05/09/2021
Relato de "Esas sangres que avivan los limones"
VARIO
Subo al tren en Retiro, antes hice una fila para sacar el boleto: Retiro-Pilar. Camino por el andén, lo hago al mismo paso que las otras personas; a su vez, miro para todos lados por costumbre, por mi seguridad, porque a veces imagino cosas que no son, que no suceden. Ya dentro del vagón me empiezo a sentir ahogado. A lo bruto atravieso cuerpos sin pedir permiso y caigo sin caer en el furgón. Ahí me empiezo a sentir más aireado, ¿existe ese término? Bueno, desde que el uso de la neolengua se extinguió se me da por inventar palabritas. El lugar está colmado de bicicletas, algunas pintadas con colores opacos, otras con la pintura de fábrica. Me agacho sobre un rincón y apoyo la espalda sin tanta formalidad. A mi lado hay un grupo de niños muy chicos que no pasan los doce años. Van hablando metafóricamente. S**o de mi bolsillo el paquete de L y M suaves y me doy cuenta de que están húmedos. A causa de eso mis ganas de fumar crecen exponencialmente. Me paro y busco a alguien que esté fumando. Encuentro a alguien, pero existe una frontera entre él y yo que me impide pedirle un ci******lo. Uno de los pibes me observa y me ofrece un cigarro sin decir ni una palabra. Se lo acepto y me lo fumo y me acerco a su ghetto.
Las estaciones pasan y las gentes suben y bajan, nosotros vamos poniéndoles nuevos nombres a las cosas que vemos. Al sol que cruza los tablones de la cancha de Atlanta lo llamamos, “El fuego que te mira”, yo lo renombré con “Estrella luz fuerte”, otra piba le puso “Calor grande”. No, me equivoco, lo llamó “Naranja gigante”. Así lo hacemos también con los negocios y con el nombre de las calles. El pibe que me otorgó el cigarro apenas arrancó el trayecto saca otro cigarro, tarda en prenderlo, su encendedor está roto. La piba saca del bolsillo una cajita de “Fragata” y cuando ya está a punto de ofrecerla, el pibe se la saca de un saque. El tren sigue avanzando en progreso recto, atravesando avenidas con nombres de ex militares, ex papas, de poetas mu***os. Voy mirando por la ventanilla entendiendo que la observación es mi todo. Intento racionalizarla y me distraigo viendo cómo los pibitos con quienes viajo me miran con picardía. En la estación Caseros, ya dentro del conurbano, uno de los pibes que estuvo todo el viaje junto a nosotros sale corriendo, desapareciendo del San Martín. Con la máquina en movimiento, la piba, las de los fósforos “Fragata” pregunta qué nombre se le puede poner a alguien que se lleva la plata que se juntó lavando autos todo el día. La pregunta queda vacante sólo dos minutos. Uno dijo “Ladrón”, otro “Traidor”; en cambio la piba de los Fragata respondió su propia pregunta diciendo, “Ese es un guarido de mierda”. Todos ellos esperan mi aporte, sus miradas me apuran, siento que debo decirles algo, lo cual no es ilógico dado que desde que arrancamos el juego siempre fue así. Lo que retarda mi respuesta es saber qué es un guarido. Para no dilatar más todo les digo que no sé, no lo conozco y posteriormente le pregunto qué es un guarido. Nuevamente sus ojos me interpelan, se me quedan mirando como diciendo “ y este viejo dónde vive, ¿en un taper o en una olla a presión?”. Me hice el desentendido para quitarle importancia a la cuestión y que el efecto se invirtiese, y así fue, ahí nomás, la piba de los fósforos dijo, “Guarido quiere decir que sos un guacho mal parido”. Ya llegando a José C Paz con el tren un poco más desinflado sigo repensando la palabra “guarido” y todas las palabras y el poder de sus significados. Creo que esto surgió hace cientos de años, que con el transcurso de los peores eventos fue deformándose al punto de que hoy día su sentido no debe ser el mismo o por ahí es algo muy reciente que el tiempo y su carga histórica lo tratará, no lo sé. Lo que sí puedo asegurar es que la lucha es grande, muchos bandos con sus palabras y sus prestigios, codo a codo, no en las altas cumbres, sino acá en el tren.
Joaquín Tolaba
Nació el 23 de marzo de 1986.
Vive en el conurbano bonaerense.
Se dice que los cuentos que componen este libro nacieron a partir de los encuentros en el taller de escritura Traspalabra de Moreno. Que escribe a cada momento y cualquier sitio porque escribir es una necesidad como cualquier otra. Se dice que formó parte del grupo teatral "Arconautas " y con él realizó una mini gira barrial. Se dice que cambia de trabajos continuamente para aprender otras cosas porque es más interesante la búsqueda que el estancamiento. Se dice que esa última frase se la robo a alguien.