Es una pagina creada para recuperar la tradición oral de todas y cada una de las personas que pasaron por el trasegar de ser personas portadoras de la enfermedad de la Lepra en lo que fue el antiguo lazareto de Agua de Dios. Su objetivo prioncipal es recuperar la Memoria Historica, fotográfica y filmica de lo que fue el otrora Lazareto de Agua de Dios.
¿Por qué la recuperación de la memoria histó
rica del Antiguo Lazareto de Agua de Dios? La memoria moral, no es recordar el pasado sino reivindicar el sufrimiento oculto, denunciar toda construcción de presente que ignora la vigencia de una injusticia pasada. Para pasar una página, primero hay que haberla leído. EL ASUNTO DE PASAR LA PÁGINA DE TODO LO QUE SUCEDIO EN AGUA DE DIOS. Esta es, tal vez, la expresión más recurrente de los detractores de la recuperación de la memoria histórica. Pasemos de una vez las páginas oscuras de nuestro pasado; no nos quedemos rumiando siempre en los hechos luctuosos, traumáticos, sobre los cuales, en el fondo, todos tuvieron algo de culpa. Borrón y cuenta nueva: listos para escribir nuevas páginas sin el lastre del pasado. Pero, ¿es posible pasar así una página de nuestra historia más o menos reciente? ¿Se puede proponer a una sociedad que ignore hechos fundamentales hasta el punto de olvidarlos? ¿Es eso posible? ¿Es adecuado? Nuestro planteamiento es que no es ninguna de las dos cosas. En primer lugar, no es posible. Acontecimiento de la talla de las asonadas y los experimentos forzados ocurridos en el antiguo lazareto ó las violaciones de derechos humanos cometidos por el régimen especial que nos cobijo hasta 1961, – por poner dos ejemplos paradigmáticos - han dejado huella indeleble en las sociedades, además de cientos de miles de damnificados. Los familiares (y se supone, el resto de la sociedad) tienen el derecho y la obligación moral de reivindicar su memoria y apelar a la justicia. Igualmente, son temas recurrentes de debate - se quiera o no - pese a los silencios aplicados por ciertos sectores de poder. Las fuerzas que defienden el olvido se amparan en lo que la mayoria de las victimasteo describen como “la pasividad de los que desde el poder contemporizan con los actores del infame pasado y niegan a las víctimas y a sus hijos, la justicia a la que tienen derecho” . La inquietud y la reivindicación están ahí y van a seguir estando porque es un proceso social defendido con alma y corazón. En segundo lugar, tampoco es adecuado proponer pasar página, tal cual. Como decía alguien en conversación informal, ¿a quién se le ocurre pasar una página sin antes haberla leído? Un futuro que valga la pena no puede nunca construirse sobre las arenas movedizas de las lagunas de la memoria y el conocimiento, de la falta de verdad, el ocultamiento y los saberes prohibidos. Todas ellas son características más propias de un régimen autoritario o de una democracia de atrezzo, donde el oscurantismo y las imposiciones siempre predominan sobre la transparencia y el diálogo. Si se aborda en término de heridas, lo que se necesita es tratamiento, no desprecio. En este sentido, los procesos de recuperación de la memoria tienen un fin muy claro: « afrontar el pasado de manera decidida, asumiendo que quizá se reabre una herida, pero que ésa será la única manera de desinfectarla y cerrarla de modo definitivo, aunque quede cicatriz » . En palabras de un joven interno en el antiguo Lazareto de Agua de Dios: “A corto plazo generaría resentimiento; a largo plazo se reconoce y desaparece”, como esta sucediendo. LA MEMORIA DEL PASADO DE AGUA DE DIOS: CUESTION DE FUTURO. Los temas alrededor de la memoria histórica de Agua de Dios, tienen más relación con el futuro que con el pasado. Las interpretaciones que hacemos de la historia y del presente siempre están mediatizadas por nuestros intereses, creencias, experiencias, percepciones y posicionamientos, más o menos evidentes. Indagamos el pasado desde el presente pero con la vista proyectada hacia el futuro. Sin memoria no hay identidad. Sin identidad colectiva no hay sociedad. No es la suma de individuos la que forma una sociedad, sino el deseo de colaborar y tener una vida comunitaria lo más plena posible. El olvido selectivo nos aboca a la senda de la desmemoria, camino de una identidad artificial sobre referentes históricos “seleccionados” en función de determinados intereses particulares. Olvidar tiene otras implicaciones de cara al porvenir. Algunas de ellas, sólo perceptibles a medio plazo. Se empieza a observar, por ejemplo, en la apatía democrática que se extiende entre una juventud que conoce poco del pasado y de las implicaciones de vivir bajo regímenes especiales autoritarios, como sucedio en el antiguo Lazareto. Si se olvidan o no se conocen los referentes que permiten imaginar –al que no lo ha vivido- lo que es la persecución, el miedo, la sordidez o la práctica sistemática del abuso, cometidos por todo regimen dictatoria, semejantes regímenes aparecen como menos indeseables y son valorados como opciones “legítimas”, sobre todo en contextos con altos niveles de violencia, inseguridad ciudadana, precariedad laboral y gran incertidumbre hacia el futuro. Edelberto Torres nos dice que “la democracia no se fortalece enterrando la verdad u olvidándola compulsivamente” (Torres-Rivas, 2000:24). Sería más bien el olvido el que terminaría por enterrar la democracia. No digamos si lo que se pasa por alto es la impunidad de los actos cometidos por funcionarios y agentes del Estado. Si la razón para no aplicar la justicia es ser responsable de crímenes lentos y pasivod cometidos hace tiempo, el mensaje que automáticamente se genera es que cuanto más año hagas y más tiempo transcurra, menos riesgos habrá de rendir cuentas. ¿Es ese el mensaje que la sociedad está dispuesta a aceptar y transmitir de generación en generación? Se trata de elegir. El ser humano se pasa la vida eligiendo y tomando decisiones de todo tipo que son las que a fin de cuentas conforman su vida y la de los demás. Una bifurcación más que se nos presenta delante: un porvenir donde la justicia sea el marco por el que se mida a todos por igual o un futuro en el que las puertas de la impunidad siempre estén abiertas para los privilegiados de turno. Un sencillo enfermo de Lepra de Agua de Dios, de 73 años de edad, lo expresó así: “si no hay justicia quiere decir que no valemos nada”. Una vieja máxima del pensamiento popular ruso dice “nada se olvida; nadie es olvidado”. Tal vez, algún día dejemos de tener miedo al pasado y a los espejos. Será cuando mirarnos implique asumir nuestra historia y estar dispuestos a mirar al futuro con la misma honestidad con la que abordemos nuestro pasado. Angel Maria Cucuñame Echeverry
El ultimo hijo del lazareto de Agua de Dios. Julio 15 de 2015. Agua de Dios-Cundinamarca-COLOMBIA.