15/10/2023
Lo eterno del pasado
La primera vez que oí a este grupo, fue en las tertulias de juventud, en los comienzos de los años 2000, en esas alocadas noches aledañas a la Plaza Perú, donde mirando a la Pinacoteca, alguien me habló acerca de unos pintores de Concepción que fueron famosos en los años 90, pero en esa oportunidad, como muchos otros recuerdos, el nombre de aquel grupo naufragó en el olvido.
Muchos años después, en plena pandemia, entre idas y vueltas, una amiga y vecina comienza a contar la historia sobre este grupo de pintores noventeros. Ella los conocía de primera fuente, ya que tenía una relación cercana con uno de ellos, y así se comenzó a plasmar la idea de un documental acerca de ellos. En mi mente, con letras de neón, vuelve a brillar ese nombre que estaba perdido: “GRISALLA”. Seis jóvenes pintores de nuestra zona, ex estudiantes de Arte de la UdeC que llegaron a exponer al Museo de Bellas Arte -que hasta ese momento- era un gigante intocable que sólo admitía a grandes maestros con pergaminos internacionales y apellidos rimbombantes. Fue como si una banda de rock invadiera ese espacio inmaculado del arte nacional.
Surge de inmediato la necesidad de encontrarlos, de que ellos mismos nos relataran esa historia que yacía guardada en algún baúl subterráneo, en recortes de diarios amarillentos, o en VHS apilados en alguna bodega.- Era una misión suicida, pues, como estrellas polares, estaban esparcidos por distintos puntos del territorio, y hacía mucho tiempo que no se reunían. Para esta misión necesitaba un partner, y quien mejor que Javier Sanhueza, un ser luminoso de ideas y propuestas necesarias para esta ambiciosa labor.
El rodaje fue una especie de road movie: Santiago, Los Ángeles, Llo-Lleo, San Pedro de la Paz, donde a medida que nos acercábamos, al mismo tiempo los íbamos conociendo uno por uno. Como el maestro Akira Kurosawa nos presenta a los siete samuráis, nosotros descubríamos a cada uno de los pintores -primero con una llamada telefónica- y luego cara a cara, cocinando a fuego lento los capítulos de ese pasado. Un pasado que nosotros desenterrábamos quizás buscando un cofre imaginario con un corazón en su interior, ojalá aun latiendo.
Todos fueron unos anfitriones impecables, que nos permitieron entrar en sus hogares, en sus talleres, en sus familias, en esos recuerdos que se iban recuperando poco a poco, entre conversas, silencios, rock progresivo y las constantes preguntas tratando de armar este puzzle de mil piezas. No lo hubiésemos logrado sin la ayuda de Alejandro Vila, quien aportó sus anécdotas vividas con el grupo y la inconfundible atmósfera musical compuesta especialmente para esta narración audiovisual, a cargo del talentoso Felipe Hinojosa.
Y los sueños nacen por alguna razón, como nacen los paisajes de dimensiones paralelas sin tiempo ni espacio, concebidos por la mente única de Gustavo Riquelme; o los disparatados y coloridos seres inanimados de Óscar Barra, que cobran vida gracias a la imaginación; los juegos misteriosos habitados por entes de luces y sombras de José Fernández; Vicente Rojas y sus perpetuos experimentos de texturas, colores y figuras que traspasan los límites de la pintura; la pulcritud vehemente que Mario Sánchez desborda en sus obras; y el arte nato de Jaime Petit, que surge como el viento de las arenas de Lirquén.
Y el sueño cobra vida en octubre del 2023, en la Pinacoteca, lugar que los vio despegar y ahora los acoge en una nueva escala, 30 años después. - El aportar un pequeño grano de arena a esta reunión hace que toda esta odisea valga la pena. El documental “Grisalla: Lo Eterno del Pasado (2021)” nos enseñó lecciones valiosas sobre la generosidad, sobre la pasión por sobre la calma, sobre la inmortalidad del arte y su inquieta metamorfosis, que tarde o temprano desemboca en ríos tormentosos, que vuelven a su cauce tranquilo, del cual ahora podemos volver a beber.
Mauricio Montecinos Toloza
Periodista - Director documental "Lo eterno del pasado"