28/06/2024
Agradecemos a Eugenia Cabral por sus palabras tan precisas y preciosas sobre
"Es la hora de la mejor luz", nuevo libro de Silvia Jayo
Novela poética
SILVIA JAYO
Colección Inframundo
Editorial Baldíos en la lengua, Buenos Aires, 2024
“Para la libertad…”
Muchas cosas se podrían decir acerca de Es la hora de la mejor luz, la novela de Silvia Jayo que venimos a presentar al público lector. Demasiadas para un encuentro breve y ameno como debe ser este. Por ejemplo, cosas de un lenguaje novelístico que procede a la manera de César Vallejo en la construcción sintáctica. Me refiero a ese “El traje que vestí mañana” que anda por Trilce y que, con solo alterar la conjugación de un tiempo verbal, desestructura un relato y propone la descripción entera de un psiquismo a lo largo de una vida.
Podría decir además que la enumeración de las personas y sus relaciones amorosas y eróticas con un mero rótulo referido a los cromosomas sexuales me incomodó muchísimo. Al principio, por momentos sentía que estaba leyendo un texto escrito por Inteligencia Artificial. El nombre de la protagonista se mantiene en Xx y el de los oponentes sexuales varía en número: Y1, Y2, etcétera, hasta el final, en que reconoce que es “una buena serie o progresión geométrica”. ¿De qué me estaba hablando, acaso de una ninfomanía calculada científicamente? ¿De una promiscuidad como prescripción ideológica? Esto último quizá podía ser.
Pero ¿sería cierto que es posible reducir nuestro nombre en el amor a la denominación de un elemento biológico? Eso no tanto, o no del todo, porque Silvia Jayo a veces remplaza el nombre por epítetos como “la zurdita rubia”, o muchos otros en el caso de los partenaires sexuales. Más bien pareciera que lo que está eludiendo, o elidiendo, con la notación de los cromosomas, fuera el nombre asentado en el Registro Civil de las Personas, el nombre que nos cifra ante el Estado nacional.
Al final llegué a una conclusión: todo el texto de esta novela es una afirmación extrema de la subjetividad, por eso se sostiene en una partida de ping pong de monólogos interiores que se responden, unos a otros, pero sin dialogar en voz alta. Cada tanto, una prosa a cargo de la protagonista (que se entremezcla con la autora) hace pausa para reflexionar sobre algún aspecto del tema. Una parada en el camino. Un camino que va de la infancia virginal a la mujer que pare hijos e hijas, que acumula amantes y maridos, que trabaja, que estudia, que aborta, que viaja, que ama la naturaleza, que cruza los umbrales históricos y políticos de la Argentina desde el Cordobazo hasta el Argentinazo y después. Xx dice “Así la historia como no el cuerpo”.
Empecé afirmando que podrían decirse muchas cosas de esta novela breve de Silvia Jayo, pero ahora voy a decir la única que me importa. Y la que me importa es que son palabras de libertad y en libertad, ya sea de formas literarias, de relaciones sexuales, de sentimientos amorosos o familiares, de postura y actividad política. Y me importa un bledo si esa maravillosa palabra, libertad, ahora esté siendo mancillada (sí, mancillada, rescato esa antigua palabra) por un puñado de millonarios dispuestos a sacarles la sangre, el sudor y las lágrimas a los trabajadores argentinos y sus familias, en su propio beneficio y el del capitalismo internacional. Me importa una mi**da, porque todavía está vigente y quizás más que nunca el poema de Miguel Hernández: “Para la libertad sangro, lucho, pervivo…”, aunque muriera encerrado en la cárcel franquista. Realmente, me importa un carajo, porque revindico el poema de Paul Éluard repartido en volantes sobre el Paris invadido por el ejército n**i: “escribo tu nombre. / Y por el poder de una palabra/ vuelvo a vivir,/ nací para conocerte,/ para cantarte,/ Libertad”.
Los millonarios de la clase dominante son especialistas en retorcerle el cuello a las palabras hasta hacerles decir lo que a ellos les conviene. No importa. Las palabras van a seguir vivas por siempre a pesar de su tiranía y su violencia. Por eso celebro este hermoso texto de Silvia Jayo. Porque está hecho para la libertad.
EUGENIA CABRAL
Junio, 2024