09/12/2024
A propósito de "Piazzolla, los años del tiburón", Daniel Rosenfeld 2018
No, esto no pretende ser una crítica de una muy buena película estrenada hace seis años. Digamos solo que me tomo mi tiempo para ver algunas películas.
En estos días está en cartel uno de los muchos ciclos que se arman en el Gaumont y que nos dan la oportunidad de volver a ver (o de no volver a perdernos) películas más que notables. Con la enorme sala grande prácticamente llena se proyectó el documental "Piazzolla, los años del Tiburón" dentro del ciclo de la semana del Tango, lo que también se puede leer como otra toma de partido mas en el viejo debate de los 60 de si Piazzolla era o no tango.
Pero lo que me parece pertinente no es el debate musical, si no el debate cinematográfico documental. Hay un frecuente dilema de los documentales históricos o biográficos en nuestro país que es la inexistencia, casi al grado de la nulidad, de archivos fieles y específicos incluso de personajes tan notables como Astor Piazzolla. Lo que se suele encontrar no es solo poco, si no además de impresentable calidad técnica.
La película toma una valiente decisión en cuanto a eso, y en vez de pretender ilustrar o constatar fehacientemente con archivo las distintas etapas de la vida de Astor, se deja llevar por la amalgama de variados materiales genéricos que pueden no ser de esa época precisa o incluso de ese lugar particular, que pueden haber sido coloreados, sonorizados y hasta intervenidos mucho mas allá de la fidelidad de su registro fotográfico, pero que indefectiblemente nos trasladan a un estado de ensoñación donde flotamos en el imaginario cultural que uno como espectador tiene asociado a las épocas o lugares aludidos.
En ese sentido hay dos datos fundamentales en su montaje. Uno es que la estructura es un despatarro: No solo no sigue la estricta cronología de las biografías y va alternado distintos líneas, si no que por momentos intencionalmente mezcla elementos de uno u otro tiempo con total soltura. Dos, que no tiene o no recuerdo la existencia de zócalos que marquen en que año o lugar "estamos". Lo que en un principio te molesta y desorienta forzándote a calcular con algún hecho histórico aludido ("Si la muerte de Gardel fue en el 35,... entonces Piazzolla tenia... ¿quince o veinte años?"), después terminas aceptándolo para soltarte a merced de las olas de ese espacio-tiempo impreciso. Si hubiera un zocalo, tal vez lo mas preciso que se pueda ser es: "Siglo XX cambalache"
Y eso funciona porque parten de una verdad documental incontrastable que son las grabaciones caseras de la voz del propio Astor en dialogo con su hija Diana e indirectamente con su hijo Daniel. Es siguiendo su particular relato que el mundo se nos arma como remadas del fuelle de su bandoneón que descubren retazos de nuestra historia argentina, no la real si no la mítica y soñada. El archivo lejos de ilustrar y fijar las palabras, encarna el alma de sus pensamientos proyectando al espectador a ese universo Piazzolla.
Y es que frente a la pretendida precisión y objetividad que todavía algunos le exigen al "cine de lo real", el documental también se puede permitir dejar de lado las férreas coordenadas de fecha y lugar para propulsarse a un espacio-tiempo ideal, sonsorial y onirico, que paradójicamente es infinitamente mas autentico, exacto y fiel al alma que lo que puede ser la pagina de Wikipedia sobre Astor Piazzolla.