La visión más extendida sobre el trabajo editorial lo concibe como una labor comercial más, cuyo propósito no es otra cosa que la venta de libros como si se tratara de cualquier otra mercancía. Desde esa lógica, el objetivo principal es ganar dinero, y para ello el producto tiene que ser vendible, regirse por los códigos del mercado en desmedro del contenido y el sentido de lo que se publica. Fund
adas en este razonamiento, algunas voces nos alertaron: “¡cómo se van a llamar Editorial El colectivo! piensen algún nombre con más estilo, más vendible”. Nos dijeron que es una elección inconveniente porque remite a un término muy común (¿popular?) y hasta viejo (el logo que elegimos para que acompañe al nombre refuerza esa idea, señalaron). Pero El colectivo también mueve a pensar en un grupo de trabajo horizontal que resuelve cada paso democráticamente. “Muy trillado”, nos aconsejaron en este caso. Evaluamos éstas y otras opiniones, y, definitivamente, reafirmamos nuestra elección. De hecho somos un colectivo de trabajo; variado y autogestivo, horizontal y democrático en las decisiones. Puede sonar muy trillado si se piensa en cierto uso utilitarista del término, aunque debemos convenir que las experiencias colectivas no son tan usuales en el sistema en que vivimos, y el mundo editorial no es una excepción. Pero también nos sedujo la connotación “popular” que expresa el nombre, entendido como medio de transporte: quién no ha tomado un colectivo para llegar al trabajo, a una reunión de amigos, al encuentro con un amor... Nos convenció el carácter autóctono que cada pueblo utiliza para denominar a estos vehículos: guagua, bus, carro, autobús, micro… pero aquí, en estos pagos, siempre han sido, son y serán colectivos. A la hora de elegir el logo, optamos por un coche de los antiguos, el 11-14. No por viejo, sino porque nos referenciamos en un modelo de colectivo que tiene su historia que, desde luego, no empieza con nosotros. Nos sentimos identificados, también y por sobre todas las cosas, con la idea de viaje: Editorial El colectivo se propone como un medio para que puedan viajar, sin pagar peaje, las ideas y las historias. Para que viajemos con ellas. Deseamos y queremos que por esta editorial fluyan trabajos diversos, desde autores que podrían publicar en otros sellos pero eligen apostar a este proyecto –entre nuestras primeras ediciones se incluyen algunos títulos de esta naturaleza–, hasta nuevos autores que, tal vez conociendo las limitaciones del mercado editorial, nunca hubieran pensado que finalmente podrían publicar. Hay un objetivo, sin embargo, que seguramente se imponga con peso propio: diversos trabajos que iremos publicando con el correr del tiempo apuntan a revertir la imagen que exhibe al intelectual como sujeto excepcional, aislado, en un contexto degradado, donde predominan el transformismo, la tristeza ideológica y la pasividad popular. Los intelectuales náufragos se dedican a arrojar, al inmenso océano social, botellas con sus mensajes, con la expectativa de que éstas lleguen (¿esperanzadoras? ¿esclarecedoras? ¿concientizadoras?) a una u otra playa. Una imagen nueva –aunque un tanto indecorosa– surge del siguiente interrogante: ¿No será mejor usar las botellas, en vez de arrojarlas al mar, para partir cabezas? Creemos en la imperiosa necesidad de elaborar nuevos textos desde el terreno popular, tan bastardeado, tan desdeñado, pero de un modo distinto al habitual: partiendo de la acción. Esto no significa reivindicar el empobrecimiento conceptual o exhibir con jactancia un harapo intelectual. Todo lo contrario. Ofrecemos un proyecto franco y abierto desde donde recuperar las tradiciones emancipatorias, para rescatar y proporcionarle un nuevo significado a la palabra y a la historia, para brindar un espacio donde autores y autoras, tendencias o corrientes, metan las patas (o la cabeza). Tendiendo los puentes imprescindibles que nos lleven a celebrar la lucha y los sueños de los de abajo. Sabemos que los libros no cambian al mundo, pero hay libros que lo cambian más que otros... Por eso, nos reunimos en torno a una mesa de trabajo, y editamos.