23/11/2024
*El Colectivo Fantasma de los Valles Calchaquíes*
En los remotos Valles Calchaquíes, donde las montañas se alzan como guardianes antiguos y las brumas danzan entre los barrancos, existe una leyenda que se susurra en las noches más oscuras. Es la historia del *Colectivo Fantasma de la Ruta 307*, un relato que se entrelaza con el misterio y la fatalidad.
Hace décadas, cuando la Ruta Provincial Nº 307 era poco más que un camino sinuoso, la empresa de transporte operaba sus unidades en la región. Los viajes desde San Miguel de Tucumán hacia los Valles eran una odisea, con curvas traicioneras y precipicios que parecían devorar los vehículos. Pero había un colectivo en particular, un viejo colectivo de un solo piso, que se ganó un lugar en los corazones y las pesadillas de quienes lo conocieron.
*Era la madrugada*, cuando la oscuridad se espesaba y las estrellas titilaban con timidez. El colectivo, con su pintura desgastada y ventanas empañadas, comenzaba su ascenso por las *curvas de El Indio*. Los pasajeros, sombras silenciosas, se aferraban a los asientos, sintiendo el vértigo de las alturas. El conductor, un hombre taciturno con ojos cansados, seguía su ruta como si estuviera atrapado en un bucle eterno.
A veces, el colectivo daba la vuelta cerca del monumento, donde la carretera se estrechaba y la niebla se espesaba. Allí, los árboles parecían retorcerse como almas en pena, y el viento susurraba secretos incomprensibles. Los pasajeros miraban con temor, preguntándose por qué nunca llegaban a su destino final.
Una noche, una mujer llamada *Elena* esperaba el colectivo para dirigirse a la *Villa Turística*. El aire estaba cargado de electricidad, y la luna se ocultaba tras nubes grises. Vio las luces del Aconquija subiendo por la ruta, pero algo no estaba bien. El colectivo nunca pasó frente a ella. En cambio, se desvaneció en la niebla, como si se hubiera fundido con el tiempo mismo.
*Elena* no fue la única testigo. Otros lugareños habían visto al colectivo fantasma. Algunos decían que llevaba pasajeros vestidos con ropas antiguas, con miradas perdidas y manos temblorosas. Otros afirmaban que el conductor era un espectro, con ojos vacíos y manos translúcidas en el volante.
La leyenda creció con los años. Se decía que el colectivo estaba atrapado en un bucle, condenado a repetir su ruta mortal una y otra vez. ¿Qué fuerza o presencia lo impulsaba? ¿Por qué seguía ascendiendo por las curvas de El Indio, desafiando la lógica y la realidad?
Los más valientes intentaron seguir al colectivo. Algunos desaparecieron sin dejar rastro. Otros regresaron con miradas enloquecidas, murmurando sobre túneles oscuros y voces que los llamaban desde la niebla.
Así, en las noches de luna nueva, cuando la bruma se espesa y los árboles parecen susurrar secretos, el *Colectivo Fantasma de los Valles Calchaquíes* sigue su ruta. Si te aventuras a esperarlo en la madrugada, ten cuidado. Puede que te lleve a un destino más allá de la vida y la muerte, donde las almas perdidas vagan entre las montañas y las curvas sinuosas.
¿Te atreverías a abordar el colectivo fantasma? 🚌🌑