con los ángeles, y que pueden escuchar embelesados las enseñanzas del Nazareno. Encontrar un mundo pleno de esperanza, donde se pueda hallar lo que hoy necesita el hombre: Comprensión, Fraternidad y Bondad.

Cansados de las ciudades que fomentan y viven hasta el extremo el “consumismo”, donde se abandona lo tradicional, aquello que ha fundamentado la vida de nuestros antepasados. La novela la considero como la diáspora del hombre, salido a la búsqueda de la ciudad prometida por Dios.

Esa ciudad que añoramos, que deseamos para tener una vida sosegada, tranquila, llena de acciones bondadosas, donde se puede apreciar la naturaleza, sin la participación del que tala, caza y extermina las especies, muchas en vías de extinción. Es Segovia, la ciudad trazada en nuestra mente, la ciudad de nuestros sueños. La ciudad buscada por Gilberto García Mercado en su novela, habitada por hombres que llevan una vida ejemplar que siguen las sendas trazadas por Jesús.

La obra de Gilberto García Mercado, es el libro ideal para los jóvenes, que puede tomarse como el texto de enseñanza, que no puede faltar en los hogares que desean formar una familia en la tranquilidad de una vida cristiana.

Gilberto García Mercado nos señala en su novela, los grandes males que agobian a las ciudades ultra modernas, todos ellos basados en el consumismo sin el miramiento del bienestar de la humanidad. Industrialización extrema que produce grandes cantidades de desechos que van a entorpecer el proceso natural de los ciclos biológicos de la naturaleza, lo cual da como resultado el Calentamiento Global.

Es por todo ésto, que la ciudad soñada por Simón Andrade y Mauricio Salazar, se encuentra plasmada en la novela: MÁS ALLÁ DE UNA LÍNEA DIVISORIA, ciudad de promisión, con estructura Edénica, donde la Vida se fundamenta en lo Espiritual de los seres humanos.

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Cartagena de IndiasUna Ciudad que Debe Ser Tratada Con Amor y RespetoPor Juan Vicente Gutiérrez MagallanesDato histórico...
05/10/2024

Cartagena de Indias
Una Ciudad que Debe Ser Tratada Con Amor y Respeto

Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

Dato histórico descrito por el historiados Alfonso Múnera en su libro: Cartagena, una ciudad abierta al mundo:

«Sin haberse terminado el siglo XIX, comenzaron con la obra de Demolición en 1883 y 1887, destruyeron dos obras complejas y de delicada belleza. Los revellines de la Media Luna y del Cabrero.

Cartagena vivía en medio de la tensión entre su crecimiento urbano, para un lado, que traía consigo nuevos barrios extramuros de gentes acomodadas. Contrata una misión norteamericana para estudiar el asunto, sugirió el derrumbe de uno de sus lienzos más importantes y en 1916 cayó convertido en escombros, la gran cortina de piedra que iba desde la Boca del Puente al baluarte de San Pedro Mártir. Sólo a partir de la Ley 5 de 1940 la Nación inició la protección legal y en firme de su Patrimonio arquitectónico militar colonial.

En nuestro caso fue una de las poquísimas ocasiones en que la pobreza tuvo un efecto benéfico sobre los destinos de la vieja ciudad, no hubo plata para destruirlos».

Situaciones como esta se presentan cuando los gobernantes desconocen el valor patrimonial del bien de la Urbe que manejan.
Cartagena de Indias es una ciudad que necesita mucho cuidado y respeto, ya que es una ciudad llena de hechos que hacen parte de la Historia de Colombia .

ASOMOS DE UNA CIUDAD RUINHASTA UNA QUINTA GENERACIÓNPrólogoPor Gilberto García Mercado.     En «La Ciudad del Rostro Lab...
26/09/2024

ASOMOS DE UNA CIUDAD RUIN
HASTA UNA QUINTA GENERACIÓN
Prólogo
Por Gilberto García Mercado.

En «La Ciudad del Rostro Labrado En Piedra» hay una honda preocupación en el escritor. Por un lado, se halla una Literatura que indaga y revela, la percepción de una urbe que ha dejado atrás sus influjos y costumbres de ciudad provinciana, para, de repente, situarse en los albores del Siglo XXI, en donde todo muere, incluso, lo arcaico, y, solo sobrevive la buena literatura. A eso le apuesta Juan V Gutiérrez Magallanes con este poemario.

Ante esos afanes que pretenden dejar de lado, la puesta en escena de la Cartagena de aquellos días, se presenta como arma de guerra la pluma del poeta, del narrador que se resiste ante el desarraigo de su Chambacú del alma, a la derrota de costumbres y pregones con la edificación de la Nueva Ciudad.

No hay que abdicar, y eso lo sabe el intelectual mientras devora con deleite, un libro más en el balcón de su existencia, defendiendo cual heraldo untado de letras, a espectros cuya repatriación reclaman ante las ardides y conciliábulos de inescrupulosos destazando el territorio cartagenero sin ninguna clase de contemplación.

Por otro lado, hay una catarsis en la manera cómo Gutiérrez Magallanes va poniendo en cintura al lector. Hay un Chambacú amado y que pervive, con su pobreza de otras latitudes, a veces discriminado y maldecido hasta su segregación. A veces exaltado y glorioso, cuando se cita una obra de Zapata Olivella.

Chambacú respira por los poros del profesor Gutiérrez Magallanes, sabe que el glorioso barrio cartagenero, tradicional como Getsemaní, está en los libros de él.

(…Solo hay que situarse por los alrededores del monumento de la India Catalina, alzar la vista y contemplar en la otra dimensión de la vida, a Chambacú, levitando en medio de la ciudad resistiéndose a desaparecer).

En «La Ciudad del Rostro Labrado En Piedra» hay asomos de una ciudad ruin, hipócrita hasta una quinta generación, en donde la esclavitud aún se halla mimetizada entre jovencitas que proxenetas venden al mejor postor. En donde la discriminación étnica se disfraza en la modulación de la frase, «cómo está usted mi querido doctor». El servilismo es otra hoguera de la Inquisición, y aunque la cofradía de los intelectuales universales se tome la ciudad amurallada, muy por debajo, sutilmente, sabemos que en la Heroica hay exclusión aunque se diga siempre lo contrario.

Es, pues, necesario la lectura de «La Ciudad del Rostro Labrado En Piedra». El poeta no niega sus orígenes, en cualquier conversatorio su literatura y entusiasmo giran alrededor de su vida en Chambacú y, se conmueve hasta las lágrimas.

Cómo entonces le gustaría abrazar al comandante Aguirre, volver a recitar el fragmento de este poema en el Portal de los Dulces:

«Ayer te di siete sábanas.
Te compré siete caballitos de azúcar
Te regalé cocaditas del Portal de los Dulces
Te brindé la flor que aún está
en el jardín del patio
Te llevé conservitas de plátano
Te envolví un suspiro de crema
Luego me puse a soñar
en la bondad del zumo de coco
cuando toca tus labios de maní»

El hombre en uso de buen retiro sabe que vive por la literatura y para la literatura. Es un ser emblemático cuyo conocimiento de Chambacú trasciende más allá de toda catarsis, en esta extraña simbiosis nunca dejará de habitar, «La Ciudad del Rostro Labrado En Piedra». Y en ella, Chambacú es la fuerza vital que todos los días lo enfrenta con una hoja en blanco para derrotar las vicisitudes de la vida.

La Novela de La HumanidadTodas Las Flores Son Pocas Para SandraPor Gilberto García Mercado(Fragmento)…Y de nuevo veía a ...
22/09/2024

La Novela de La Humanidad
Todas Las Flores Son Pocas Para Sandra

Por Gilberto García Mercado

(Fragmento)

…Y de nuevo veía a la niña. Se movía de aquí para allá, en la pequeña terraza de la casa de enfrente. Años después, cuando le preguntaran por qué la mató, él respondería lo mismo: «Porque la amaba más que nadie en el mundo». Suceso muy singular si se advierte que el barco del amor se quedó encallado en un puerto escondido. «Y el amor no existe...», frase o estribillo, regla que se aprende en los colegios, se predica en las universidades. Y los periódicos la han hecho su bandera induciéndosela a sus lectores. Sin embargo, toda regla tiene su excepción. (Y aunque el mundo es cada día más pequeño, detrás de la belleza, de la máscara que lo deforma, hay hombres batallando por no desaparecer, quienes se deslumbran por una puesta de sol, o lluvia en verano, y que, inclusive, se jugarían hasta la propia vida por alcanzar a la mujer de sus sueños. Son los bellos-feos. Los Rodrigo Barnés, la excepción a la regla). Y aunque el hombre repita en la memoria, escenas de una historia, tal vez casual—trivial y absurda—bueno sería que el lector la conozca. ¿Por qué la Humanidad incierta y alarmada ha llegado a semejante declaración? «Y el amor no existe…»
**
El joven la observaba con detenimiento. Se había convertido en la muchacha más bella de Las Acacias. El cabello sobre los hombros, y sus pechos saltando—tenues—cuando algo alteraba su respiración, era la obra maestra de Dios. Sólo que ella parecía ignorarlo. En su fisonomía se advertía un aire desprevenido, sin expectativas. Los muchachos que en la calle jugaban fútbol permanecían indiferentes hacia aquella beldad descolgada de un país remoto y lejano. Continuaban tras de la pelota, distanciados, como si no necesitaran de una mujer en quien apoyarse para poder continuar la historia… «Qué bella amaneciste, Sandra. Qué ojos negros y profundos. Nena, por Dios, escúchanos, conmuévete para que tu silencio no destruya la vida», le gritaba entonces Rodrigo Barnés. (Porque había que decirle lo que nunca nadie le dijo. Había que iniciarla en el tránsito del amor como uno se inicia en el camino de la vida. Había que decirle eso…)
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La mujer contempló sus senos grandes pero marchitos, y comprobó que su vida se le había ido a través de sus hijos que cada amanecer la interrogaban al marcharse para el trabajo. No era fácil, lo sabía. Sacar cinco hijos adelante con un padre irresponsable, y que dormía donde lo cogiera la noche de sus tantas mujeres, era tarea ardua. Sin embargo, María La Fuerte, no decaía. Sola, aunque el padre de los muchachos la estuviera lastimando cuando la poseía, con rabia de macho atormentado—como ahora—sabía que se encontraba sola. Al amanecer, Alejandro Escalante se marcharía antes que los vecinos le vieran. «Siempre he sido el segundo en tu vida», agregaba con ironía.

Era alto, cabello apretado, se rasuraba todos los días pero conservaba el bigote—su orgullo—que en cierta forma lo relacionaba con lo bueno que era Escalante a la hora de llevar una mujer a la cama. De nuevo descansó la boca apestosa a licor sobre sus pezones grandes pero marchitos. No reclamaba nada, en cierta forma era la maldición. Ella no fue la primera en su vida. Fue el traspié de aquella pareja bendecida por el sacerdote que juró amarse hasta la muerte. María La Fuerte se atravesó en el bendecido camino, y cuando el cura exhortó a la pareja para que se besaran, María La Fuerte sintió en la otra que Alejandro Escalante la besaba a ella. La cosa marchó hasta cuando comprendió que ni siquiera cinco hijos significaban nada para el hombre. Por fin la dejaba quieta pero precedida de un placer be***al cuando llegaban al orgasmo, y el hombre atenazando en el último suspiro sus pechos fláccidos pero grandes. «Qué animal», pensaba siempre, «Cualquier día me va a desprender las tetas». Todo temblaba para la mujer, la casa amenazaba con desplomarse, el silencio se agrietaba, y las cortinas se agitaban sin una causa aparente. Sólo la volvía a la vida la frase singular de Sandra: «Ya, déjalo mamá, no es tuyo». Y, en seguida, aparecía en escena, la bendita soledad…
—Qué padre privilegiado eres—rezongaba Sandra cuando le veía marchar—Dormir donde te sorprenda la noche de tus tantas mujeres…

«Sandra es dulce y amarga», pensaba entre tanto, enérgica, María La Fuerte, «Una especie de protección contra esta soledad y aislamiento…».

Pero veía a Alejandro Escalante, bello y felino, con una extremada delgadez, treinta y tres años, y un brillo singular en sus ojos cafés. Que muchos años después cuando escuchara: «Todo pasa, y no nos damos cuenta, qué es la vida, y si en verdad la vivimos», las reverberaciones urdidas por la nostalgia, la castigarían. Se volvía poco a poco, como si el espíritu le pesara, como un gozne sin aceite, y posando sus ojos en Sandra, manifestaba: «Qué muchacha atractiva, qué senos broncíneos. Pero ojalá que no se le ocurra mirar hacia atrás». Y luego, como viajera en el tiempo, auguraba: «Un día se casará, tendrá hijos como yo, o estudiará una carrera. Pero lo fundamental es que no se descuide, que no vaya a mirar hacia atrás, porque entonces la maldición caerá sobre ella, será el estribillo de la canción:

«/…Y todo pasa, tra la la/
/nada será para siempre, tra la la/,
/todo será momentáneo, tra la la/
/...si miras hacia atrás, tra la la/».
La adquieres en https://www.amazon.com/dp/B079WJLVKW

lunes, 16 de septiembre de 2024El Sendero de Nancy«ANTES DE QUE CHAMBACÚ SEA BORRADO SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA»Por Juan ...
16/09/2024

lunes, 16 de septiembre de 2024
El Sendero de Nancy
«ANTES DE QUE CHAMBACÚ SEA BORRADO
SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA»
Por Juan Vicente Gutiérrez Magallanes

Nancy fue una niña que nació en Chambacú, cerca de la Loma de Vidrio, en la casa grande de madera construida por el abuelo Valeriano. En ella se sentía una atmósfera de cordialidad y respeto, emanada y difundida por la madre, quien religiosamente miraba desde su máquina de coser, las incidencias de su trabajo. La matrona tuvo cuatro hijos. La última se trató de la niña Nancy, historia muy particular y que quiero narrar y compartir, pues siento que se constituye en un ejemplo de vida.
La primaria la estudió en las escuelas de los barrios Getsemaní y del Centro de la Urbe. La secundaria la recibió en el Colegio Soledad Acosta de Samper, en ese entonces conocido como Universidad Femenina. Luego pasa al colegio Mayor de Bolívar dirigido por Mercedes Miranda de Aldana.

Al terminar el bachillerato, ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad de Cartagena, donde termina sus estudios y es nombrada juez en Sopla Viento Bolívar, allí trabaja un corto periodo de tiempo.

No obstante, Nancy sueña con hacer una especialización. Su vida se le había vuelto interesante a partir del empeño demostrado al estudiar una carrera sin que para nada la afectara su condición de pobreza. O algún prejuicio e impedimento que le hubiera dicho: «Tú, no puedes». «Siempre hacia adelante», era su lema o consigna. Todo aquello parecía impulsarla a proseguir en la persecución y en la realización de sus sueños.

Así las cosas, con unas pocas compañeras, acuerda marcharse a Francia (por la Década de los Setenta del Siglo Veinte), y por fin hacer la tan anhelada y bendita especialización. Sin embargo, la actual situación no les cuadra y resuelven mejor viajar a Roma.

Al final, la mujer ingresa a la Universidad y termina su anhelada especialización. El horizonte parece entonces sonreírle, pues ella se enamora de un muchacho, hasta el punto de que se casan, pero más tarde la ilusión se desvanece y se separan. Ella se queda viviendo en Roma en un apartamento a escasas tres cuadras del Coliseo Romano. Nancy, ahora con la nacionalidad italiana y ya especializada en lo suyo, trabaja con el Distrito Romano. Hoy, la gran dama tiene cerca de cuarenta y cinco años de estar viviendo en Italia, camina las calles con la seguridad de una ciudadana europea, sin olvidar su condición de cartagenera-chambaculera.

La vivencia de esta dama se constituye en un gran ejemplo para ser llevado a nuestras escuelas, donde predomina la creencia de que por ser pobre no se puede estudiar.

Antes de que Chambacú se convierta en el «Nuevo Chambacú», hay que narrar lo que este era, un tugurio de Cartagena, donde Manuel Zapata Olivella visitaba a su abuela Ángela Vásquez cuando le entraban los arrebatos de la nostalgia del verano.

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