02/04/2024
TRAS SU MANTO DE NEBLINAS
Por Rody Rodríguez. Del libro “Hurlingham desde el comienzo”.
Todavía resonaban las repercusiones de la movilización contra el régimen militar del 30 de marzo del ‘82 bajo el lema «Paz, Pan y Trabajo» organizada por la CGT, liderada por Saúl Edolver Ubaldini. «Se va a acabar la dictadura militar» presagiaban a los gritos miles de manifestantes en medio de una represión feroz que, solo en Capital Federal, terminó con centenares de heridos y cerca de tres mil detenidos.
Tres días después, la Plaza de Mayo fue otra. El presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri anunció la recuperación de las Islas Malvinas. Una multitud se concentró en la histórica plaza para expresar su apoyo a esa «gesta», que buscaba fortalecer y hacer aun más perdurable a la dictadura.
Las Malvinas son argentinas, y esa certeza indiscutible se convirtió en bandera, y ante la inminencia de guerra con Gran Bretaña, los ciudadanos sintieron la necesidad de unirse frente a tan poderoso enemigo.
Para los jerarcas de la dictadura la iniciativa sería exitosa porque los ingleses no iban a desgastarse en una guerra. Para el recordado periodista Mario Wainfeld «a poco andar, los hechos contrariaron las torpes predicciones de los tiranos. Gran Bretaña y Estados Unidos no toleraron la afrenta, su historia lo anticipaba, ciego era quien no quería verlo».
Pese al paso de las décadas la historia de la guerra se mantiene tras su manto de neblinas... como reza la primera estrofa de la marcha que en 1940 compusieron José Tieri y Carlos Obligado, que se escuchó a toda hora, todo el día, desde el 2 de abril de 1982.
Para muchos chicos que estuvieron en Malvinas, el enemigo a vencer no solo eran los ingleses, el hambre jugó un papel aterrador. Gustavo Sáez, vecino de Villa Tesei que llegó a Malvinas como conscripto del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 General Belgrano de La Tablada recordó en una entrevista con el periódico El Ciudadano: «Nosotros hasta el último día de abril comimos, mayo se hizo difícil y junio imposible. Descubrimos un pastito dulzón rojo, eso comíamos. Lo sacábamos de la tierra y comíamos eso. El día de la rendición encontré tirada una cebolla y me la comí como una manzana».
Sin embargo, culminado el conflicto bélico, hubo quienes prefirieron ver a la Guerra de Malvinas como un hecho ajeno a la dictadura, como si fuera una decisión patriótica en medio del accionar del régimen más cruel de la historia argentina.
Durante los 74 días que duró la guerra, los conscriptos argentinos no solo se enfrentaron a la poderosa fuerza militar del Reino Unido, también al frío, al hambre y en no pocas ocasiones se enfrentaron a sus propios oficiales. En 2007 se inició una causa en la Justicia Federal de Río Grande, en Tierra del Fuego, donde están denunciados hechos de torturas, vejámenes, coacción, amenazas y hasta abandono de personas seguido de muerte. Hay más de 200 militares imputados. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró admisible la solicitud que se declare la responsabilidad del Estado argentino por omitir investigar y juzgar a los miembros de las Fuerzas Armadas que torturaron a los soldados durante la guerra de Malvinas. La causa se encuentra actualmente en manos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
La utilización especulativa de la guerra y el accionar criminal de los dictadores no minimiza la valentía de los soldados que fueron a la guerra. Ellos, todos, son héroes, los que volvieron y los que murieron.