Con Enrique, trabajábamos en “Tiempo del Sur” un semanario local propiedad del señor Alfredo García que comenzó a salir allá por abril de 1997. Nosotros manejábamos parte de la distribución y venta de publicidad y debido a ello, durante cinco años logramos armar un equipo de vendedores “puerta a puerta” muy bueno, con los que obtuvimos excelentes ventas durante el primer tiempo. Además hicimos una cartera de clientes en lo que respecta a publicidad que a lo largo de los años se fueron convirtiendo en amigos y nunca dejaron de confiar en nosotros.
Tiempo del Sur fue sin lugar a dudas el primer gran recorrido de este camino que hoy estamos transitando y una gran escuela, ya que gracias a las experiencias adquiridas durante esos cinco años 1997-2002, aprendimos mucho y pudimos intentar el lanzamiento de La Ventana tratando de evitar errores que de otra manera seguramente hubiésemos cometido.
Finalmente después de la tremenda crisis económica del 2001, en el mes de abril de 2002, mientras cumplía su 5to. Aniversario, el semanario debió cerrar sus puertas definitivamente y todo el grupo de gente se quedó si trabajo, Omar Abraham (periodista), Marcelo Róbin (Diseñador), todos los vendedores y nosotros.
Durante varios días estuvimos pensando en varios proyectos hasta que surgió la idea de hacer una revista de interés general con frecuencia semanal aprovechando el grupo de gente que ya teníamos. Muchos de ellos ya habían tomado otro rumbo pero de todas maneras logramos armar un equipo para comenzar.
No teníamos un peso partido por la mitad por lo que era imposible contratar un periodista. Omar Abraham había comenzado con un programa periodístico en “Radio 10” bajo el nombre de La Ventana. Fuimos a hablar con el y le ofrecimos una sociedad de tres partes, yo me encargaría de la venta de publicidad, Enrique de la distribución y la cobranza y Omar de la parte periodística, con lo que el “Turco” estuvo de acuerdo y comenzamos a armar el proyecto. Lo primero que hicimos fue elegir el nombre y como Omar estaba haciendo el programa de radio, nos sugirió ponerle el mismo nombre y aceptamos.
La otra pata que faltaba era el trabajo de diseño por lo que fuimos a hablar con Marcelo Róbin, un cordobés genial y muy buena persona que se vino a San Rafael con su mujer y un hijo pequeño, contratado por Tiempo del Sur. Marcelo había quedado a la deriva con el cierre del semanario por lo que necesitaba mucho el trabajo y no dudó ni un instante en comenzar a trabajar para el proyecto.
Hablamos con Marcelo Encabo que hacía muy poco tiempo había instalado una imprenta en la Avenida Sarmiento y el también tuvo con La Ventana su primera experiencia en el armado de revistas.
Las ganas y las ilusiones sobraban pero teníamos un gran problema, faltaba el dinero para imprimir y si no lo conseguíamos era imposible largar el primer número.
Finalmente con el apoyo de los comerciantes pudimos juntarlo y comenzar.
Para la presentación de La Ventana fue necesaria la colaboración de muchos amigos.
Recuerdo y agradezco la ayuda de Leopoldo Burgos quien nos ofreció su casa para la ocasión y además nos preparó un espectáculo y consiguió el champán de Bianchi para los invitados. Recuerdo que estábamos todos en la presentación menos la gente de la imprenta que se tuvo que quedar trabajando en la revista ya que tenía que salir al otro día y no daban los tiempos.
Fue una presentación muy sencilla pero hermosa y a pesar de que la tapa de la primera revista había salido horrible, la gente supo entender el sacrificio y la recibió de la mejor manera, brindándonos todo el apoyo.
Elegimos la rotonda del mapa en la noche y realmente parecíamos salidos de una película de terror.
De izquierda a derecha, Juan Carlos Marcos, Daniel López, Juani, Marcela de Encabo con su pequeño hijo, Omar Abraham, Mercedes, Juan Manuel Abraham, Mirian Rivero, Enrique García y Marcelo Róbin.
El primer objetivo estaba logrado, La Ventana ya había nacido, ya era parte del abanico de medios de los que se nutre la sociedad sanrafaelina, y pensábamos que a partir de allí sería más fácil pero ese fue el primer error. Sacar una edición todas las semanas era una cosa de locos, no terminábamos de trabajar para conseguir el dinero para una revista que ya teníamos encima el problema de la siguiente.
Los precios en los insumos cambiaban casi todas las semanas…nos volvíamos locos, le debíamos a cada santo una vela, nos prestaban plata algunos amigos para poder seguir pero aun así se hacía casi imposible.
La situación económica del país estaba pasando por un momento complicado. Nos invadían los bonos Petrom y Lecop los que era muy difícil colocar a cambio de insumos por lo que también se transformaba en un problema y lograr imprimir era realmente una utopía.
Teníamos que agudizar nuestro ingenio después de cada una de las ediciones para poder seguir adelante y para lograrlo tuvimos que ir dejando en el camino personas muy queridas por nosotros.
Marcelo Róbin fue el primero en partir, no podíamos asegurarle un sueldo acorde a sus necesidades y lamentablemente tuvo que buscar nuevos horizontes, le salió una oportunidad de trabajo en Chile y tuvimos que reemplazarlo.
Omar Abraham recibió una propuesta más interesante y después de siete meses de acompañarnos, dejó la revista.
Como diseñador comenzó a trabajar un gran amigo, Daniel López quien compartía conmigo y con Enrique un trabajo en el boliche “La Bodega”, y de la dirección periodística se hizo cargo otro gran amigo con el que compartimos varias horas de trabajo en Tiempo del Sur, Mario Limeses.
La imprenta Encabo como recién comenzaba, por lógica no contaba con la tecnificación necesaria por lo tanto debía recurrir a la mano de obra y se encarecía mucho la impresión.
Ese motivo nos llevó a cambiar de imprenta.
Comenzamos a imprimir en la ciudad de Mendoza en donde recuerdo una de las anécdotas más graciosas de las muchas que pasaron en estos 16 años. Un día fue Enrique a la imprenta para ver como iba la impresión correspondiente a esa semana y el dueño estaba furioso porque había tenido que tirar todas las tapas ya impresas por un problema técnico con la pasada del último color. Esa revista tenía en la tapa porque era época de Vendimia, una foto de la madre de Enrique, Nilda Eraso, cuando salió Reina Nacional de la Vendimia en el año 1958. El dueño de la imprenta no tenía ni idea de quien se trataba ya que hacía poco que nos conocía, y cuando Enrique le preguntó por la impresión el le contestó: “ni me hables, he tenido que tirar todas las tapas ya casi terminadas, mirá, mirá”, le dijo señalando el error. Y agregó “quien es la mina ésta que pusiste en la tapa que me trajo mala suerte y la REPU/$%& ¿?!¿=//(&$%/”, a lo que Enrique contestó “Es mi mamá cuando salió reina en el año 1958”. ¡¡¡“Era linda la vieja”!!! Contestó sin titubear el dueño de la imprenta. Al poco tiempo sufrimos un golpe realmente duro.
Debido a una malformación congénita arteriovenosa el 23 de noviembre de 2003, sufrí un derrame cerebral que por poco me cuesta la vida. Estuve internada en el Hospital Central casi tres meses y fui operada por el Dr. Jorge Furt el 28 de enero de 2004. Gracias a Dios la operación fue un éxito y lo puedo estar contando. Esos fueron meses muy difíciles para la revista. Enrique estuvo en Mendoza permanentemente y La Ventana quedó en manos de nuestros queridos amigos: Daniel López, su mujer Virginia Turano, Mario Limeses y Fany Saud que había comenzado a trabajar con nosotros. Ellos hicieron todo lo posible para que no dejara de salir ni una sola semana y lo lograron.
Enrique iba comunicando a través de la revista todo lo sucedido y como marchaban las cosas y los clientes nos apoyaron mucho. Ninguno dejo de hacer publicidad, inclusive recuerdo algunos casos puntuales que decidieron seguir publicitando en forma permanente a partir de ese momento y se mantienen en la actualidad. Todos fueron muy importantes, por eso digo siempre que La Ventana es un poco de cada uno de ellos.
También guardo un buen recuerdo y un cariño muy especial por el señor Vicente Emilio Russo, que si pedirle absolutamente nada me tendió su mano mientras estaba internada en el Central ofreciéndome su ayuda, movió cielo y tierra dejando todo solucionado por si hacían falta insumos para mi operación. Mandaba a las diputadas en ese momento Delia Pérez y Raquel Páez al hospital a preguntarle a Enrique si necesitábamos algo. Realmente ¡¡GRACIAS CHICHO!! Nunca voy a dejar de agradecer ese gesto tuyo porque lo hiciste realmente de corazón, sin pedir nada a cambio y eso para mí y para cualquier persona de buenos sentimientos tiene un valor incalculable.
Alguien que hoy se llena la boca hablando de lo mal que está la salud en Mendoza y vive criticando y denunciando al gobierno al mejor estilo de Lilita Carrió, hizo todo lo contrario al chicho Russo. Cuando me llevaban trasladada a Mendoza en ambulancia sin saber con certeza si iba a llegar viva, Enrique viajaba atrás en el auto. Se paró en Eugenio Bustos a cargar GNC y se encontró por casualidad con el actual senador Armando Camerucci que en ese momento ocupaba un cargo importante en el gobierno ya que el gobernador de la provincia era Julio Cleto Cobos. Enrique le comentó que yo iba muy grave en la ambulancia y teníamos el problema que no había cama en el Central para internarme. Le pidió por favor que hiciera algo ya que estaba desesperado. El señor Camerucci le dijo: “anotá el celular y haceme acordar”, pero el número que le dio no existía. (Gracias igual ex senador, si alguna vez necesita algo no dude en llamarme, mi celular lo tiene todo el mundo, no me escondo de nadie, si puedo puedo y si no, se lo digo en la cara).
Cuando volvimos a San Rafael con Enrique fue como comenzar de nuevo. Teníamos muchas deudas y la única manera de salir era trabajando. Recuerdo que me puse a vender por teléfono como es mi costumbre el 2do. Aniversario de La Ventana y por momentos me olvidaba con quien estaba hablando. Los primeros meses de mi recuperación fueron terribles, lloré mucho y me costó horrores recuperarme, pero lo logré y aquí estoy, feliz de poder festejar todos estos años junto a todos ustedes.
Después de algunos meses recibimos una oferta interesante de otra imprenta también de Mendoza y comenzamos a imprimir a dos colores. Ese fue el primer cambio notable a partir de la edición Nº 105 editada el 04 de junio de 2004 a punto de festejar nuestro segundo año de vida. Estábamos súper contentos, no lo podíamos creer, aunque seguíamos soñando con ver algún día La Ventana a todo color.
En Junio de 2009, mes en que festejábamos los siete años de vida, decidimos cambiar la frecuencia de salida, de semanal a quincenal y los resultados fueron buenos, mucho mejor de lo que esperábamos y además obtuvimos con ello una mayor tranquilidad. Había más tiempo para todo y además llegamos a la conclusión de que de esa manera realizábamos un mejor trabajo.
La imprenta comenzó a tener algunos problemas con las entregas y había ediciones que se atrasaban varios días. Los inconvenientes se hicieron frecuentes y una revista se comenzó a distanciar de la otra más de 20 días pero nos sirvió para darnos cuenta de que al estar exhibida en los kioscos más tiempo, se vendía más por lo que tomamos la acertada decisión de que saliera una vez por mes y tuvimos que aumentar la tirada.
A raíz de los inconvenientes en las entregas de la revista por parte de la imprenta que a pesar de salir mensualmente continuaban, volvimos a imprimir en San Rafael con Imprenta Encabo. Después de varios años Marcelo se tecnifico muchísimo y actualmente está a la altura de cualquier imprenta de la capital mendocina por lo que los costos de impresión son casi los mismos o quizás mejores.
Se fueron incorporando a lo largo de estos años muchos amigos. Max Belaeff, se incorporó al staff de La Ventana para brindarnos todo su conocimiento y la fuerza de su juventud, aportando un estilo diferente.
También fue parte y tapa de muchas ediciones nuestro periodista viajero, Federico Chaine, que nos trajo sus vivencias en muchísimos lugares del mundo para compartirlas con nuestros lectores.
A fines de 2013 se incorporó a la revista mi hijo Pablo quien comenzó a diseñarla y a realizar algunos cambios importantes. Sugirió sacar un crédito para comprar el equipamiento necesario y finalmente después de casi doce años pudimos comenzar a imprimir la revista nosotros y lograr el ansiado todo color con el que siempre soñamos.
Esta es una pequeña reseña de estos primeros doce años de vida de La Ventana en la que seguramente me olvido de miles de cosas que sucedieron.
No es fácil nombrar a todos los que nos dieron una mano porque seguramente voy a olvidar nombres importantes pero hay dos personas que recuerdo con mucho cariño, Francisco “Quique” García, que desde algún lugar en el cielo debe estar festejando junto con nosotros este nuevo aniversario, y la señora Viviana Bianchi quien creyó en La Ventana desde el primer día y mientras formó parte del directorio de la Bodega Bianchi nos brindó su colaboración de todo corazón. Con ellos dos va mi agradecimiento a todos y cada uno de los que nos ayudaron en este camino: periodistas, diseñadores, comerciantes, vendedores, imprentas, políticos, familiares y amigos. La Ventana es un poquito de cada uno de ustedes.
Con Enrique tuvimos dos hijos, Tamara y Pablo, son mellizos y nacieron el 20 de diciembre de 1993.
Siempre dije y lo sigo afirmando que siento a La Ventana como una hija más y debe ser por eso que los mellizos la adoptaron como su hermana menor. Siempre les interesó interiorizarse sobre como manejar algunas cosas de la pequeña empresa para poder ayudarnos.
Un día se nos ocurrió comenzar con una promoción publicitaria y salimos a la calle a ofrecer publicidad con una vendedora amiga, Adriana Longo, que ha colaborado varias veces con nosotros en las revistas especiales que hemos editado durante estos años. Nos acompañó Tamara y vendió más que nosotras dos juntas. Desde entonces descubrí que mi hija podía realizar este trabajo sin problemas. Además nos ayuda mucho con la cobranza, es muy simpática y no tiene vergüenza de entrar a ningún lado que la mandes.
Pablo, es todo lo contrario a la hermana, es bastante vergonzoso y se anima poco a cobrar y de vender ni hablar, pero desde chiquito se interesó por la computación. El solo fue aprendiendo a manejar programas de diseño y ha solucionar problemas técnicos de todo tipo que se puedan imaginar. Tiene una capacidad increíble y realmente le gusta. El aportó muchísimo y hoy es un pilar fundamental dentro de la empresa familiar.
Daniel López después de muchos años decidió dejar de realizar el diseño de la revista y a partir de allí, en Noviembre de 2013, Pablo se hizo cargo de este trabajo.
Aporta muchas ideas y nos insiste para que intentemos llevarlas a cabo.
Un día nos dijo: “¿porqué no se meten en un crédito y compramos el equipamiento que hace falta para imprimir la revista nosotros?” y agregó “La podemos imprimir toda a color”, y la verdad es que nos entusiasmó mucho el tema. Siempre habíamos soñado con eso pero la verdad es que no teníamos ni idea de cómo hacerlo y aparte los miedos lógicos que deben ser parte de la edad, o sea, ya nos hemos golpeado tanto que nos cuesta arriesgar. En definitiva tanto nos insistió que le hicimos caso y gracias a Dios no se equivocaba. Hoy La Ventana sale a todo color y la imprimimos nosotros. Ya no dependemos de una imprenta y eso nos da tranquilidad en el caso de que surjan como siempre en este país desfasajes en la economía. Cuando corren tiempos difíciles como ahora por ejemplo, es muy complicado mantener la publicación ya que a los comerciantes les cuesta más mantener una pauta permanente y eso complica, pero de esta manera creemos que podremos seguir adelante por muchos años.
Y un día llegó La Ventana Online
Después de mucha insistencia por parte de nuestro hijo Pablo creamos nuestra página web: www.laventanasanrafael.com.ar, y luego nuestra página de Facebook el 13 de mayo de 2016.
Los temores eran varios. Habíamos comenzado mucho más tarde que otros medios en San Rafael que ya estaban en la web desde el año 2011 y creíamos que era imposible posicionarnos y estar a la altura de ellos, lo que podía desprestigiar nuestro trabajo de tantos años.
Hoy los tiempos han cambiado y los medios digitales necesitan tener una cantidad importante de seguidores ya que eso es algo que los hace más creíbles o por lo menos demuestra que hay mucha gente que los lee.
Corríamos con muchos años de desventaja pero afortunadamente hoy podemos decir orgullosos que estamos ubicados en San Rafael entre los 5 medios más leídos, con casi 60.000 seguidores en tan solo 3 años y medio.
Una vez más esto se lo debemos agradecer a nuestro hijo Pablo que no se cansó de insistir para lograrlo.
Hoy Pablo y Tamara son quienes llevan adelante esta empresa tanto en lo tecnológico como en lo comercial. Hoy podemos decir MISIÓN CUMPLIDA.