02/12/2024
“Cicatrices Invisibles: Una Mirada Profunda a la Violencia Contra la Mujer en Bolivia en 2024”
Autor: Skarleth Camila Lucana Sandoval
En la actualidad la violencia se ha convertido en el pan de cada día de las y los bolivianos, en la portada de los diarios y los titulares de los noticieros, dejando una gran incógnita en nosotros, ¿se ha incrementado la violencia en los últimos tiempos? O ¿la valentía creció en la víctima para denunciar que está siendo víctima de violencia?
Cual fuere el motivo debemos tomar conciencia que las cifras son alarmantes, ya que esta gestión en la defensoría del Estado Plurinacional, se manejan cifras alarmantes, la violencia en contra de mujeres y niñas sigue siendo un problema latente, para lo cual debemos aunar esfuerzos para ir minimizando esta enfermedad social.
La violencia contra la mujer en Bolivia no es solo un problema de estadísticas; es una tragedia humana que deja marcas visibles e invisibles en las víctimas, sus familias y la sociedad en su conjunto. En 2024, la situación persiste como una realidad inquietante, enmarcada en cifras alarmantes y narrativas que exigen una profunda reflexión, y un actuar conjunto por el bien de la sociedad boliviana.
El peso de las cifras: un retrato del dolor
Desde enero hasta agosto de 2024, Bolivia registró 54 feminicidios y más de 28,000 denuncias de violencia contra mujeres y menores, cifras que van creciendo mes a mes. Estos números, como algunos los llaman, son más que eso; son historias de vidas truncadas, sueños destrozados y esperanzas apagadas. En el departamento de La Paz, los 13 feminicidios reportados ilustran un problema recurrente, mientras que Cochabamba y Santa Cruz no se quedan atrás, con 12 y 10 casos respectivamente. Hasta noviembre de este año Bolivia registra 44.378 delitos enmarcados en la ley No. 348, 78 feminicidios y 33.165 casos de violencia familiar, estas cifras nos muestran que a pesar de todos los esfuerzos que se realizan, aún no es suficiente para que las cifras vayan rediciendo.
Sin embargo, la violencia no siempre termina en muerte. Los informes muestran que la violencia familiar o doméstica sigue siendo la forma más común de agresión, representando el 75% de los casos denunciado. Esto indica que muchas mujeres enfrentan un ciclo de maltrato constante que rara vez es interrumpido, porque muchas veces se maneja el argumento es mi esposo o por mis hijos lo aguanto, él nos mantiene.
Ecos de dolor: voces desde el silencio
Detrás de cada denuncia hay una historia que merece ser escuchada. Sonia, una mujer de 38 años, fue brutalmente golpeada y apuñalada por su pareja en Cochabamba. Su caso, como muchos otros, quedó envuelto en la lucha por encontrar justicia en un sistema que, aunque ha avanzado en la identificación de agresores, todavía enfrenta desafíos para proteger efectivamente a las víctimas.
En el ámbito rural, donde las denuncias suelen ser menos frecuentes debido a barreras culturales y geográficas, el impacto de la violencia es igualmente devastador. Las mujeres indígenas, en particular, enfrentan una doble vulnerabilidad: la discriminación de género y la marginalización étnic0-social, lo que hace que sus historias a menudo permanezcan ocultas bajo el velo de la indiferencia social, quedando en el olvido, como una historia narrada más.
La sombra de la impunidad
Un aspecto preocupante del panorama de la violencia contra la mujer en Bolivia es la baja tasa de resolución judicial. Aunque el Ministerio Público reporta una efectividad del 90% en la identificación de autores de feminicidios, menos del 10% de los casos de violencia de género culminan en sentencias judiciales. Este vacío deja a muchas víctimas en un limbo legal, mientras que los agresores a menudo caminan libres por las calles, siguiendo con el círculo vicioso de la violencia.
La falta de recursos adecuados y la sobrecarga de trabajo en los sistemas judiciales exacerban esta situación. Muchas mujeres enfrentan procesos largos y desgastantes, lo que las desanima a seguir buscando justicia. En un entorno donde la impunidad prevalece, el mensaje implícito es que la violencia es tolerada, perpetuando un ciclo recurrente difícil de romper.
Historias que trascienden generaciones
La violencia no solo afecta a las mujeres; sus hijos, familias y comunidades también llevan las cicatrices de este flagelo. Los casos de infanticidio registrados hasta agosto de 2024 muestran cómo la violencia se extiende a los más vulnerables. La tragedia de una recién nacida encontrada en un vertedero de Santa Cruz es un recordatorio de cómo la violencia puede privar incluso a los inocentes del derecho más básico, la vida.
Estas historias trascienden generaciones, dejando un legado de trauma que afecta el tejido social del país.