Mi nombre es Fenner Eduardo Gonzalez Castellanos, nací en Bogotá el 6 de julio de 1984, mis padres son de Santander, eran campesinos que decidieron buscar suerte en la ciudad. Lamentablemente ellos prácticamente se criaron solos y nunca recibieron apoyo de sus padres, y comenzar una vida juntos fue realmente difícil. Yo nací a los 6 meses del matrimonio para mis padres en ese momento no se querían
cambiar por nadie en el mundo, yo era el centro de sus vidas y la alegría de mi nacimiento no dejaba ver lo difícil de la situación económica. Al cumplir mis 6 meses ocurrió un accidente que me marcaría para toda la vida; un incendio, del que aun desconozco sus causas, me marco el rostro y las manos para el resto de mi vida. Estuve hospitalizado durante 2 meses, tiempo durante el cual me recupere de las quemaduras, al final de este periodo ya ni siquiera reconocía a mis padres, quienes ya no podían sufrir mas por la desgracia que desencadenaría una cantidad de tragedias que aun hoy nos están recordando quienes hemos sido. Pero como todo en la vida no ha sido malo, a los pocos meses llego a nuestra familia un cuarto integrante; aunque la situación no había mejorado mucho y aun los pesares aun nos maltrataban los pensamientos, un bebe siempre es motivo de alegría. Arley, mi hermano aunque fue el hijo que mas peso cuando nació, en sus pulmones las cosas no funcionaban bien y durante toda su vida fue una zozobra porque cuando los ataques de asma llegaban, eran difíciles de controlar y casi se veía morir cada vez. Y aunque las desgracias nos atacaban, el amor y cariño de mis padres hacia nosotros era cada vez mas grande, mi madre de nuevo estaba en embarazo, pero al cumplir los 5 meses tuvo complicaciones y desgraciadamente murió Manuel, así lo bautizaron las monjas antes que muriera el que iba a ser mi segundo hermano. Desde un punto de vista pesimista eran mas las desgracias que las cosas buenas que nos pasaban, pero de otro lado la madurez con la que la vida nos enseñaba a vivir vale más que mil alegrías pasajeras. Dos años más tarde, mama de nuevo estaba embarazada del que hoy es mi único hermano Edwin, él que aunque aparentemente no tendría complicaciones, ya me acompañaba en este largo viaje de la vida, ahora éramos tres. Corría el año 90 y yo ya tenia 6 años y comenzaba mi vida escolar, siempre fui centro de atracción de los otros niños, algunos me miraban con curiosidad, otros con lastima, e incluso algunos con miedo. Al principio no fue fácil tratar de adaptarme a las miradas y los comentarios de mis compañeros, sin embargo estos no fue razón para que no rindiera en el colegio, hice primero y segundo en un solo año y siempre me destaque por ser inteligente y juicioso, había gente que decía que mi inteligencia era el premio que recibía por las marcas de mi vida. Entre alegrías y tristezas corrieron los años de mi primaria, sin novedades y aprendiendo mas de la vida. Cuando comencé mi bachillerato las cosas cambiaban; cambiaban los compañeros, los profesores e incluso cambie el lugar de vivienda, y con esto de vecinos, amigos y todo lo que en ese momento me rodeo fue nuevo para mi. Tras de seis meses de cambios llegaría a mi vida algo que me marcaría aun mas que mis propias cicatrices faciales. Arley el primer hermano que tuve y con quien había compartido toda mi infancia, debido a una complicación respiratoria, ingresaría al hospital y luego de una semana de un estado de coma, moriría alas 10 de la mañana el 17 de junio de 1995, este sábado desencadenaría en mi vida otra serie de desgracias, que aun entre mis padres reviven lo difícil que ha sido mantenernos unidos. Luego de muchas crisis e incluso una separación temporal de mis padres, logramos volver a estar juntos, esta vez solo los 4. Y sumado a las crisis psicológicas, se nos vino encima una terrible escasez, obligándonos a venir a vivir aun lote a medio construir en Ciudad Bolívar. Talvez pasaron tres años desde nuestra llegada este a sitio, para que las cosas dejaran de estar bien. Mi ahora único hermano Edwin, comenzó a sufrir de una enfermedad que ataca toda su piel y luego de luchar por buscar una cura, los médicos descubrieron que esta enfermedad es para toda la vida y que no hay cura, que lo único que se puede hacer es tener paciencia y tratarla con cuidado. Desde aquella ocasión mi hermano ha pasado dos o tres crisis y en alguna de ellas ha estado a punto de morir. La intranquilidad es constante, y aunque en lo posible vive su vida normalmente aun nos preguntamos porque todo esto nos ha sucedido a nosotros. Esta serie de caídas son las que me han fortalecido el espíritu para luchar por mis sueños, y también me han enseñado a disfrutar al máximo los buenos momentos de mi vida; que son muchos; como cuando me gradué de bachiller, cuando tuve a mi hermano a mi lado después de una de sus crisis, cuando logre convertirme en técnico del Juan Bosco y ahora cuando por fin puedo ingresar a la universidad. Pienso que las cosas que me han hecho persona y muestran quien soy yo en realidad son todas aquellas en las que se han puesto a prueba mi fortaleza mental, espiritual, y sentimental. Letras de hace 10 años.