11/11/2022
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Una investigación señala que los españoles, a su llegada, no fundaron Santiago sobre la nada, sino que, por el contrario, se erigió sobre un consolidado centro urbano al mando de Quilicanta.
La fundación de Santiago en 1541 señalaba, hasta hace unos años, que había sido instaurada por el español Pedro de Valdivia sobre un terreno desocupado; sin embargo, una serie de evidencias documentales y arqueológicas, muestra que, previamente, en el valle del río Mapocho, había un asentamiento inca en plena actividad.
Esta información fue expuesta en el artículo “Mapocho incaico”, publicado en 2012 en el boletín del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) de Chile, tras la conclusión a la que llegaron el arqueólogo Rubén Stehberg y el historiador Gonzalo Sotomayor.
El informe señala que “habría existido un centro urbano del Tahuantinsuyo (denominación del imperio inca), bajo el casco antiguo de la ciudad de Santiago”, desde el cual partían caminos incaicos hacia distintas direcciones. Además, se realizaba la “hidroagricultura y la minería de oro y plata”.
Debido a la magnitud de esta información, Rubén Stehberg detalla que el proceso de investigación que generó su artículo tuvo como iniciación en un trabajo de tesis que realizó en 1975, sobre asentamientos incas, específicamente el pucará de Chena, ubicado a la salida sur de Santiago.
Stehberg, además, explica a BBC Mundo que en Santiago se desarrollaba un “centro administrativo y ceremonial incaico” y que “estaba en pleno funcionamiento”.
La investigación indica que “la infraestructura de esta instalación habría sido aprovechada por Pedro de Valdivia para fundar la ciudad de Santiago”.
“Pedro de Valdivia se apoderó del centro administrativo y ceremonial y de toda la red de chacras agrícolas del Maipo-Mapocho. Otras estructuras indígenas como guacas, adoratorios y pucaraes (fortalezas) fueron destruidas como parte de la política de extirpación de idolatrías”, añade Stehberg.
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Uno de los argumentos más antiguos es el Acta del Cabildo de Santiago del 10 de junio de 1541, año de la fundación, que especifica el momento en que la ciudad estaba por nombrar a Valdivia como gobernador.
El acta señala que los habitantes del pueblo debían juntarse “en un tambo grande que está junto a la plaza de la ciudad”.
Hay que tener en cuenta que los tambos eran almacenes y lugares de alojamiento incaicos construidos a lo largo de los caminos incas de todo el imperio.
Stehberg sostiene que se puede inferir que la cita se refiere a uno de estos edificios públicos incaicos.
“Dado el contexto bélico, de escasez de alimentos, mano de obra, es poco probable que (los españoles) hayan construido este ‘tambo grande’. Además, que le hubieran puesto un nombre castellano, como Edificio de la Gobernación, o del Cabildo o similar, nunca con el nombre de un edificio incaico”, precisa.
Otra prueba de la presencia inca en territorio santiaguino es la “Relación de los servicios de Pedro de Valdivia”, escrita en 1552. Este documento manifiesta que el español “pobló la provincia de Mapocho, questaba poblada de indios que fueron subjetos a los ingas, señores del Perú, la cibdad de Santiago”, según el artículo “Mapocho incaico”.
Los incas “llegan aproximadamente en el año 1400 y traen consigo mano de obra, tecnologías agrícolas, redes de caminos y, lo más importante, una red de canales que permitían aumentar la producción agrícola. (...) La presencia inca en el valle del Mapocho es muy fuerte”, narra el geógrafo Juan Carlos Cerda, miembro del equipo de Stehberg.
En 2011 apareció una de las últimas evidencias. El historiador Sotomayor encontró un archivo judicial de inicios de 1600 sobre un litigio en torno a la ubicación del camino inca, que servía como límite a unas propiedades.
“El camino que llaman de Chille (camino inca) es hiendo desde las casas de doña Ysabel de Caseres donde estan los paredones biexos de la casa del inga”, dice uno de los testigos del litigio, Gaspar Jauja, un indígena peruano que había llegado al valle del Mapocho con Valdivia en 1541.
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En 1954, en la cumbre del Cerro El Plomo, cerca de Santiago de Chile, arqueólogos encontraron el cuerpo congelado de un niño inca rodeado de hojas de coca y adornos de plata, oro y co**ha.
Posteriormente, en los años 70 y 80, cuando la red de metro se amplió en el centro de la ciudad, aparecieron “vestigios de cementerios antiguos y de vasijas que eran claramente de factura cusqueña”, manifestó Fernando Ulloa, historiador de la Universidad de Chile, a BBC Mundo.
Luego, entre 2015 y 2016, en la excavación del patio Los Naranjos, en la Catedral de Santiago, ubicada en la Plaza de Armas, “se encontraron piedras rodadas debajo del cimiento de un muro. Este rasgo es incaico y se encuentra también en Cusco. Fue utilizado para disipar la energía de los terremotos”, dice Stehberg.
Además de todos estos vestigios, las investigaciones también han dejado al descubierto conjunto de tumbas al nororiente de la ciudad capitalina, como el de La Reina, hallado en 1947.
En este lugar, “no cabe duda de que se sepultó a la élite incaica del Mapocho”, dice el artículo “Mapocho incaico”. “No sería aventurado postular que fue el lugar de entierro de la familia de Quilicanta”.
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El cronista de Pedro Valdivia, Gerónimo de Vivar, relata que Quilicanta fue puesto por imperio incaico para gobernar Santiago “por ser valeroso y ser uno de los incas del Pirú”.
“Estaba ahí para administrar el pago de tributos, que era el modo en que el Tahuantinsuyo ocupa la zona”, dice el historiador Ulloa.
“A Quilicanta le tocó recibir a Pedro de Valdivia, a quien le proporcionó ayuda. En algún momento, la relación se deterioró. Doña Inés de Suárez, pareja de Valdivia, ordenó degollar a Quilicanta. Este acto puso un dramático término a la presencia del Tawantinsuyu en la región central de Chile”, cuenta Stehberg.
Stehberg agrega que “Cusco había caído en manos españolas en 1532, por lo tanto, la cuenca Maipo-Mapocho logró sobrevivir por (más de) ocho años a la caída de su capital. En esto, Quilicanta tuvo un papel fundamental”.
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