11/12/2024
Luis Sánchez cuenta pausado y con detalles lo que pasó con su hijo en el Hospital Zerboni a “Noticias”. Tranquilo porque la historia terminó bien; preocupado, porque podría volver a pasar.
Todo empezó el sábado por la mañana. “Estábamos en Capital con mi señora” dice Luis, cuando llamó su nuera para contarles que su hijo había empezado a vomitar, y no paraba. “Ya cerca de las 11, después de media hora de tanto vomitar, eran como que tenía hilitos de sangre; ella es enfermera del Hospital Austral, sabe bien”. En ese momento, decidieron volverse a Areco, la notaron preocupada. “Le dije ya llevalo a la guardia del hospital, que estoy llamando para que lo reciban rápido”.
“Trabajo en el hospital, estoy en la parte del laboratorio de equipos médicos, electromedicina hospitalaria. Llamé, me cansé de llamar, nunca recibí respuesta y atención, nada. Fue un calvario esas horas, viajar en la Panamericana hasta llegar a Areco con la madre, recontra preocupada, más por el hilo de sangre que venía vomitando“.
La historia sigue con su nuera que “entra a 11 y cuarto a la administración del hospital, pide ‘el cabo’. Cuando la persona se presenta tiene que pasar por administración, dar los datos y si tiene obra social o no , te dan un papel que se llama el cabo, eso después se factura a la obra social”.
“De ahí ella va al triaje” siguió, “ el enfermero, tengo la copia , lo atiende excelente y el diagnóstico que él le pone y informa a la guardia, que era un caso para entrar rápido, que no podía esperar; entró 12 menos 10 porque la médica estaba comiendo, había que esperar que la doctora terminara de almorzar. Le dijeron eso a mi nuera, que la médica estaba en su horario de almuerzo, que esperara que ella lo atendiera”.
“Cuando lo atienden, lo lleva a la cama, lo revisa; nunca tuvo palpadas fuertes en los abdominales donde tenía el dolor y donde le venía el vómito; fueron más caricias que otra cosa, le hizo poner un inyectable…” Y no recomendó algún estudio. ” Nada, nada. Le dio un reliveran, que era para cortar los vómitos y algo para el dolor y nada más. Lo tuvo en observación 15 minutos y después le dijo que lo más probable es que le había quedado mal el choripán que había comido, que se fuera para la casa”.
Cuando “él vuelve a la casa, se pone a trabajar, a hacer panes, y seguía con dolores y quejas. Mi nuera le dice, mira, relájate, anda, acostate, yo sigo haciendo los panes por vos. Ya estábamos en Areco, habíamos llegado, nos íbamos comunicando con mi nuera y ella nos dice que estaba recostado, pero que lo escuchaba, que se quejaba. Cuando va a la pieza lo ve que se le caían lágrimas y que no daba más el dolor. Automáticamente ella tuvo una intuición, pasó por casa, nos dejó la nieta y dijo me lo llevo al Austral, tengo la cobertura de toda la familia“.
“Llegaron … ecografía, tomografía, análisis, los desvistieron de arriba abajo. Y cuando tuvieron todos los resultados, automáticamente nos quedamos helados con mi señora, cuando vimos que nos mandaba un vídeo, lo estaban llevando a quirófano, porque estaba a punto de explotar el apéndice. Apendicitis tenía. Se podría haber mu**to. Lo operaron bien, una excelencia tremenda”.
La historia, con buen final, siguió con un día de observación en el Austral y “como todos los resultados había andado todo bien, directamente le dieron el alta y llegó ayer” (por el lunes). Contó Luis que ese mismo día fue el Zerboni, “tranquilo y calmo, simplemente quería saber quién había sido que lo había atendido. Y me encuentro con la sorpresa de que primero voy por administración, pido una copia del cabo de mi hijo para saber quién lo había atendido y pido una copia del triaje. La copia del triage es excelente, el enfermero Lucas como actuó”. En cambio, el “cabo” tenía “los datos de mi hijo, la cobertura del Austral y estaba vacío. Y ya estaba pasado administración para facturar”.
“A mí me da pensar muchas dudas, porque si un cabo está vacío, ya está para facturarlo… me dan dudas de muchas cosas. Porque ( en el documento ) no hay nada, no hay síntomas, no hay diagnóstico de nada, no hay firma de médico. De ahí cruzo, tranquilo y calmo, con el cabo vacío me voy a la guardia. Pido hablar en la guardia, me atiende la coordinadora de enfermeras, ella entra a las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde, o sea que estuvo compartiendo la guardia con esta médica que lo atiende. No me supieron decir quién lo atendió“.
Prefiere no habilitar que prefirieron no decírselo. “No quiero pensar eso porque soy compañero de trabajo. Sé que la gente adentro tiene miedo, porque a veces cuando hablan después te tiran quitando lo que vos cobras”. Luis aclara que le pasó eso durante “el gobierno anterior sí, con este no, con el intendente tengo toda la mejor onda, conmigo fue excelente persona, porque fue excelente desde el primer día que él la asumió, y hasta el día de hoy nunca tuve problema con él en nada. No quiero pensar que tenga problema con esto ahora. Gracias a Dios y a la Virgen, tuve la suerte de tener una nuera que trabaja en el austral, que tiene cobertura, pero si le pasa a un vecino que viene del campo y no tiene nada, cuando se vuelve para el campo se le revienta el apéndice….”
En ese marco, le preocupa la no presencia de directivos o de Salud del municipio en el hospital. ” Nunca están. No los he visto, he preguntado y todo, a las guardias nunca concurren. Han pasado casos graves como el mío y nunca han concurrido a la guardia”.
Por eso, considera que la situación “es preocupante, porque es como el dicho ese, cuando el gato no está los ratones hacen lo que quieren; el gato no está nunca”.