11/02/2025
| Con charangos y zampoñas reviven tradición ancestral🏺🏺🏺 en el cerro Quitasol de Bello
Por: John del Río
Comunicador Social y Periodista
Martes, 11 de febrero, de 2025
01:00 p.m.
En www.el colombiano.com💻 se encuentra que, con la frase “Tejer la palabra desde el ombligar” se da inicio al encuentro entre descendientes de los fundadores del “Hato Viejo” y los habitantes bellanitas de hoy.
Bajo el cerro Quitasol⛰️, en Bello, Antioquia, algunos jóvenes sostienen sikus o zampoñas, instrumentos de viento construidos con cañas delgadas. Los participantes se agrupan en círculo, uniendo sus voces al compás que marque el bombo andino y creando una armonía que parece conectar con la historia que aguarda en Antioquia: la música andina. Esa que evoca a los ancestros, las luchas, la resistencia y una memoria que se niega a desaparecer.
Entre las notas🎶🎶🎶 y los silencios😶😶😶, tejen estas memorias colectivas. A los pies del círculo, un “centro de poder” se convierte en el núcleo simbólico del ritual, un espacio adornado con ofrendas y tejido por la Wiphala, la bandera indígena que representa la resistencia de los pueblos de Abya Yala. Allí se encuentran los sikus, representando las cañas; las chajchas, evocando las semillas; y el charango, pequeño instrumento de diez cuerdas que equilibra dulzura🤗 y fuerza💪🏻.
En torno a estos elementos sagrados están el mambe y el ambil. El mambe, también llamado “Lengua de Dios” o “Palabra de Vida”, es hoja de coca🍂tostada que, según la tradición, conecta el pensamiento y la palabra con el cosmos. El ambil, un preparado de tabaco🍁, es conocido como “el compañero del pensamiento” y armoniza el diálogo. “Por eso la coca y el tabaco siempre van juntos, porque unen la mente y la palabra”, explica Jhon Mario, mientras el grupo se prepara para comenzar. Con una vela encendida🕯️ en el centro de poder, Jhon Mario da inicio al encuentro: “Aquí no solo aprendemos a tocar música andina, sino a interpretar la vida desde otro lugar, uno donde el respeto por las plantas, las culturas ancestrales y la madre tierra son el eje”.
La música andina🪈 no es un asunto de viejos: ahora la hacen los jóvenes.
El ritual incluye pequeños detalles de cuidado y conexión, como el aceite de lavanda que se aplican en las muñecas al principio y al final de cada reunión. “Es nuestra manera de vincular la energía con la música y con el otro”, comenta Paula Lainez, una de las fundadoras.
La historia del colectivo Jaripua Kay comenzó hace cinco años, como una alternativa a la educación formal👩🏫👨🏽🏫 y un intento por rescatar las raíces indígenas que se han desdibujado con el tiempo.
Cuatro estudiantes de Trabajo Social de la Universidad Uniminuto🏢fueron los primeros en unir fuerzas, motivados por su interés en la música andina y la cultura ancestral. “El estudio de teorías latinoamericanas nos llevó a soñar con un proyecto que generara conciencia sobre las raíces andinas en un territorio lleno de influencia caribeña, como lo es Bello”, explica Paula.
Y añade: “ A pesar de la música caribeña🪇, la historia indígena de este territorio, su memoria ancestral y sus raíces andinas apenas son conocidas. Queríamos hacer algo que trajera esas historias a los jóvenes de Bello, para que no olviden quiénes somos. Además, nosotros no cobramos por esta enseñanza. Hasta hemos hecho recolectas🤑🤑🤑 de pasajes para que ninguno de nuestros integrantes falte”.
Con el paso del tiempo, y a pesar de los retos que trajo la pandemia, el colectivo fue consolidándose. Jhon Mario Marín, otro de los fundadores e integrante del Colectivo Sikuris del Quitasol, que enseña estos instrumentos andinos🪘, recuerda: “Nos encontramos con jóvenes que querían aprender sobre nuestras tradiciones, a tocar el siku y el charango.
Entre sus canciones hay una ofrenda al cerro Quitasol, ese gigante de Bello que ha sido herido por la tala de árboles 🪵🪵🪵y los incendios🔥. “Es un homenaje al Quitasol, el guardián de nuestra historia que ahora sufre las consecuencias de la deforestación y la inseguridad”, explica Jhon Mario. Otra canción que resuena con fuerza es la dedicada a la resistencia del pelo crespo👩🏼🦱🧑🏼🦱 como homenaje a la importancia de la identidad. “Ese pelo tan bueno, ese pelo tan bello”, cantan con orgullo, reivindicando lo que históricamente ha sido menospreciado. “Que difícil es encontrar en la calle un cabello crespo, que sea querido y no quiera ser cambiado. Nosotros celebramos nuestra identidad”.
Este proceso también ha traído nuevas fuerzas. Faisury Esmeralda Ulcué, una indígena desplazada de la comunidad Nasa🛖, encontró en Jaripua Kay un espacio de pertenencia. Faisury, quien lleva 12 años viviendo en Bello, comenta: “Este colectivo me ha hecho sentir más conectada con mi identidad indígena. Aquí siento que soy parte de algo”.
La tarde cae, y con ella el sonido de los sikus al cerro Quitasol, que parece escuchar cada nota. Los jóvenes recogen sus instrumentos, pero antes de irse, vuelven al centro de poder🌀. Una última palabra, un gesto de gratitud hacia las memorias indígenas que continuarán tejiéndose desde el ombligar, en los jóvenes de Bello.
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Fotografía tomada de internet.