04/11/2021
El cerebro se compone de dos hemisferios unidos por el cuerpo calloso. Cada hemisferio, derecho e izquierdo, se diferencian claramente por sus funciones, capacidades, y responsabilidades. El hemisferio izquierdo, podría denominarse hemisferio verbal, ya que se encarga de la de la lógica y la estructura del lenguaje, la lectura y la escritura. Descifra analíticamente y racionalmente todos los estímulos de estas áreas, así como también se encarga de los cálculos y la numeración. La noción de tiempo se alberga en el hemisferio izquierdo. En el hemisferio derecho, encontramos todas las facultades opuestas, permite la visión de conjunto de ideas, funciones y estructuras complejas. Permite pensar en un todo partiendo de una pequeña parte. Este hemisferio genera las fantasías y los sueños de la imaginación y desconoce la noción de tiempo. Según la actividad del individuo, domina en él, uno o el otro hemisferio. El pensamiento lógico, la lectura, escritura y el cálculo exigen el predominio del hemisferio izquierdo.
Independientemente del predominio de un hemisferio concreto, el individuo sano dispone también de información del hemisferio subordinado ya que a través del cuerpo calloso se produce un activo intercambio de datos. La especialización de los de los hemisferios refleja con exactitud las antiguas doctrinas esotéricas de la polaridad. En el taoísmo a los dos principios originales en los que se divide la unidad del Tao se llama Yang, principio masculino, activo, supra consciente y corresponde al símbolo del sol, y al lado diurno del individuo, es decir activo, masculino. La mitad izquierda del cerebro rige el lado derecho del cuerpo. El hemisferio derecho es Yin, principio femenino, negativo. Corresponde al principio lunar, al lado nocturno o inconsciente del individuo, y rige el lado izquierdo del cuerpo. Por así decirlo en nuestra conciencia y la unidad se divide en polaridades que se complementan entre sí, es fácil imaginarlo incompleto que estaría el individuo que solo tuviera una de las dos mitades del cerebro.
La conciencia humana divide la unidad. Los dos polos se complementan mutuamente y por lo tanto para existir necesitan el uno del otro. Cuando el individuo puede ver ese complemento, lo acepta, alcanza el equilibrio, está en camino a la unidad.
Fuente: La enfermedad como camino