18/05/2022
Sección Política.
OPINIÓN
“La confiscación de los trabajadores argentinos contribuye a pagar los misiles de la OTAN” . Marcelo Parral
La guerra de la OTAN es de alcance internacional, mundial, es el signo de una etapa histórica nueva, donde este régimen social, el régimen decadente del capitalismo, el régimen de la ampliación de las hambrunas, de la enfermedad, de la pandemia, como la que vivimos en los últimos dos años, entra en una etapa de crisis y agotamiento superior. Ya hace tres décadas de cuando las burocracias que habían usurpado el espacio de los Estados donde se había expropiado al capital, donde se había llevado adelante una revolución, declararon abiertamente y sin tapujos, que iniciaban la restauración del capitalismo en sus Estados. Quienes antecedieron a los actuales Biden, Boris Johnson, etcétera, en aquel momento proclamaron el fin de la era de la revolución socialista. La Revolución de Octubre pasaba a ser un recuerdo, el mundo se “integraba y armonizaba” bajo la dirección del capital, empezaba la “globalización”. La enorme mayoría de la izquierda mundial se sumó a este planteo y declaró el fin de la era de la revolución socialista. Pero ¿Qué tenemos hoy, tres décadas después? Lo que tenemos es que esa restauración del capitalismo, lejos de llevar a la integración equilibrada, armónica, del mercado mundial, ha reabierto con con mayor intensidad, todas las contradicciones del capitalismo en decadencia. De un lado, tenemos a la OTAN, tenemos al imperialismo, que ya no quiere mediaciones en esa restauración capitalista y busca decididamente un cambio de régimen político en Rusia y, a término, también en China. Es un planteo de violencia, de guerra, sin precedentes.
El conflicto es mundial, en primer lugar, porque ya están involucrados Estados Unidos, toda Europa, Rusia y crecientemente China, la India, por un lado. En segundo lugar, es mundial porque la hambruna, la crisis alimentaria que, incluso como la vivimos en Argentina, está siendo pagada por todos los explotados del mundo.
Estamos ante un conflicto de alcance mundial por ese motivo. Pero también claramente por su significado y su perspectiva histórica. Porque no está en discusión una cuestión o un conflicto de fronteras, sino que está en discusión la reconfiguración de las relaciones sociales y políticas a escala del mundo entero. Y la guerra es una gran tentativa de llevar adelante esa reconfiguración contra la clase obrera mundial, haciendo que unos obreros masacren a otros. Es una tentativa de liquidación de la clase obrera, a la cual le oponemos la unidad de la clase obrera internacional para derrotar al imperialismo, derrotar a la burocracia restauracionista y abrirle paso a gobiernos de trabajadores y a la revolución socialista en el mundo entero. Este es el punto de inflexión en la historia que marca la impronta de este acto.
La guerra y la crisis argentina
La guerra atraviesa por la médula toda la crisis política argentina. ¿No se ha agravado, acaso, la crisis intestina del gobierno, con la formación de un ala que abiertamente está actuando y conspirando para el Departamento de Estado norteamericano y para la OTAN? ¿No se ha convertido en un papel completamente mu**to ese acuerdo firmado hace tan poco tiempo con el FMI, bajo el peso del dislocamiento económico y de la inflación? ¿No entraron en crisis, acaso, estas “civilizadas” paritarias de cuatro cuotas, cinco o siete cuotas, que ya no resisten el paso de esta inflación galopante? Miren. La crisis mundial y la guerra han dejado tambaleando incluso el esquema de deuda y de financiamiento del Estado armado por este ministro Guzmán. Es muy claro que se ha reabierto una fuga de capitales y los que entienden de esto dicen que, más allá de la crisis interior, la explicación de fondo hay que buscarla allá, en el Banco Central de Estados Unidos, que se ha puesto a levantar los rendimientos del dinero que se coloca allá para absorber fondos de todos lados. ¿Y para qué el imperialismo quiere absorber fondos? ¿Por qué el imperialismo prende la “aspiradora”? ¡Para financiar la guerra! ¡Para rescatar a sus propios bancos y grupos capitalistas que, a su vez, son los que tienen que pilotear el financiamiento de la guerra! Es decir que todo el escenario económico y político de la Argentina está sacudido por la guerra y, naturalmente, cuando hablamos de acuerdos con el FMI, cuando hablamos de fuga de capitales, estamos diciendo que ¡los jubilados y trabajadores argentinos están pagando las balas, los drones y los misiles de la OTAN! Esa es nuestra unidad política, conceptual, de clase, con la cual abordamos este Primero de Mayo.
La CGT no solo le da la espalda a la crisis social y a la crisis mundial, sino que se proclama ante el gobierno como cómplice y socia de la guerra imperialista y de los monopolios alimentarios. Ahora, ¿por qué hace esto? Naturalmente, para no luchar por el salario, porque es una manera de decir “mirá, yo no muevo un dedo frente a lo que está ocurriendo con la inflación, con la caída del poder adquisitivo; en todo caso, vos aplicá un impuesto y si el impuesto te sale y si te pagan y todo lo demás, entonces algo, a lo mejor, viene para este lado”. Es una burocracia sindical que está con la guerra y que no lucha por el salario.
En oposición a esa política, desde Política Obrera llamamos a una lucha firme, a asambleas, a auto convocatorias, a coordinadoras, para abrir en todos lados una lucha por el salario en conexión con una lucha, enorme también, contra la guerra imperialista. Porque luchar contra la guerra imperialista es luchar contra los gobiernos que en el mundo entero y también acá liquidan nuestro derecho al trabajo y liquidan nuestro derecho al salario.
La izquierda, la guerra, la derecha.
La izquierda afronta la crisis mundial con un enfoque nacionalista, provincialista. ¿Por qué lo hace? Es una forma más de adaptarse a eso que tantas veces hemos señalado: el electoralismo. Claro, como toda una parte enorme de la opinión pública mundial imperialista asocia a la escalada de la OTAN con una empresa de la democracia contra el autoritarismo, entonces, bueno, mirar para otro lado en la cuestión de la guerra es una manera de acompañar, o seguir, la corriente de esta opinión pública que es manipulada a favor del imperialismo y a favor de la OTAN. Pero es un modo también de negar el alcance verdadero de la crisis nacional y de las tareas que tiene planteadas acá el movimiento obrero. En ausencia de esa política, nos encontramos con otra cuestión: la izquierda ha apartado la cuestión de la guerra, pero mientras tanto se ha declarado… víctima de Javier Milei. Del fascista Javier Milei. Puede que sean una víctima y pueden ser muchos los trabajadores potencialmente víctimas de un fascista; el único problema es que dirigentes de izquierda, en los últimos días, han decidido afrontar esa situación presentando una denuncia en el INADI. Es decir, le han pedido a Victoria Donda que los proteja de Milei. Entonces, ¿qué tenemos acá? ¡Otra expresión grosera de electoralismo! Victimizarse, proclamarse una minoría discriminada y colocarse bajo el alero del progresismo que ha sido históricamente socio económico y político de todos los antecesores de Milei. No es nuestra política. A los Milei de ahora y a los Milei de antes, la clase obrera les dio otra respuesta. Cuando los tatarabuelos de Milei formaban brigadas anti huelga -como el frente anti piquetes que quiere formar este chico que va a la Legislatura-, cuando ellos formaban esas brigadas anti piquetes, ¡la clase obrera constituía piquetes de defensa de su lucha y de su acción obrera! Cuando un émulo de Milei, en Colombia, dijo que proponía que se vote un “protestódromo” para cuando hubiera alguna lucha, alguna lucha en Colombia, a los dos meses la clase obrera colombiana por su propia fuerza, por su propio impulso elemental, declaró una huelga general que duró largos meses. ¡Colombia entera se transformó en un “protestódromo” y, por lo tanto, no tenían sentido ya los “protestódromos”! Esa es nuestra política. Organizar, recoger la historia y el mandato de la clase obrera, para constituir sobre esa base un planteo de lucha y de organización contra esta crisis, que tiene indudablemente una potencia y un contexto completamente explosivo.
Lo nuestro no es la queja, no es el rezongo, no trabajamos para ser sobrinos segundos, o terceros, del progresismo mediático, del progresismo oficialista. La descomposición de la política patronal debe ser explotada, por supuesto, para unir el programa de la izquierda, del socialismo, con la clase obrera. La burguesía en la Argentina ha perdido la iniciativa, y con un trabajo de propaganda y de organización sobre la clase obrera, tenemos que hacer de Política Obrera sea un gran factor decisivo para que la clase obrera argentina tome la iniciativa.
Qué es el internacionalismo.
La clase obrera es la única clase social que tiene intereses que sobrepasan las fronteras nacionales. Es la única clase que puede terminar, por lo tanto, con el tormento de las guerras, de los antagonismos nacionales. Es la única clase social que puede sacar al mundo de este pantano, de este marasmo, y llevar adelante una reconstrucción social y económica integral, sobre la base de una regulación consciente y de una cooperación de todos los que en el mundo vivimos de nuestro trabajo. Ese es el sentido profundo del internacionalismo. Y, por el contrario, es indudable que una guerra mundial como esta, por sobre todas las cosas es una guerra contra la clase obrera, contra su unidad internacional. Somos internacionalistas para defender esa unidad de la clase obrera, y a la escala de todas las luchas que palpitamos. Política Obrera ofrece a los trabajadores un lugar de lucha, de organización, de militancia, para construir un partido de la clase obrera y un partido internacional que barra con las barreras de la guerra, que barra con los antagonismos que dividen a la clase obrera y que, por lo tanto, nos dé una perspectiva a una crisis de un alcance que probablemente nunca hayamos vivido.
(Marcelo Parral)