28/06/2021
𝙇𝙖 𝙢𝙪𝙡𝙖 𝙜𝙚𝙣𝙩𝙚
ᴇʟ ᴇsᴄʀɪᴛᴏʀ ᴛᴀʀɪᴊᴇɴ̃ᴏ ɴᴀᴄɪᴅᴏ ᴇɴ ʏᴀᴄᴜɪʙᴀ, ᴇs ᴀᴜᴛᴏʀ ᴅᴇ ʟᴏs ʟɪʙʀᴏs ᴘᴜʙʟɪᴄᴀᴅᴏs ᴄᴏᴍᴏ "ʙᴀʀǫᴜɪᴛᴏ ᴅᴇ ᴘᴀᴘᴇʟ", "ᴠᴇɴᴛᴀɴᴀs ᴅᴇ ɪɴᴏᴄᴇɴᴄɪᴀ", "ʟᴇʏᴇɴᴅᴀs, ᴄᴜᴇɴᴛᴏs ʏ ᴛʀᴀᴅɪᴄɪᴏɴᴇs", "ᴄᴜᴇɴᴛᴏs ᴄʜᴀᴘᴀᴄᴏs, "ʟᴇᴛʀᴀs ᴛᴀʀɪᴊᴇɴ̃ᴀs", "ᴄᴇᴄɪʟɪᴀ", “ʀᴇᴛᴀᴢᴏs ᴅᴇ ᴠɪᴅᴀ", "ᴄʜᴀɢᴜᴀʏᴀ, ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ ʏ ʟᴇʏᴇɴᴅᴀ"; "ᴅᴏɴ̃ᴀ ᴍᴀʀɪ́ᴀ sᴀɴᴛᴏs”.
POR RENÉ AGUILERA FIERRO
Era un mañana calurosa y despejada, como una de tantas del verano chaqueño, pero distinta; un grupo de señoras reunidas en el mercado del pueblo, comentaban las noticias de rutina; hacían alusión a un hecho insólito, pasaje que había ocurrido unos días atrás. Se trataba de un caso que sería el inicio de una cadena de hechos que luego pasarían a la posteridad, el tiempo le dio visos de un de mito, de leyenda o de un simple cuento.
Se dice que la noche de un día miércoles, en la pequeña población de Caiza, un grupo de vecinos había visto galopar a una bestia llevando como jinete a un demonio, el que fue visto por varios testigos. Indican que vieron al diablo fustigar a su caballo con dureza; la crueldad era extrema, el cuadrúpedo se paraba sobre sus patas traseras, mientras relinchaba, lanzaba bocanadas de fuego del in****no.
Estas apariciones se repitieron, infaliblemente las noches de los días miércoles, la gente temía que llegara el día miércoles, estaban llenos de pánico, situación que se hacía insostenible para los habitantes del pueblo. Cansados de soportar las acometidas demoníacas, un grupo de jóvenes decidieron afrontar al jinete infernal; recabaron información de los vecinos, buscaron consejos y sugerencias sobre la posible forma de atacarlo, acudieron al párroco del pueblo para consultarle sobre un posible exorcismo, los resultados del agua bendita. No había duda que las apariciones eran cosa del demonio. El cura dijo que no había manera de hacerlo, porque se presentaba intempestivamente, el tiempo es muy breve para practicar el exorcismo.
De tal modo, armados de coraje, el grupo de jóvenes se ubicó estratégicamente en una de las esquinas del pueblo. Pasada la media noche, la visita infernal hizo su aparición desde el fondo de la calle principal, ingresó a la plaza principal, por media calle dio varias vueltas mientras ejercía su poder demoníaco con demostraciones de furia y dolor, expresadas en el relincho de la bestia. Parecía que las fuerzas del averno se hubieran concentrado en el brioso animal, era como una montaña que aplastaba la conciencia y un volcán controlado por el jinete infernal. Fue el momento que el jinete se aprestaba abandonar el lugar, cuando de calles adyacentes, de todos lados surgieron lazos y correas que sujetaron a la bestia. El diabólico jinete llevaba negras vestiduras, afiladas y sonoras espuelas, lanzó una poderosa carcajada y desapareció. Pero la mula no pudo librarse de sus captores, quienes comenzaron a blandir sus látigos de punta acerada y aplicarlos sobre el lomo del animal, eran latigazos punzantes, cortantes, tremendamente crueles.
-Quien eres y de dónde vienes... –preguntó uno de sus captores
-Habla – decía otro – habla y serás libre. – volvían a fustigarlo sin piedad.
La respuesta era un fantasmagórico relincho, voces desenfrenadas, forcejeos, azotes y sangre. El tiempo se hacía interminable, los relámpagos de los ojos del animal, el fuego que lanzaba por sus fauces hizo temer a los jóvenes; a cada relincho le seguía bocanadas de fuego que arrojaba a borbollones en una mezcla de rabia e impotencia. Cerca del amanecer, la bestia se calmó y rogó a sus captores de que no la castiguen más, les suplicó que la dejen ir en paz, que jamás pensó en hacer daño a nadie. Cuando le preguntaron sobre su identidad, sin mayor resistencia dijo ser doña Josefina Rascaforte, conocida y respetada dama de la región, devota feligrés del pueblo, lo que le un marco de respeto. Doña Josefina manifestó, que hacía poco tiempo que llevaba penando por las calles, antes se transformaba en su casa, puesto que su extraña transformación venía de muchos años atrás, atribuyendo la causa a las relaciones íntimas que mantuvo con el cura del pueblo.
Despuntaba el alba, momento que se produjo la mutación, era increíble y demoníaca. La sorpresa había sido demasiado fuerte, como el susto de quienes participaron en la cacería infernal. La luz de aquella mañana de jueves fue anunciada en el rostro y cuerpo de la miserable mujer, llevaba los signos del lamentable castigo; las llagas en las comisuras de los labios de la mujer, eran evidencias de los frenos que sujetaron la boca de la infeliz.
Días después, doña Josefina Rascaforte desapareció del pueblo, nadie volvió a saber de ella, tampoco se supo el rumbo que tomó.. De entonces a la fecha, no se supo más de la Mula gente, tampoco que haya vuelto a reaparecer por algún pueblo de los polvorientos y asoleados caminos del chaco.
La tradición es alma de los pueblos, nace, se difunde y se arraiga. El campesino de manera espontánea crea sus mitos como norma de vida, su lengua se convierte en material de recuerdos y asombrosas narraciones, su inventiva supera todas las barreras. Algunos ancianos o personas acuciosas, rescatando de sus recuerdos, cuentan relatos diversos, uno de ellos es esta fantástica historia, quizá un poco cambiada, exagerada o disminuida de lo que realmente sucedió.
Los versados en opiniones, dicen que las beatas son las más sospechosas de ser “Mula gente”; la forma de comprobar la sospecha, es atraparen en el suelo las huellas de la beata, para tal fin se utiliza un sombrero negro, pero también se puede hacer un circulo alrededor de la huella con una sortija de matrimonio. En ambos casos, se obtiene la impresión de una herradura. Personas más avezadas en emitir criterios, atribuyen a los dolores de huesos y malestar del cuerpo de ciertas mujeres, estos achaques son síntoma de amoríos con un cura. Pero no falta quien recomiende espiar a la sospechosa mientras duerme la siesta, ocasión en la que estas pecadoras se convierten en “Mula gente”, es decir, mitad mula y mitad gente.
En cierta ocasión, comentando estas supersticiones con un sacerdote del chaco, respondió con una burlona respuesta: “Si todo esto fuera cierto, yo tendría una recua de mulas”.
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(*)René Aguilera Fierro, nació en Yacuiba-Tarija (Bolivia), poeta y escritor de amplia trayectoria, tanto en Bolivia como en el exterior, Ha escrito 21 obras literarias de mucho éxito, cada uno de estos libros fueron reeditado en varias ocasiones. Escribe poesías de amor, poemas infantiles, cuentos, leyendas, biografías y ensayos.
Ingeniero Forestal de Profesión, catedrático universitario, Jefe de Carrera y Decano, ha ocupado cargos relevantes para el Estado boliviano. Periodista profesional. Organizador de eventos culturales de trascendencia mundial, como los “Encuentros Internacionales de Escritores” (desde el año 2008), “Coloquios Literarios” (desde el año 1990); actualmente, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Tarija (Bolivia); Secretario General de la Unión Latinoamericana de Escritores (Sede México); viaja por diversos países en misión cultural. Presidente del Consejo Departamental de Culturas de Tarija (dependiente del Ministerio de Culturas de Bolivia); Designado “Maestro de las Artes; practica la pintura y el tallado en madera y fotógrafo aficionado. En Chile, se le tributó un homenaje con la publicación de un libro referido a su persona, escrito por 22 escritores de diversas partes del mundo. Tiene abundantes distinciones; reconocimientos a su labor literaria, así como premios obtenidos en Bolivia y el exterior.
Foto: Ilustración de Guillermo Tejerina, Artista de Tarija.