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17/01/2025
Nota by
Hoy más que nunca, es vital reconocer que somos guiados por una fuerza superior que mueve nuestra existencia, conectándonos con el alma y su propósito. Somos creaciones del Padre Creador, hechos a su semejanza, y en esta reflexión surge una pregunta esencial: ¿con qué energía, con qué frecuencia, hemos encarnado en esta vida?
Dentro de nosotros residen dos energías fundamentales, femenina y masculina, que juntas forman el poder creador y de manifestación cuando están en equilibrio.
La energía femenina se relaciona con el ser, el sentir, la intuición, la creatividad, la dulzura y la se*******ad. Es la energía de recibir. Por otro lado, la energía masculina se conecta con la lógica, la acción, la firmeza, la seguridad y la estructura. Es la energía de proveer.
Ambas energías coexisten en todos, sin importar nuestro género, y ninguna es superior a la otra. Son fuerzas complementarias que debemos aprender a equilibrar.
Cuando la energía femenina predomina en exceso, puede generar vulnerabilidad emocional, ansiedad y una sensación de pequeñez que desequilibra nuestras vidas. En cambio, un exceso de energía masculina puede llevarnos al control extremo, la impulsividad y el egoísmo, desconectándonos de nuestra esencia.
El ideal radica en encontrar ese balance, permitiéndonos elegir cuál energía activar dependiendo del contexto o situación en la que nos encontremos. Solo así podremos vivir en armonía con nosotros mismos y nuestro entorno.
Para alcanzar este equilibrio y sanar posibles desajustes, podés probar las terapias holísticas de Sanación de heridas de infancia, Sanación de energías femeninas y Sanación de energías masculinas, diseñadas para conectar con tu ser más auténtico.