27/08/2018
Hace 17 años, cuando el manipulador de cabotaje que dirigía la "X", fm de la UNL, nos echaba por haber expuesto que el mega-canje perpetrado por Cavallo y De la Rúa condenaba al hambre y la exclusión a millones de personas en nuestro país, escribí esta Polaroid que dá cuenta de mi oficio y que hoy, con la excusa del día, me permito compartir: "Hacer radio".
Polaroid: “Hacer radio”.
Podría expresarte solamente acerca de la estética del sonido:
palabras que disparan,
silencios que dicen,
la música que cura
en un intento permanente por alcanzar la belleza.
Podría hablarte únicamente de esa “magia”
que se vive y se produce gracias a este medio
único, maravilloso e inextinguible.
Podría decirte simplemente del placer de ser oyente,
del permanente estímulo a jugar
con nuestros pensamientos y nuestras sensaciones,
nuestros estados de ánimo y nuestra imaginación.
O bien podría hablarte de ese otro placer:
el de intentar permanentemente construir algo
por lo que vos puedas sentir esa complicidad inevitable
que se establece cada vez que uno se considera
un oyente de tal o cual programa;
de hacer real ese objetivo de hacer de la radio
una compañía que intente ofrecerte
(a vos también, allí donde ahora estés)
la posibilidad de crecer,
de seguir intentando por todos los medios
construir una complicidad que no apunte únicamente
a la evasión, al olvido ni a la desmemoria,
una complicidad que se establezca a partir de nuestra historia
(como tipos y como pueblo);
complicidad que se genere a partir de entender
que para soñar con ser mejores
(y entiéndase por esto el permanente intento
por ser más justos, más buenos y más bellos),
para soñar con ser mejores –reitero-
es mentira que nos tengamos que hacer los otarios
con lo que sucede cotidianamente a nuestro alrededor.
Que eso es mentira:
eso es lo que te quieren hacer creer
aquéllos que intentan aquietar tu rebelión
para así poder seguir maniatándote
desde el forro de tu bolsillo.
Y que sería fantástico que nos podamos reír de nosotros mismos.
Y que aquí lo intentamos,
desde un simple programa de radio.
Podría hablarte, también,
de las dificultades que se encuentran en este camino
que hemos decidido transitar,
que no es otro que llevar a los hechos
un proyecto comunicacional
que integre laburo y placer
para aspirar a la calidad que te debemos;
un proyecto que intenta conjugar
un cóctel complejo pero posible:
hacer realidad,
en un simple programa de radio,
alcanzar una estética
sin caer en el chamullo
de la independencia política,
porque asumimos compromisos
(si bien no partidarios)
con el conjunto de la sociedad.
Lo cual, inevitablemente,
hace que este camino elegido
-tal como muchos otros-
tenga sus pro y sus contra,
sus alegrías y dolores,
sus aperturas y sus intolerancias…
Como todo en la vida.
Podría decirte que
desde un laburante de esto,
todos,
absolutamente todos los que hacemos radio,
lo hacemos para que nos escuchen…
Y que esto es así
y no tiene remedio.
Y que lo importante, en todo caso,
para los que estamos de este lado cuando vos estás ahí,
es tener claro por lo que queremos que vos nos escuches.
Porque si tenés en claro eso,
los éxitos y los fracasos se miden con una vara distinta
a la que cotidianamente te presentan como única y válida posible.
Que lo que para uno es poco
para otro puede ser mucho.
Que lo que algunos desprecian
es añorado y deseado por otros.
Que lo que para algunos es una utopía estúpida e inalcanzable
para otros puede llegar a ser
el camino que inevitablemente debe recorrer.
Que lo que para algunos es final
para otros es comienzo.
Y que eso se juega a la hora de la verdad.
Y la verdad en radio tiene un nombre;
y ese nombre es el sonido:
producto final de nuestros esfuerzos denodados y escaso talento
por alcanzar acercarnos a la belleza.
Y que la complicidad que intentamos construir
siempre,
inevitablemente,
la intentamos establecer desde allí:
desde el respeto,
desde la honestidad
y de un intento permanente por
superarnos, mejorar y crecer.
Podría decirte más hoy,
en el día de la radio,
seguramente,
mucho más.
Pero hay una cosa que quiero que escuches:
hay una cosa de la que podés estar seguro
porque es una verdad inapelable, real y tangible:
no existe nada más preciado para quien hace radio
que lograr que vos te quedes ahí,
enganchado al programa,
haciendo real este deseo de uno
de que aquello que estás escuchando
(en algún momento):
te emocione,
te permita mirar lo cotidiano desde algunos lugares más,
te sacuda el cuore o el coco,
que se cuele en tus esencias
y permita que en vos
se avive el viento de la pasión.
Y que para lograrlo,
al menos desde aquí,
desde “Lobos de Ciudad”,
bien desde nosotros,
siempre nos aferramos a una sola bandera:
• no subestimarte
(que es como ofrecerte nuestro respeto);
• y no mirar a nadie,
nunca jamás,
desde la comodidad de nuestros privilegios.
Y a eso…
no hay sillas que puedan evitarlo ni callar.
Fecha: 27 de agosto de 2001.
Tema: “Historia de la silla”, Silvio Rodríguez.
https://www.youtube.com/watch?v=Y1GX9LZCV3A