19/10/2024
180 años compartiendo esperanza
El siglo XIX estuvo marcado por grandes reavivamientos religiosos en Europa y América. Muchos acontecimientos mundiales, llevaron a miles de personas a estudiar la Biblia. La certeza del segundo advenimiento de Jesús al mundo era el mensaje proclamado por muchos predicadores de diversas denominaciones cristianas. William Miller (1782-1849) fue uno de los más importantes de su tiempo.
Miller, luego de su escepticismo religioso, llegó a ser un gran investigador de las profecías. Ellas cautivaron su intelecto. Él vio en la historia de la humanidad el cumplimiento de los propósitos divinos y la cercanía del establecimiento del reino de Dios. La profecía de Daniel 8:14, según sus conclusiones, marcaba el fin del mundo conocido. Esta dice así: “hasta 2300 días, entonces el santuario será purificado”. Él y sus asociados pensaron que Jesús purificaría la tierra cuando vuelva por segunda vez. Tras muchos estudios y debates, concluyeron que el Salvador volvería el 22 de octubre de 1844.
Aquel día llegó, millares de cristianos miraban hacia al cielo para ver a Jesús. Como es sabido, nunca ocurrió. Lamentablemente, muchos renunciaron a la fe. Otros creyeron que el Salvador volvería más adelante. Colocaron nuevas fechas futuras que frustrarían más la confianza en la Biblia. Un pequeño grupo revisó la profecía de Daniel. Ellos veían la coherencia bíblica e histórica en los estudios realizados por los adventistas milleritas. ¿Dónde estaba el error? Descubrieron que el problema fue la interpretación con respecto al “Santuario” que debía purificarse. No era la tierra. Era el Santuario Celestial.
La Biblia enseña que Dios tiene un Santuario en el cielo. Pasajes como los de Éxodo 25:9, 40, Salmos 11:4; 33:14, Jonás 2:5, 8, Habacuc 2:20, Zacarías 2:17, Hebreos 8:1-5 y Apocalipsis 11:19 entre tantos otros confirman esta realidad divina. Este grupo de adventistas comprendió que el 22 de octubre de 1844 Jesús inició su ministerio intercesor en el gran juicio final.
Ellos comprendieron que el gran chasco que vivieron estaba profetizado en la experiencia de Juan relatada en Apocalipsis 10. Lo que le ocurrió al profeta fue un símbolo de lo que ocurriría con el movimiento adventista en sus inicios. Sus esperanzas a estudiar las profecías de Daniel fueron “dulce”, pero luego llegó a ser “amarga” tras verse frustrados sus anhelos de una tierra nueva. Sin embargo, no debían desanimarse. Era el momento presentar el último llamado al mundo entero (10:11).
Este movimiento, años más tarde (1860), tomaría el nombre de Iglesia Adventista del Séptimo Día. Su nombre enmarca dos verdades fundamentales que los representarían ante todo el mundo. En primer lugar, finalizado el juicio, el advenimiento de Jesús será inminente para retribuir a cada uno según sus obras (Apocalipsis 22:12) y poner fin al pecado (2 Ped. 3:11, 13, 14). En segundo lugar, adoran en sábado como día santo dedicado al Señor. Es el tiempo consagrado por Dios desde la creación (Génesis 2:1-3) y ordenado en el cuarto mandamiento del decálogo (Éxodo 20:8-11).
Hace 180 renació una esperanza olvidada por siglos. El juicio final no es un evento después de la muerte. Es un proceso judicial en el cielo en favor de la humanidad caída (Daniel 7:9-13; Apocalipsis 14:6). El pecador no debe temer al juicio. Jesús es el Abogado intercesor y amigo de los pecadores (Hebreos 7:25). Él defenderá la causa de todo aquel que se acerque con fe a su presencia (Hebreos 4:14-16; 1 Juan 1:9; 2:1).
Otras verdades que habían sido oscurecidas por causa de tradiciones y especulaciones milenarias fueron restauradas e integradas a la nueva fase salvífica de Jesús en el cielo. Entre ellas podemos destacar que el alma o espíritu de los difuntos no van al cielo o al in****no (Eclesiastés 9:5-6, 10; Salmo 115: 7; 146:3-4). La esperanza frente a la muerte se encuentra en la resurrección cuando Jesús vuelva (Daniel 12:2; Juan 5:28-29). Otra enseñanza proclamada hace varios años por los adventistas es la vida saludable. El cuerpo es templo del Espíritu Santo y es necesario cuidarlo de la mejor manera (1 Corintios 6:19; 10:31). Estas creencias junto con la vigencia de los 10 mandamientos (Eclesiastés 12:14; Apocalipsis 12:17; 14:12) y el don de la profecía (Apocalipsis 12:17; 19:10) fueron pilares que dieron forma a las creencias distintivas de los adventistas. Hace 180 años los adventistas enseñan estas y otras verdades bíblicas como la Trinidad, Dios como Creador, la salvación por la fe en Cristo, el bautismo por inmersión, la importancia del matrimonio y la familia.
A comienzos del siglo XX los adventistas del séptimo día ya eran conocidos como una de las agencias misioneras más activas entre los protestantes. Motivados por la orden de Jesús de predicar a todo el mundo antes del fin (Mateo 24:14; 28:119-20), expandieron su fe en forma progresiva. En la década de 1890 comienza la expansión del adventismo en la República Argentina. El 9 de septiembre de 1894, en la zona rural de Crespo (Entre Ríos), el pastor Frank Westphal organizó la primera Iglesia Adventista del Séptimo Día de Sudamérica. En La Pampa, en el año 1905, data como los primeros adventistas en Colonia Española, cerca de villa Alba (hoy General San Martín) a los inmigrantes Gottlieb Klatt y María Waldbauer. Desde allí se extendió la fe a toda la provincia. Actualmente la denominación cuenta con presencia en las localidades de Santa Rosa, General Pico, Toay, Guatraché, Castex, General Acha, Bernasconi, Anguil, Uriburu, Macachín, Quemú Quemú, Victorica, 25 de Mayo y en varios otros lugares. Los adventistas de La Pampa se suman a los casi 22 millones de miembros ubicados en más de 200 países.
Es importante rememorar los inicios del movimiento adventista para recordar por qué comenzó y cuál fue su propósito. Desde su existencia ha enfrentado grandes desafíos que han amenazado su unidad y misión. Sin embargo, por la gracia de Dios y el esfuerzo de sus miembros, nunca decayó.
A través de Asociación Casa Editora Sudamericana, miles de Biblias, libros y revistas han sido distribuidos para beneficiar a las personas. Las redes de comunicación Una Luz en el Camino y Nuevo Tiempo en radios, televisión y redes sociales transmiten ininterrumpidamente mensajes de ánimo y fortaleza para la vida diaria. A estas se suman las diversas instituciones educativas como el Instituto Adventista La Pampa (IALPA) que educa a sus alumnos para la eternidad. Alimentos Granix produce alimentos de calidad para las mesas de los hogares. No podemos olvidar sus clínicas y sanatorios que buscan sanar de manera integral a los que acuden allí. Todas estas instituciones han sido instrumentos vitales para anunciar que una vez concluido el ministerio de Cristo como único intercesor del ser humano en el juicio final, volverá para buscar a quienes lo aman (Juan 14:1-3; 1 Tesalonicenses 4:13-17; Hebreos 9:28). Cuando el Salvador regrese se terminarán las injusticias, el dolor, la muerte y el mal (Apocalipsis 21-22). ¿Qué mejor destino que este?
180 años con un mensaje de esperanza:” ¡Jesús viene pronto! Prepárate”. Hoy te invitamos a reflexionar en las palabras que el mismo Cristo expresó: “Vengo pronto”. Pero también quisiéramos que respondas como lo hizo el apóstol Juan: “Sí, ven Señor Jesús” (Apocalipsis 22:21).
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