31/07/2017
Dicen que cuando la tierra se pone fría no alcanza el Sol. No alcanza colapso calórico alguno para suplantar el aliento. Eso dicen. Eso dicen en las cavernas. Todos anonadados por el frío saben que por más que el astro siga firme en el cielo, no va a haber Sol. Yo a veces siento con mucha seguridad que tengo mi propio sol entre las manos. Lo puedo sentir tanto que a veces me quema todas las manos. Y las quemaduras y los callos y las uñas tan cortas y la falta de nutrición moderna de la piel no deben de ser muy para soñar, pero son tan cómodas mis manos. Son tan cómodas y eficientes, con ellas estoy haciendo un bigbang de alguna cosa muy pop y rosa. Todos sabemos que tanto el rosa, como el negro son una enorme ironía. Pero no me quedo en ninguna caverna porque yo hago bigbanes con un soplido. Me hacen muy felices aunque no duren nada. Porque lo que a mi me dijeron no me importa. No me importa el desconsuelo, ni la maldad, ni lo voraz, ni lo intrépido, ni lo mordaz, ni lo despachable de la memoria. Lo que yo quiero es una agonía que haga crecer plantas. Fatalismo total de la totalmente brutal noción de crecimiento. Entonces me siento mal por dos. Porque me duele y porque ya no me duele. YO tengo UN sol BAJO la MANGA. A mi criterio y lujo. Y lo prendo y lo apago. Lo atenuo y lo apretujo. Lo aplasto cuando duermo. Pero con fino tiro de gomera, lo ubico por cualquier lado. (((::::Que ganas de hablar que tiene esta boca:::)))