02/04/2024
Cuando salí de Santiago todo el camino llore…, no sé de quién fue la idea, pero estuvo genial, la Banda de Música de la Policía de la Provincia con el brillo de siempre hacía estremecer la antigua y emblemática Estación de Ferrocarriles Mitre (hoy el Forum) con los acordes de Añoranzas y la entonaban miles de personas que se agolpaban contra las vallas pare despedirnos, éramos los colimbas de la clase 1962 incorporados por la Infantería de Marina. En medio de lo que me parecía una multitud estaba mi mamá, mi amada Ramo, abrazando una bolsa de tela con una importante cantidad de sánguches de milanesas, que alimentaron mi espíritu y me ayudaron hacer amigos rápidamente.
Así fue el día de la partida de la Quinta Tanda de Infantería de Marina, de Santiago del Estero. “Sierren las ventanillas” grito una vos de mando y lo último que vi fue la cara sonriente de mi madre, en medio de otras que denotaban preocupación, ella me miró a los ojos fijamente, levantó la mano, volvió a sonreír y agitó un pañuelo blanco. Segundos después la ventanilla se serró y el tren perezosamente comenzó a moverse.
Nadie podía imaginar que ese día de octubre de 1981 se estaban plantando las semillas de una de las historias más controvertida de nuestra Patria, de la gesta empañada por la política de un gobierno ilegítimo, de héroes olvidados, que al igual que a los Granaderos de San Martin, que a su regreso nadie los fue a recibir.
Si así fue que el siclo del tren que partía de Santiago con la banda de música, se cerró una noche de octubre de 1982 cuando los héroes de Malvinas descendían a los andenes vacíos de la estación de la ciudad de la Banda, quizás no me comprenda, pero algunos no volvieron se quedaron para siempre cuidando las Malvinas, otros volvieron, pero fue como si se hubieran quedado, otros comenzaron una nueva guerra que aún pelean.
Pero otros fuimos bendecidos, preservados del sufrimiento, para pedir incansablemente que se investigue cada hombre, cada nombre, que la historia necesariamente aleje, separe, esta gesta de lo político, para poder dimensionar su envergadura y que al igual que San Lorenzo, Chacabuco, Maipú, Cancha Rayada, Cabral, etcétera, que se plasmen en un contenido curricular para las escuelas. Que se cuente de cada madre, de cada padre, de cada hermano que en nombre de la Patria vive o vivió un eterno vacío.
Si yo fui uno de los bendecidos y preservados del sufrimiento, regresé a mi casa y allí estaba ella, “Mi Madre” mi amada Ramo con la misma sonrisa y esta vez usaba su pañuelo blanco para secar sus lágrimas.
Este relato sin título está dedicado a mi camada Jesús Serapio Campos, excombatiente de Malvinas, que siguió peleando esta guerra hasta 2021.