09/08/2024
Muy buen dia !!! Les comparto una reflexion!!
“Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.” Apocalipsis 3:3
El Señor viene pronto. Esta declaración, simple pero poderosa, tendría que resonar en el corazón de cada creyente. Es uno de los más grandes anhelos que tenemos como hijos de Dios: la esperanza de estar con Él por toda la eternidad. Imaginar ese encuentro es, sin duda, una de las experiencias más impresionantes que podemos anticipar. Jesús, en su amor y promesa, regresará a buscar a sus hijos. Pero aquí surge una pregunta inquietante: ¿Cómo nos encontrará? El pasaje de Apocalipsis 3:3 nos recuerda la advertencia que Jesús envió a la Iglesia de Sardis. Esta Iglesia tenía la reputación de estar viva, de ser activa y vibrante en su fe. Sin embargo, desde la perspectiva de Jesús se veía mu**ta. Esto nos confronta con una realidad que muchos en el pueblo de Dios enfrentamos hoy: hermanos y hermanas que aparentan estar vivos, que muestran alegría en su relación con Dios, pero que, en su interior, pueden estar vacíos y desconectados. Este mensaje a Sardis nos invita a una profunda reflexión. ¿Estamos, quizás, viviendo en una ilusión de espiritualidad? ¿Es nuestra fe una mera rutina, un hábito sin verdadero significado? A veces, la vida cristiana se convierte en un ciclo de actividades y tradiciones, mientras nuestra relación con Dios se enfría. La advertencia de Jesús es clara: debemos recordar lo que hemos recibido y oído. Esto implica volver a las raíces de nuestra fe, a los fundamentos que nos llevaron a conocer a Cristo. Él nos llama al arrepentimiento. que es un acto de gracia y amor. No se trata de una condena, sino de una invitación a volver a la vida, a revivir esa chispa que una vez ardió en nuestro corazón. Es un recordatorio, una advertencia; debemos estar atentos a nuestra vida espiritual, porque la llegada del Señor será inesperada, como la visita de un ladrón en la noche. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Estamos preparados para ese encuentro? Al reflexionar sobre esta advertencia, consideremos cómo podemos reavivar nuestra relación con Dios. Tal vez sea a través de la oración sincera, la meditación de su palabra o la compañía de hermanos de la Iglesia. El deseo de vivir verdaderamente para Él debe ser el motor que nos impulse a cambiar, a crecer y a ser un reflejo auténtico de Su amor. Al final, el mensaje de Sardis no es solo un recordatorio de la fragilidad de la vida espiritual, sino una oportunidad de renovarnos. Que el anhelo de estar con el Señor nos impulse a vivir con propósito y autenticidad, buscando una relación intima y real con Él. Que cuando regrese, nos encuentre despiertos, llevando adelante la gran comisión, gozosos de estar en el centro de la voluntad de Dios.
Dios les bendiga!
Pastor: Alfredo Pazo Iglesia: Casa de Dios.