27/05/2024
Mi entrañable amiga Alicia Musa había elegido esta foto de nosotres de hace un tiempo con motivo del cumpleaños de Laura este 27 de marzo. La tomo, al tanto de que habrá de consentir mi atrevimiento y su inspiración para este muro.
En aquellos tiempos,- hablo de 1965-, en enero murió Churchill. Lo recuerdo bien pues en el fondo de casa, un pollito peleaba por salir adelante y el abuelo, - amable como solía ser -, lo bautizó con el nombre del Primer Ministro inglés que agonizaba. Entonces, la vida y sus secretos pasadizos, tenía razón de ser en los lazos de familia; la secundaria era una gran posibilidad de ampliar el horizonte. Esperaba despertar al mundo en mi primer año del Nacional de Morón. La última, en la división 1° Séptima, -pero no la menos a decir los británicos-. Laura Raymundo. Una hermosa muchacha, líder natural a la que los compañeros seguían sin chistar y las pibas como yo, admiraban por su arrojo y su ímpetu tan personal, era la que conducía el grupo .
Me dicen que te has ido estos días.
En la foto, te estoy abrazando con la ternura que crece cuando la vida llega al cuero del otro, con medio siglo encima. No sé si tus hijos y tus nietos llegarán a leer estas simples líneas, no sé, tampoco es menester en el presente, seas reconocida por alguien, el lenguaje de los colibríes no negocia con las bocinas de estas horas inmundas. Los avatares de este país, han puesto a los soñadores en las orillas del despido, de la disolución, los condenan otra vez a ser desaparecidos.
Pero en las calles del barrio, Laura sigue brillando. Criatura tan bella si las hay por ahi, mujer que desafía el porvenir con su risa al viento.
En el invierno aparece deslumbrante con medias tres cuarto tejidas con lana de colores. El miedo a cruzar un puente,, siempre me recuerda que ibamos hasta Rafael Castillo para que Cristina Cano no viajara sola a su casa.
Actos heroicos y anónimos de los adolescentes del 70. Actos de pura adrenalina en las tripas, que ya no suele acaecer en los jóvenes, gracias a las redes y a las consignas.
Entonces, sólo contábamos con el cuerpo, en el cuerpo pasaban todos los ríos, todas las brumas de la edad.
PIenso en Laura, ese día que es la foto recreada hoy a manera de adiós, si es que uno se despide de algo en esta existencia.
Recuerdo que le di un aro en forma de corazón de oro, el hermano, uno de los dos que tanto amo.
No sé si lo usó, no sé si entendió mi entrega de este momento jubiloso. No importa.
Nuestro vals está en el patio del Colegio cuando bailamos bajo el ombú antes de entrar a clase. Subiré tantas veces por esas escaleras de la mente y me voy a reir de amor por lo vivido.
Gracias Laura Raymundo por el planeta que eras y has sido al punto que brillás en el firmamento con tu nombre magnífico.
¿Acaso hay alguna Laura que no sea toda ella una estrella?
buen viaje amiga de mi alma y de mi historia.
te llevo en mi corazón siempre. Estate en paz y sé la estirpe que te define en el infinito.
Siempre
Irene