05/07/2023
Una noche desesperada, la visita de la Ballena.
Crónica.
Era una tr****ti de cuerpo grande, extrovertida, hablaba fuerte, chillona, maquillada con mucho color, llevaba un vestido ajustado, unos zapatos de taco, llamativa para quién la viera, en muchos sentidos excesiva, pero lo que realmente me importaba era que estaba absolutamente arriba de la pelota. Se presentó como la Ballena, y logró comunicar -entre balbuceos y palabras estrelladas- que tenía una pena de amor que quería pasarlas bailando y jodiendo, claro el estado de embriaguez era, para mí, una gran dificultad para cumplirle su deseo en el local. Luego estaba mi total desconocimiento de hasta qué punto tener alguien rumbeando con una pena de amor, o peor aún despechada y ebria, podía significar una disrupción, y bueno, el hecho de que, como ya me había sucedido en otras oportunidades, si algo se salía de control tendría que pedirle que se fuera o, peor aún, trenzarme en alguna disputa física y probablemente usar mucha fuerza para controlarla si es que no respondía voluntariamente.
Debo reiterar que el ingreso en estado de embriaguez estaba impedido por ley, no obstante, igual existían márgenes que se tocaban en casos especiales como por ejemplo si la o el parroquiano era habitual, se sabía que en sus visitas no causaba mayor boche, se le podía tolerar, por lo que el problema era tomar riesgos con quienes no se conocía, aquellos que por primera vez nos visitaban. Ya en ese tiempo tenía un montón de malas experiencias en que esa tolerancia terminaba en una disputa o disrupción, ni siquiera por que el embriagado estuviera en alguna disposición de causar boche, eran que, en muchos casos, al no estar en sintonía con el espacio, no entender su arquitectura y costumbres se topaba, pasan a llevar, no bailaban o simplemente estaba justo en el lugar donde transitan otros rumberos, y eso causaba inconvenientes.
Se paró frente a la entrada sin fijar la mirada en algo, recorría con la vista los elementos que componían ese espacio, la reja, el color desgarbado de las murallas, al sujeto que estaba parado ahí con actitud indiferente, observaba como quien quiere descubrir algo que no se logra entender, pero que está a la vista y en el ejercicio de mirar va ha encontrar las claves de esa incógnita. Puede que haya estado en ese estado unos minutos hasta que decide acercarse: “hola ¿esta es una disco de qué cosa?”, y antes de contestarle añadió...
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Félix Kof Era una tr****ti de cuerpo grande, extrovertida, hablaba fuerte, chillona, maquillada con mucho color, llevaba un vestido ajustado, unos zapatos de taco, llamativa para quién la viera, en…