26/11/2024
Planificacion...CERO...y la Secretaria de Obras....ni fu...ni fa
$13.000.000 de pesos a la nada, un monumento al populismo y la inoperancia.
En un país donde los recursos escasean y las necesidades sobran, la irresponsabilidad política tiene un impacto que duele el doble. El reciente caso de la obra que consumió $13.000.000 de pesos para convertirse en un sinsentido técnico y funcional no solo refleja un error, sino la desidia estructural que atraviesa nuestra gestión pública.
¿Cómo es posible que un proyecto de tal envergadura haya avanzado sin estudios de factibilidad serios? Es insólito que ni siquiera las leyes más elementales de la física, que Pitágoras explicaba hace siglos, hayan sido tomadas en cuenta. La pendiente que ningún auto puede bajar y la falta de consulta a sectores clave, como el ferroviario o el de transporte público, son la crónica de un fracaso anunciado.
Esto no se trata solo de incompetencia técnica, sino de una falla sistémica. ¿Dónde estaban las instancias de control? Tanto el poder ejecutivo, que dio luz verde a la obra, como el legislativo, que debería haber fiscalizado su viabilidad, brillaron por su ausencia. Este caso deja en claro que la planificación urbana y la administración de recursos públicos no pueden quedar a merced de decisiones populistas o improvisadas.
Los impuestos de la ciudadanía no son un cheque en blanco para caprichos políticos ni monumentos al ego. Cada peso cuenta, y cada peso malgastado es una oportunidad perdida para escuelas, hospitales, o cualquier necesidad real de la comunidad.
Es imperativo que los responsables de este despropósito den explicaciones y que se establezcan mecanismos de control más estrictos para evitar que episodios como este se repitan. Pero más allá de eso, la ciudadanía debe tomar conciencia de que la política no puede ser una herramienta de improvisación. Necesitamos líderes que gobiernen con profesionalismo y visión, no proyectos que terminen siendo un bochorno multimillonario.
Con nuestros impuestos, nunca más.
Agregado!
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Para aquellos que comentan que inclinamos la balanza hacia un solo lado, queremos aclarar que la mala gestión no es patrimonio exclusivo de un partido político ni de una ideología en particular. Este tipo de problemas son consecuencia de una falla sistémica que atraviesa a múltiples gobiernos y niveles de gestión local.
Es evidente que la gestión anterior de Mariano Uset como intendente, en términos de obras públicas, no fue una de las mejores de la última década. Si bien realizó obras que fueron disruptivas y algunas que consideramos “populistas, también es cierto que muchas de ellas tuvieron fallas técnicas y no respondieron a las principales prioridades de la ciudad.
Lamentablemente, es común que los políticos opten por realizar obras demagógicas que buscan impacto más que funcionalidad. La remodelación del centro fue una prueba de ello, y esta última obra parece haber sido la gota que colmó el vaso.
Por otro lado, donde hay obra pública, es inevitable que surjan sospechas de corrupción. Esto refuerza la necesidad de mayor transparencia, controles efectivos y un compromiso real con las verdaderas necesidades de la comunidad.