11/08/2024
Maduro y Perón. Mi nota de hoy en Perfil
Al proclamarse presidente, Maduro cantó fragmentos de la Marcha Peronista, comparó un hito del chavismo con el 17 de Octubre y se declaró peronista y evitista. Kirchneristas en la sala cantaron exaltados: “Atención, atención: Maduro te saludan los soldados de Perón”. Como en un juego de jardín de infantes, el dictador replicó: “Atención, atención: Maduro saluda a los soldados de Perón”. Habría sido gracioso si en esas horas los grupos parapoliciales del régimen no hubieran estado asesinando obreros en las barriadas más humildes del Venezuela. Algo es cierto, sin embargo: la trayectoria del chavismo y el peronismo tiene más puntos en común de lo que muchos sospechan. Pero esas coincidencias no los dejan bien parados.
Triste y solitario final. La pérdida de apoyo popular de Perón al final de su segunda presidencia presenta similitudes con la Venezuela actual. Probablemente Maduro desconozca el descontento popular frente al peronismo anterior a su derrocamiento por el golpe de 1955. Es lógico: la mayoría de los argentinos lo ignora. Solo en forma reciente, nuevas fuentes históricas han permitido conocer las críticas al gobierno peronista, incluso de sus propias bases. Sondeos informales organizados por el Partido Justicialista muestran el descontento que campeaba entre los mismos afiliados. Se cuestionaban las detenciones policiales arbitrarias, las torturas y la situación económica. Cundía la desmoralización entre las propias filas.
Las responsables de unidades básicas del Partido Justicialista femenino elaboran informes con los rumores y opiniones que recogen las militantes más comprometidas en la calle y con lo discutido en encuentros de afiliadas. A lo largo de 1955 la imagen del gobierno se deteriora notablemente. Un punto de inflexión es el discurso de Perón del 31 de agosto, aquel en el que llamó a responder con violencia y fijó la famosa consigna del cinco por uno. Tras este, militantes del Partido Justicialista femenino criticaron no solo al gobierno, sino a Perón mismo.
Perón dijo que se exilió para evitar una guerra civil y un baño de sangre. La verdad es otra: no había demasiadas personas dispuestas a defender al gobierno. En los sectores obreros faltó entusiasmo: en La Plata abrieron listados de voluntarios entre empleados públicos. La iniciativa se suspendió por su fracaso. En el golpe de septiembre, en la Subsecretaría de Prensa y en la Escuela Superior Peronista, se dieron órdenes para organizar la defensa. Los empleados debían cumplir turnos. Sin embargo, quienes se retiraban no regresaban, ni siquiera cuando se los conminaba a ello con visitas policiales. El propio Ejército leal a Perón no cumple sus órdenes. Demora el asedio a las fuerzas sublevadas. Salvo en Rosario, solo las fuerzas parapoliciales del régimen lo defienden: militantes armados de la Alianza Libertadora Nacionalista patrullan las calles de la ciudad. Finalmente se atrincheran en su local de Corrientes y San Martín, que es sometido a cañonazos.
La situación en Venezuela actual es claramente distinta: el gobierno no enfrenta un golpe militar, sino protestas obreras contra el fraude y la aguda crisis social. Por momentos, algún sector de fuerzas del gobierno confraterniza con los manifestantes, participa de protestas o se declara favorable a ellas. Interpelados permanentemente por los manifestantes, los militares que pertenecen a la misma clase social y comparten sus problemas dudan en ocasiones en reprimir. Por eso, el gobierno recurre a las fuerzas paramilitares, los colectivos. Estos se encargan de los secuestros y las acciones más brutales que buscan sembrar el terror en la población.
Ni Maduro ni Perón tomaban las medidas represivas para defender un proceso de cambio estructural, ni siquiera para garantizar la independencia nacional frente al imperialismo. Por el contrario, como veremos ahora para el caso peronista, los documentos de la CIA prueban que la represión interna permitía llegar a acuerdos poco ventajosos con el capital norteamericano, sin que ninguna queja pudiese oírse.
La falsa retórica antiimperialista. Por mucho tiempo el peronismo negó el descontento previo a su caída y adjudicó el golpe a la presión de Estados Unidos. Pero, al desclasificarse los documentos secretos de la CIA, descubrimos que Washington prefería que Perón se mantuviera en el poder, pues consideraba que cualquier otro gobierno podría ser más nacionalista y poner en riesgo los negocios petroleros acordados con el General. En abril de 1952, en el documento “Probable developments in Argentina”, la CIA describe el plan de ajuste, dice que Perón solo podría ser derrocado si los obreros no aceptaran ajustarse el cinturón. Pero creía que ese escenario llevaría al caos, una radicalización obrera y una mayor influencia del comunismo. La CIA consideraba que el discurso antinorteamericano era mera propaganda de consumo interno. Por eso, concluía que, pese a la retórica nacionalista, para los intereses norteamericanos era mejor que Perón se mantuviera en el poder:
“La sobrevivencia del régimen peronista –incluso con un incremento de la propaganda antiamericana y de las medidas represivas– sería menos dañina a los intereses norteamericanos que su derrocamiento, que podría resultar en un período de caos en el que los comunistas y otros elementos antinorteamericanos aumentarían su influencia”.
No importaba lo que Perón dijera de Estados Unidos, ni de qué manera reprimiera a la oposición, lo que le preocupaba a la CIA era que se mantuviera controlada la población para garantizar la “seguridad hemisférica”, que no crecieran los grupos radicales, especialmente el comunismo.
Dos años después, en marzo de 1954, un documento del mismo título es aún más contundente. Según la CIA, desde finales de 1952, Perón había cesado su confrontación con Estados Unidos y había promovido un reacercamiento en búsqueda de créditos e inversiones extranjeras. Consideraba que el control político de Perón era mayor que nunca. De acuerdo con la CIA, ambos fenómenos estaban relacionados: el mayor control político le permitía a Perón mayor libertad de acción y podía negociar con Estados Unidos sin preocuparse por la crítica nacionalista.
De igual modo, hoy Maduro favorece a Estados Unidos y ha firmado acuerdos muy ventajosos para empresas norteamericanas, como el acuerdo con Chevron hasta 2050. Además, la crisis que Venezuela atraviesa recayó sobre los trabajadores. Una caída del régimen en medio de protestas sociales puede ser el prolegómeno de mayores conflictos. Por eso, al igual que los Estados Unidos, la oposición electoral venezolana es cauta. Busca institucionalizar el conflicto mediante el reclamo de las actas de la votación y solo ha convocado a movilizaciones acotadas, después de que el pueblo salió masivamente a la calle.
*Historiadora. Autora de Perónleaks, una relectura del peronismo en base a sus documentos secretos.
https://www.perfil.com/noticias/elobservador/maduro-y-peron-un-solo-corazon.phtml