03/05/2024
¡Buenos días!
Miremos la primera parte del Salmo 18, de David... Un cántico de este rey a su Señor, rebosando de amor y confianza en Él…
“… AMARTE he, oh Jehová, fortaleza mía.
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; Escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio.
Invocaré á Jehová, digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos.
Cercáronme dolores de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron.
Dolores del sepulcro me rodearon, Previniéronme lazos de muerte.
En mi angustia invoqué á Jehová, Y clamé á mi Dios: El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, á sus oídos.
Y la tierra fué conmovida y tembló; Y moviéronse los fundamentos de los montes, Y se estremecieron, porque se indignó él.
Humo subió de su nariz, Y de su boca consumidor fuego; Carbones fueron por él encendidos.
Y bajó los cielos, y descendió; Y oscuridad debajo de sus pies.
Y cabalgó sobre un querubín, y voló: Voló sobre las alas del viento.
Puso tinieblas por escondedero suyo, su pabellón en derredor de sí; Oscuridad de aguas, nubes de los cielos.
Por el resplandor delante de él, sus nubes pasaron; Granizo y carbones ardientes.
Y tronó en los cielos Jehová, Y el Altísimo dió su voz; Granizo y carbones de fuego.
Y envió sus saetas, y desbaratólos; Y echó relámpagos, y los destruyó”…
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Y del Salmo 62:8, de David… Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón: Dios es nuestro amparo. (Selah.)