14/11/2024
Y que llega Verónica Castro y…¡mienta madres!
-¿Estás familiarizado con los espectáculos?
- ¡Uy si claro!…(¡mentira! yo no sabía diferenciar entre Edith González y Erika Buenfil, pero vivía con una tía que sabía vida y obra de la artisteada, chismosa pues)
Por algo tenía que empezar y un “nuevo mejor amigo”, Armando Alberto León -que conocí en una cantina al lado de la W- me ofreció la entrada al paraíso.
“Te consigo un gafete de reportero y te doy para los pasajes” me dijo el Beto, enseguida vino un apretón de manos con el que sellamos el contrato.
Al día siguiente estaba en Televisa San Ángel entrevistando a toda la nómina de la televisora.
El conductor del programa “De Telenovela” era Chucho Gallegos y se transmitía por la XEW.
“Castorcito precioso si me traes 20 entrevistas, pero puro chingón ¿eh?, hasta te doy una lanita” me soltó maliciosamente Chucho, como la bruja de Blanca Nieves.
Para que comentó eso, ¡uno con hambre y le prometen buffet! le empecé a llevar hasta 50 entrevistas.
Las producciones ya me empezaban a conocer más bien por mi aspecto entre Jim Morrison y Gandalf de El Señor de los Anillos.
Eso permitió que me ubicaran y en tiempos mu***os me permitieran entrevistar a sus elencos.
Se grababa “Rosa Salvaje” y Verónica Castro se divertía diciéndome “pareces facineroso, mientras no me saques el puñal que llevas dentro, me dejo entrevistar”.
Nada más me veía a lo lejos y se reía, esa era la clave para que me acercara y me diera primicias…hasta ese día vergonzoso.
Como dijera el marido infiel cuando lo cacha su esposa: "no la vi venir".
Cuando llegué al estudio donde grababa Veronica, me encontré con una romería afuera del set, prohibían el paso a los reporteros y todos pedían una explicación.
No habían pasado ni cinco segundos y los compañeros empezaron a gritar “ahí viene, ahí viene”
Es más, yo pensé que se estaba grabando una escena porque vi aparecer a la protagonista caminando muy firme hacia mi, injertada en pantera, no había sonrisas, solo me clavaba como flecha sus preciosos ojos color esmeralda.
“Estoy hasta la madre, escúchame bien, hasta la madre” explotó contra mi la actriz.
En ese momento me convertí en figura de cera, palidecí, casi me desmayo, no pude hablar.
“Dile a Chucho que ching”·$%& a su madre cada que le palpite el corazón, que mira que no debe tener porque eso que dijo es despreciable”
Yo empecé a sentir que todo giraba, me dieron ganas de vomitar, ya no escuchaba, solo advertía que movía la boca nuestra gran estrella de la televisión.
“Es un ojete y cobarde, que ching$%& a su madre cada que se acuerde de mi, te advierto que su medio queda vetado y le dices bien y claro, que ching&%$ a su madre, ¿me escuchaste?”.
Para ese momento me zumbaban los oídos, no comprendía nada, quería que la tierra me tragara y me escupiera en una iglesia, muy lejos de ahí.
Lo peor vino después, al llegar al estudio verde y oro donde grabábamos, Chucho -que ya tenía la historia completa por la gente de su revista- me felicita y me dice: “Muy bien Castorcito de mi vida, vamos a demandar a Verónica, pásame la grabación”.
-Cuál grabación Chucho, si no me dió chance ni de prender la grabadora.
Está de más comentar que ahí se acabó mi trayectoria en los espectáculos.
Años más tarde me fui a comer con Chucho y reímos al recordar ese momento. Esa tarde me compartió que ya traía varias broncas (y mentadas) con Verónica Castro y que ese día su fotógrafo y reportera de TVyNovelas -por una orden suya- quisieron hacer una analogía con la virgen de Guadalupe que a la protagonista de Rosa Salvaje no le agradó y explotó.
A Verónica Castro nunca más la ví, pero de vez en cuando la recuerdo cuando sonreía a lo lejos para darme la señal de acceder a entrevistarla.